Doce días después del sismo y el tsunami en el noreste del país, que causaron mas de 24.000 muertos y desaparecidos -de ellos, 9.452 fallecimientos confirmados- las autoridades niponas siguen sin descartar el riesgo nuclear.
Una nueva humareda negra, inquietante por ser inexplicada, se elevaba el miércoles por la tarde del inmueble que alberga el reactor 3 de la central accidentada, lo que obligó a evacuar a parte del personal, anunció el operador de la central, Tokyo Electric Power (Tepco).
Estos nuevos escapes al aire libre, mostrados por la televisión nacional, acentuaron los temores de contaminación de la cadena alimentaria.
La ciudad de Tokio indicó haber descubierto en su red de agua municipal niveles de yodo radiactivo dos veces superior a la norma autorizada para los bebés.
Un segunda ciudad, Hitachiota, en la prefectura de Ibaraki, al norte de la capital, también desaconsejó el uso de agua corriente para los bebés.
El gobierno, por su lado, prohibió el miércoles la comercialización de productos frescos susceptibles de ser contaminados por radiaciones.
En la prefectura de Fukushima, donde se halla la central, un nivel anormal de radiactividad fue detectado en leche cruda y en 11 tipos de verduras. Constataciones similares se hicieron en otras tres prefecturas vecinas.
El primer ministro japonés, Naoto Kan, ordenó el miércoles la prohibición del consumo y venta de productos procedentes de estas zonas, especialmente espinacas, brocolis, repollo y coliflor.
"Incluso si estos alimentos son consumidos de forma puntual, no hay riesgo para la salud", aseguró no obstante el portavoz del gobierno, Yukio Edano. "Desgraciadamente, esta situación puede alargarse, es por ello que pedimos su prohibición desde ahora", explicó.
Las pruebas sobre los productos alimenticios van a ser extendidas a otras seis prefecturas en torno a Fukushima, algunas de las cuales están a las puertas de la megalópolis de Tokio y sus 35 millones de habitantes.
El martes, el ministerio de Salud intensificó sus controles de peces y moluscos pescados en las costas, tras detectarse radiactividad en el agua de mar cerca de la central.
La perceptible angustia entre los consumidores japoneses, muy exigentes con la seguridad alimentaria, se propagó al extranjero. Muchos países decidieron reforzar sus controles o bloquear lisa y llanamente las importaciones de productos alimenticios nipones.
Estados Unidos prohibió la entrada en su territorio de leche, productos lácteos, verduras frescas y frutas procedentes de cuatro prefecturas, entre ellas la de Fukushima.
En Europa, Francia pidió a la Comisión Europea que imponga en las fronteras de la Unión un "control sistemático" a las importaciones de productos frescos japoneses.
Hong Kong también impuso el miércoles restricciones a las importaciones niponas.
En otros lugares de Asia, los productos alimenticios del archipiélago empiezan a ser evitados por los consumidores, que frecuentan cada vez menos los restaurantes japoneses de varias ciudades de la región, de Seúl a Manila, pasando por Hong Kong.
Veinticinco embajadas en total, entre ellas las de Alemania, Suiza y Finlandia, cerraron temporalmente sus puertas en Tokio, anunció el miércoles el canciller japonés, Takeaki Matsumoto.
En el noreste del país, los socorristas empezaban la dura labor de enterrar a centenares de cadáveres tras ser identificados por las familias, sin poder incinerarlos por falta de carburante.
El costo económico del sismo y el tsunami que azotaron el país el 11 de marzo pasado es de unos 309.000 millones de dólares, estimó el miércoles el gobierno japonés.
Esa cifra corresponde a los daños de las infraestructuras, de las viviendas y de las empresas del noreste de Japón, precisó el gabinete del primer ministro nipón.
Japón es por su PIB la tercera economía mundial, después de Estados Unidos y China.
Una nueva humareda negra, inquietante por ser inexplicada, se elevaba el miércoles por la tarde del inmueble que alberga el reactor 3 de la central accidentada, lo que obligó a evacuar a parte del personal, anunció el operador de la central, Tokyo Electric Power (Tepco).
Estos nuevos escapes al aire libre, mostrados por la televisión nacional, acentuaron los temores de contaminación de la cadena alimentaria.
La ciudad de Tokio indicó haber descubierto en su red de agua municipal niveles de yodo radiactivo dos veces superior a la norma autorizada para los bebés.
Un segunda ciudad, Hitachiota, en la prefectura de Ibaraki, al norte de la capital, también desaconsejó el uso de agua corriente para los bebés.
El gobierno, por su lado, prohibió el miércoles la comercialización de productos frescos susceptibles de ser contaminados por radiaciones.
En la prefectura de Fukushima, donde se halla la central, un nivel anormal de radiactividad fue detectado en leche cruda y en 11 tipos de verduras. Constataciones similares se hicieron en otras tres prefecturas vecinas.
El primer ministro japonés, Naoto Kan, ordenó el miércoles la prohibición del consumo y venta de productos procedentes de estas zonas, especialmente espinacas, brocolis, repollo y coliflor.
"Incluso si estos alimentos son consumidos de forma puntual, no hay riesgo para la salud", aseguró no obstante el portavoz del gobierno, Yukio Edano. "Desgraciadamente, esta situación puede alargarse, es por ello que pedimos su prohibición desde ahora", explicó.
Las pruebas sobre los productos alimenticios van a ser extendidas a otras seis prefecturas en torno a Fukushima, algunas de las cuales están a las puertas de la megalópolis de Tokio y sus 35 millones de habitantes.
El martes, el ministerio de Salud intensificó sus controles de peces y moluscos pescados en las costas, tras detectarse radiactividad en el agua de mar cerca de la central.
La perceptible angustia entre los consumidores japoneses, muy exigentes con la seguridad alimentaria, se propagó al extranjero. Muchos países decidieron reforzar sus controles o bloquear lisa y llanamente las importaciones de productos alimenticios nipones.
Estados Unidos prohibió la entrada en su territorio de leche, productos lácteos, verduras frescas y frutas procedentes de cuatro prefecturas, entre ellas la de Fukushima.
En Europa, Francia pidió a la Comisión Europea que imponga en las fronteras de la Unión un "control sistemático" a las importaciones de productos frescos japoneses.
Hong Kong también impuso el miércoles restricciones a las importaciones niponas.
En otros lugares de Asia, los productos alimenticios del archipiélago empiezan a ser evitados por los consumidores, que frecuentan cada vez menos los restaurantes japoneses de varias ciudades de la región, de Seúl a Manila, pasando por Hong Kong.
Veinticinco embajadas en total, entre ellas las de Alemania, Suiza y Finlandia, cerraron temporalmente sus puertas en Tokio, anunció el miércoles el canciller japonés, Takeaki Matsumoto.
En el noreste del país, los socorristas empezaban la dura labor de enterrar a centenares de cadáveres tras ser identificados por las familias, sin poder incinerarlos por falta de carburante.
El costo económico del sismo y el tsunami que azotaron el país el 11 de marzo pasado es de unos 309.000 millones de dólares, estimó el miércoles el gobierno japonés.
Esa cifra corresponde a los daños de las infraestructuras, de las viviendas y de las empresas del noreste de Japón, precisó el gabinete del primer ministro nipón.
Japón es por su PIB la tercera economía mundial, después de Estados Unidos y China.