Tras la victoria de Selma los planes turcos para imponer una zona colchón en el norte de Siria se han esfumado. Los aliados de Erdogan, como el Frente al Nusra, los terroristas chechenos y los uigures del llamado “Partido Islámico del Turquestán” han sufrido una fuerte derrota, como también los grupos armados turcomanos, sirios de origen turco, que Erdogan ha estado apoyando como agentes de Ankara en esta zona.
La ayuda turca no pudo pasar esta vez debido a la cortina de fuego de la aviación rusa, que efectuó más de 200 ataques aéreos en dos días consecutivos contra las rutas de suministro, lo que impidió a los terroristas presentes en Selma no sólo moverse sino también recibir refuerzos. La toma de Selma puso fin así a una campaña de tres meses y que conllevó la toma de todas las colinas y alturas de la región.
La irritación del gobierno de Erdogan con la ofensiva siria y rusa en Latakia fue lo que llevó a Turquía a derribar el avión ruso S-24 sobre el espacio aéreo sirio el pasado 23 de noviembre. Esto fue, sin duda, un importante indicador de la importancia que esta provincia siria tenía para los turcos. Esto, sin embargo, lejos de disuadir a los rusos, animó a estos últimos y a los sirios a proseguir más rápido su ofensiva, que llevó al final a la liberación de Selma. Este hecho parece haber sido, en última instancia, la respuesta escogida por Moscú al derribo del aparato.
Una organización de terroristas chechenos, Ansar al Sham, apoyada por Turquía, ha quedado prácticamente destruida y su liderazgo ha manifestado que los militantes se hallan ahora sin armas ni dinero.
Este derrumbe de los militantes permite augurar un rápido avance hacia los puestos fronterizos que existen entre Latakia y Turquía. El único bastión de los terroristas que queda por tomar en Latakia es la localidad de Rabia, que se espera caiga en poder del Ejército sirio en breve, lo cual cerrará de forma total la frontera turca en relación con dicha provincia.
En la provincia de Alepo se está dando una situación similar y el Ejército sirio y sus aliados progresan hacia la frontera turca desde varios ejes. El Ejército ha tomado recientemente la ciudad de Ain Beida, que se encuentra a 7-8 kms del límite fronterizo, casi de manera sincrónica con la ofensiva de las fuerzas militares sirias en Latakia.
El despliegue del S-400 en Latakia ha impedido a los aviones turcos penetrar en el espacio aéreo de Siria, según reconoció recientemente el primer ministro, Ahmet Davutoglu. Turquía suspendió el vuelo de sus aviones cuando Rusia introdujo el mencionado sistema en el país árabe el pasado 26 de noviembre.
Todo ello pone de relieve la debilidad turca frente a la presencia rusa. Ankara no se atreve ya a enviar militares o agentes de inteligencia a Siria por temor a ser capturados o muertos allí. En este sentido, las advertencias rusas a Siria han demostrado ser efectivas y la derrota de los grupos armados en Latakia y el norte de Alepo ha puesto de manifiesto su dependencia de Turquía para poder continuar los combates.
La portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, Maria Zajarova, ha acusado, por su parte, a Turquía de “mantener una guerra oculta en la región y trabajar para obtener sus propios intereses en Siria a través del apoyo a los grupos terroristas y extremistas” violando así “la Resolución del Consejo de Seguridad de la ONU (sobre financiación del terrorismo) al llevar a cabo un tráfico de petróleo desde Siria hacia su territorio, y específicamente el petróleo robado por el EI”.
“No vamos a hacer la vista gorda hacia las continuas declaraciones de altos responsables turcos dirigidas a desacreditar a Rusia a los ojos de la comunidad internacional, como las acusaciones lanzadas contra la aviación rusa de matar a civiles en Siria. Lo que es sorprendente es que el Ministerio de Exteriores turco ha degenerado hasta el punto de utilizar métodos sucios como el acusar a nuestro país sin pruebas de matanzas en masa de civiles”.
La ayuda turca no pudo pasar esta vez debido a la cortina de fuego de la aviación rusa, que efectuó más de 200 ataques aéreos en dos días consecutivos contra las rutas de suministro, lo que impidió a los terroristas presentes en Selma no sólo moverse sino también recibir refuerzos. La toma de Selma puso fin así a una campaña de tres meses y que conllevó la toma de todas las colinas y alturas de la región.
La irritación del gobierno de Erdogan con la ofensiva siria y rusa en Latakia fue lo que llevó a Turquía a derribar el avión ruso S-24 sobre el espacio aéreo sirio el pasado 23 de noviembre. Esto fue, sin duda, un importante indicador de la importancia que esta provincia siria tenía para los turcos. Esto, sin embargo, lejos de disuadir a los rusos, animó a estos últimos y a los sirios a proseguir más rápido su ofensiva, que llevó al final a la liberación de Selma. Este hecho parece haber sido, en última instancia, la respuesta escogida por Moscú al derribo del aparato.
Una organización de terroristas chechenos, Ansar al Sham, apoyada por Turquía, ha quedado prácticamente destruida y su liderazgo ha manifestado que los militantes se hallan ahora sin armas ni dinero.
Este derrumbe de los militantes permite augurar un rápido avance hacia los puestos fronterizos que existen entre Latakia y Turquía. El único bastión de los terroristas que queda por tomar en Latakia es la localidad de Rabia, que se espera caiga en poder del Ejército sirio en breve, lo cual cerrará de forma total la frontera turca en relación con dicha provincia.
En la provincia de Alepo se está dando una situación similar y el Ejército sirio y sus aliados progresan hacia la frontera turca desde varios ejes. El Ejército ha tomado recientemente la ciudad de Ain Beida, que se encuentra a 7-8 kms del límite fronterizo, casi de manera sincrónica con la ofensiva de las fuerzas militares sirias en Latakia.
El despliegue del S-400 en Latakia ha impedido a los aviones turcos penetrar en el espacio aéreo de Siria, según reconoció recientemente el primer ministro, Ahmet Davutoglu. Turquía suspendió el vuelo de sus aviones cuando Rusia introdujo el mencionado sistema en el país árabe el pasado 26 de noviembre.
Todo ello pone de relieve la debilidad turca frente a la presencia rusa. Ankara no se atreve ya a enviar militares o agentes de inteligencia a Siria por temor a ser capturados o muertos allí. En este sentido, las advertencias rusas a Siria han demostrado ser efectivas y la derrota de los grupos armados en Latakia y el norte de Alepo ha puesto de manifiesto su dependencia de Turquía para poder continuar los combates.
La portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, Maria Zajarova, ha acusado, por su parte, a Turquía de “mantener una guerra oculta en la región y trabajar para obtener sus propios intereses en Siria a través del apoyo a los grupos terroristas y extremistas” violando así “la Resolución del Consejo de Seguridad de la ONU (sobre financiación del terrorismo) al llevar a cabo un tráfico de petróleo desde Siria hacia su territorio, y específicamente el petróleo robado por el EI”.
“No vamos a hacer la vista gorda hacia las continuas declaraciones de altos responsables turcos dirigidas a desacreditar a Rusia a los ojos de la comunidad internacional, como las acusaciones lanzadas contra la aviación rusa de matar a civiles en Siria. Lo que es sorprendente es que el Ministerio de Exteriores turco ha degenerado hasta el punto de utilizar métodos sucios como el acusar a nuestro país sin pruebas de matanzas en masa de civiles”.