Mursi, destituido y detenido en 2013 por el exjefe del ejército y actual presidente Abdel Fattah al Sisi, podría ser condenado a la pena de muerte en los otros tres juicios todavía en curso, en los que está acusado de asesinato de manifestantes, espionaje y evasión de prisión.
Los seguidores del primer presidente elegido democráticamente en Egipto son víctimas de una represión implacable y sangrienta por parte del régimen de Al Sisi, que eliminó cualquier oposición política, bien sea islamista, laica o liberal.
En este juicio, en el que también podría ser condenado a muerte, se acusa a Mursi de haber transmitido "documentos clasificados" a Catar y al canal de noticias catarí Al Jazeera cuando era jefe del Estado.
Catar siempre apoyó a los Hermanos Musulmanes de Mursi, que vencieron en todas las elecciones tras la caída de Hosni Mubarak en 2011, antes de ser expulsados y perseguidos. El gobierno egipcio calificó la cofradía de "organización terrorista" en diciembre de 2013.
Desde el verano de 2013, más de 1.400 manifestantes pro-Mursi murieron a manos de las fuerzas de seguridad egipcia, más de 15.000 fueron detenidos y centenares fueron condenados a muerte en juicios masivos y expeditivos.