
Fue arriada la enseña de Estados Unidos y la independencia y soberanía se extendieron a todo el territorio nacional, pero como Washington tiene afán de dominio en América Latina, le pasó la estafeta a los colombianos.
El convenio firmado y ejecutado ilegalmente por Jamil Mahuad terminó. A él lo van a recordar como el Presidente que vendió un pedazo de la nación al imperio. Desde ahora van a prevalecer las palabras pronunciadas por el canciller Fander Falconí en el acto de recuperación definitiva de la instalación:
"Nunca más bases extranjeras en territorio ecuatoriano, nunca más una venta de la bandera".
La felicidad de tal eliminación de presencia extranjera se extiende al continente. En América del Sur no quieren tropas extrañas que no se pueden controlar y por eso le reclamaron al gobierno de Álvaro Uribe transparencia completa en el tratado que cede al Pentágono siete bases militares en suelo colombiano para "la lucha contra el narcotráfico".
Cosas de la vida. El diario ecuatoriano El Comercio reveló una investigación de la Comisión de Asuntos Internacionales de la extinta Comisión Legislativa (que sustituyó al Parlamento). Estudiaron a fondo la base de Manta y encontraron que, en los 10 años que el Comando Sur la ocupó, no se registró ni una sola operación aérea contra aviones cargados con drogas.
La duda que surge inmediatamente es si las bases concedidas por el gobierno colombiano van a tener los mismos usos y resultados.
Como en el territorio de Estados Unidos solo se persigue a los traficantes menores y la famosa Drug Enforcement Agency (la famosa DEA) ha sido descubierta en muchas ocasiones dedicada al comercio de estupefacientes, se piensa que no es la droga el destino de las bases, sino tener posiciones de avanzada para realizar espionaje electrónico con la tecnología más de punta y lograr condiciones para casos de intervención militar en los países latinoamericanos y caribeños.
Muchos dicen que quizás los aviones transporten drogas hacia EE.UU. No sería la primera vez.
La Casa Blanca y el Pentágono están en estos momentos bajo la presión de los países de América del Sur -excepto Colombia-, que no desean fuerzas militares extranjeras en la región. Como ejemplo, Paraguay acaba de cancelar unas operaciones militares conjuntas en su territorio porque el ambiente no está para tener efectivos norteamericanos jugando a la guerra.
El golpe de Estado en Honduras le complicó el póquer al dominio estadounidense, por las evidencias de que su base de Palmerola tuvo su papel en el cuartelazo, y ya todos saben la amenaza que es contar en sus dominios con tales instalaciones.
Ahora hay un peligro mayor para América Latina con la idea de fomentar el capitalismo bélico, con empresas que contratan mercenarios para disimular la presencia de tropas oficiales.
Por lo pronto las familias más ricas de Honduras ya anunciaron la contratación de antiguos miembros de la contra nicaragüense para proteger sus propiedades, ante los aires de indignación que recorren el país después de un golpe que ha fomentado la rebeldía y la resistencia.
Todo explica la felicidad de los ecuatorianos al despojarse de la presencia foránea en la base de Manta y subraya la determinación de las palabras del canciller Falconí: "Nunca más bases extranjeras en territorio ecuatoriano, nunca más una venta de la bandera".
El convenio firmado y ejecutado ilegalmente por Jamil Mahuad terminó. A él lo van a recordar como el Presidente que vendió un pedazo de la nación al imperio. Desde ahora van a prevalecer las palabras pronunciadas por el canciller Fander Falconí en el acto de recuperación definitiva de la instalación:
"Nunca más bases extranjeras en territorio ecuatoriano, nunca más una venta de la bandera".
La felicidad de tal eliminación de presencia extranjera se extiende al continente. En América del Sur no quieren tropas extrañas que no se pueden controlar y por eso le reclamaron al gobierno de Álvaro Uribe transparencia completa en el tratado que cede al Pentágono siete bases militares en suelo colombiano para "la lucha contra el narcotráfico".
Cosas de la vida. El diario ecuatoriano El Comercio reveló una investigación de la Comisión de Asuntos Internacionales de la extinta Comisión Legislativa (que sustituyó al Parlamento). Estudiaron a fondo la base de Manta y encontraron que, en los 10 años que el Comando Sur la ocupó, no se registró ni una sola operación aérea contra aviones cargados con drogas.
La duda que surge inmediatamente es si las bases concedidas por el gobierno colombiano van a tener los mismos usos y resultados.
Como en el territorio de Estados Unidos solo se persigue a los traficantes menores y la famosa Drug Enforcement Agency (la famosa DEA) ha sido descubierta en muchas ocasiones dedicada al comercio de estupefacientes, se piensa que no es la droga el destino de las bases, sino tener posiciones de avanzada para realizar espionaje electrónico con la tecnología más de punta y lograr condiciones para casos de intervención militar en los países latinoamericanos y caribeños.
Muchos dicen que quizás los aviones transporten drogas hacia EE.UU. No sería la primera vez.
La Casa Blanca y el Pentágono están en estos momentos bajo la presión de los países de América del Sur -excepto Colombia-, que no desean fuerzas militares extranjeras en la región. Como ejemplo, Paraguay acaba de cancelar unas operaciones militares conjuntas en su territorio porque el ambiente no está para tener efectivos norteamericanos jugando a la guerra.
El golpe de Estado en Honduras le complicó el póquer al dominio estadounidense, por las evidencias de que su base de Palmerola tuvo su papel en el cuartelazo, y ya todos saben la amenaza que es contar en sus dominios con tales instalaciones.
Ahora hay un peligro mayor para América Latina con la idea de fomentar el capitalismo bélico, con empresas que contratan mercenarios para disimular la presencia de tropas oficiales.
Por lo pronto las familias más ricas de Honduras ya anunciaron la contratación de antiguos miembros de la contra nicaragüense para proteger sus propiedades, ante los aires de indignación que recorren el país después de un golpe que ha fomentado la rebeldía y la resistencia.
Todo explica la felicidad de los ecuatorianos al despojarse de la presencia foránea en la base de Manta y subraya la determinación de las palabras del canciller Falconí: "Nunca más bases extranjeras en territorio ecuatoriano, nunca más una venta de la bandera".