El otrora gran muftí de Jerusalén Amin Al Husseini es, para los palestinos, el héroe de la revuelta contra el mandato británico en Palestina de 1936.
Para los israelíes, en cambio, era el aliado de los nazis (algo que los palestinos niegan), por lo que consideran que nombrar así a un centro escolar constituye una incitación al odio contra Israel y los judíos.
En su primera visita a la Casa Blanca el 15 de febrero, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, apuntó que las incitaciones al odio eran un factor clave en la persistencia del conflicto con los palestinos.
"Siguen instando a la destrucción de Israel, en sus escuelas, en sus mezquitas, en sus libros de texto. Hay que leerlo para creerlo", acusó.
"Creo que los palestinos tendrán que acabar con este odio que se les enseña desde muy temprana edad" y que "empieza en las aulas", agregó por su parte el presidente estadounidense, Donald Trump.
Israelíes y palestinos se acusan mutuamente de incitar al odio del otro en las escuelas.
"Desde el jardín de infancia hasta la universidad", los 1,19 millones de alumnos palestinos aprenden que Israel "no tiene derecho a existir", indica a la AFP el ministro israelí de Seguridad Interior, Gilad Erdan, con la eliminación de Israel en los mapas de los libros escolares o con las escuelas que llevan el nombre de "terroristas".
Falso, responde Tharwat Zeid, encargado de los programas escolares en el ministerio palestino de Educación.
"Nuestros libros no están para incitar al odio sino para enseñar. Nadie puede ignorar su historia y nuestro programa es palestino, nacional y se corresponde con nuestro entorno cotidiano", que es el de la ocupación de los Territorios Palestinos por parte del ejército israelí desde hace 50 años, explica.
En el colegio Amin Al Husseini todos los alumnos tienen algún allegado herido o detenido por Israel.
Los niños aprenden la "Palestina histórica", o sea toda Palestina, no sólo Cisjordania y Gaza, porque "es nuestra historia y era nuestra tierra", agrega Zeid. Desde finales de los años 1980, la dirección palestina ha reconocido, no obstante, la existencia de Israel.
Además, los programas escolares son sometidos a los agentes internacionales que financian a la Autoridad Palestina.
La Unesco considera en un informe que ningún punto de los programas palestinos examinados justifica la acusación de antisemitismo o de incitación al odio contra Israel.
Estos programas están en vigor en todas las escuelas, tanto en Cisjordania como en la franja de Gaza, gobernada por el Hamas islamista y en los establecimientos de la ONU.
Por su parte, los palestinos acusan a los israelíes de enseñar el odio en sus programas educativos con, por ejemplo, "ejercicios de matemáticas con soldados", según Zeid.
"¿Deberíamos escribir odas a los israelíes y a la ocupación?", se pregunta Ziad Jadash, profesor en el centro de secundaria Amin Al Husseini.
Mientras que una oleada de ataques, en general perpetrados por jóvenes palestinos aislados, ha costado la vida a 256 palestinos y 40 israelíes desde el otoño de 2015, el gobierno israelí culpa a la enseñanza, a las redes sociales y a los programas de televisión de incitar al odio contra los judíos.
Pero, insiste Zeid, no es la escuela la que podría incitar al odio, sino las condiciones de vida de los palestinos.
Cisjordania está ocupada por el Estado hebreo desde hace 50 años. El territorio está controlado por puestos de control del ejército y, en gran parte, rodeado por un muro de seguridad israelí, además de estar plagado de colonias israelíes ilegales según la legislación internacional.
Para ir a la escuela, algunos niños palestinos se ven obligados a dar importantes rodeos a causa de los puestos de control o para evitar las agresiones de colonos.
En la franja de Gaza, bloqueada por Israel y arrasada por tres guerras desde 2008, 24 escuelas fueron destruidas en el último conflicto, en 2014, y otras 190 resultaron dañadas.
En algunos centros, se efectúan tres turnos diarios para acoger a los alumnos, mientras que cientos de miles de ellos necesitan ayuda psicológica, según la ONU.
Para los niños palestinos e israelíes que han crecido con el conflicto, lo que les falta es la "mención de la cultura del otro" en los programas escolares, destaca Sami Aduan, investigador en Ciencias de la Educación.
"Los casos de deshumanización y de diabolización del otro son raros en ambos programas", explica su equipo palestino-israelí, que estudió los currículos educativos. Pero "los libros israelíes y palestinos contienen discursos nacionales unilaterales que presentan al otro como el enemigo".
Para los israelíes, en cambio, era el aliado de los nazis (algo que los palestinos niegan), por lo que consideran que nombrar así a un centro escolar constituye una incitación al odio contra Israel y los judíos.
En su primera visita a la Casa Blanca el 15 de febrero, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, apuntó que las incitaciones al odio eran un factor clave en la persistencia del conflicto con los palestinos.
"Siguen instando a la destrucción de Israel, en sus escuelas, en sus mezquitas, en sus libros de texto. Hay que leerlo para creerlo", acusó.
"Creo que los palestinos tendrán que acabar con este odio que se les enseña desde muy temprana edad" y que "empieza en las aulas", agregó por su parte el presidente estadounidense, Donald Trump.
Israelíes y palestinos se acusan mutuamente de incitar al odio del otro en las escuelas.
"Desde el jardín de infancia hasta la universidad", los 1,19 millones de alumnos palestinos aprenden que Israel "no tiene derecho a existir", indica a la AFP el ministro israelí de Seguridad Interior, Gilad Erdan, con la eliminación de Israel en los mapas de los libros escolares o con las escuelas que llevan el nombre de "terroristas".
- Cursos bajo ocupación -
Falso, responde Tharwat Zeid, encargado de los programas escolares en el ministerio palestino de Educación.
"Nuestros libros no están para incitar al odio sino para enseñar. Nadie puede ignorar su historia y nuestro programa es palestino, nacional y se corresponde con nuestro entorno cotidiano", que es el de la ocupación de los Territorios Palestinos por parte del ejército israelí desde hace 50 años, explica.
En el colegio Amin Al Husseini todos los alumnos tienen algún allegado herido o detenido por Israel.
Los niños aprenden la "Palestina histórica", o sea toda Palestina, no sólo Cisjordania y Gaza, porque "es nuestra historia y era nuestra tierra", agrega Zeid. Desde finales de los años 1980, la dirección palestina ha reconocido, no obstante, la existencia de Israel.
Además, los programas escolares son sometidos a los agentes internacionales que financian a la Autoridad Palestina.
La Unesco considera en un informe que ningún punto de los programas palestinos examinados justifica la acusación de antisemitismo o de incitación al odio contra Israel.
Estos programas están en vigor en todas las escuelas, tanto en Cisjordania como en la franja de Gaza, gobernada por el Hamas islamista y en los establecimientos de la ONU.
Por su parte, los palestinos acusan a los israelíes de enseñar el odio en sus programas educativos con, por ejemplo, "ejercicios de matemáticas con soldados", según Zeid.
"¿Deberíamos escribir odas a los israelíes y a la ocupación?", se pregunta Ziad Jadash, profesor en el centro de secundaria Amin Al Husseini.
Mientras que una oleada de ataques, en general perpetrados por jóvenes palestinos aislados, ha costado la vida a 256 palestinos y 40 israelíes desde el otoño de 2015, el gobierno israelí culpa a la enseñanza, a las redes sociales y a los programas de televisión de incitar al odio contra los judíos.
- 'Discursos unilaterales' -
Pero, insiste Zeid, no es la escuela la que podría incitar al odio, sino las condiciones de vida de los palestinos.
Cisjordania está ocupada por el Estado hebreo desde hace 50 años. El territorio está controlado por puestos de control del ejército y, en gran parte, rodeado por un muro de seguridad israelí, además de estar plagado de colonias israelíes ilegales según la legislación internacional.
Para ir a la escuela, algunos niños palestinos se ven obligados a dar importantes rodeos a causa de los puestos de control o para evitar las agresiones de colonos.
En la franja de Gaza, bloqueada por Israel y arrasada por tres guerras desde 2008, 24 escuelas fueron destruidas en el último conflicto, en 2014, y otras 190 resultaron dañadas.
En algunos centros, se efectúan tres turnos diarios para acoger a los alumnos, mientras que cientos de miles de ellos necesitan ayuda psicológica, según la ONU.
Para los niños palestinos e israelíes que han crecido con el conflicto, lo que les falta es la "mención de la cultura del otro" en los programas escolares, destaca Sami Aduan, investigador en Ciencias de la Educación.
"Los casos de deshumanización y de diabolización del otro son raros en ambos programas", explica su equipo palestino-israelí, que estudió los currículos educativos. Pero "los libros israelíes y palestinos contienen discursos nacionales unilaterales que presentan al otro como el enemigo".