La novela que no gusta a Ahmadineyad


Llega a España 'Mi tío Napoleón', monumental obra de Iraj Pezeshkzad sobre una familia en el Irán de los años cuarenta, hoy ilegal en su país | "Mi libro lo han leído desde el sha hasta intelectuales y niños de 11 años; incluso hicieron una serie televisiva"



Iraj Pezeshkzad
Iraj Pezeshkzad
Óscar Caballero, París. - Don Quijote, Las mil y una noches: como referencias de la crítica, no está nada mal para Mi tío Napoleón, de Iraj Pezeshkzad, la gran novela persa que, 37 años después de haber sido escrita, aparece por primera vez en castellano, en la flamante editorial barcelonesa Ático de los Libros. Editada en Teherán en 1973, tres años después se multiplicaba en 17 telefilmes y más tarde –prohibidos libro y filmes por la revolución de 1979, y exiliado su autor– en innumerables samizdats o copias clandestinas.
Desde entonces, Pezeshkzad vive en París. El Irán de los años cuarenta, el de su libro, sufrió las arremetidas de la historia hasta el actual y díscolo país atómico; la dictadura religiosa transformó en dictablanda la era del sha, sin olvidar los ocho años de guerra con Iraq. Pero, como toda gran novela, Mi tío Napoleón creó arquetipos que duran. El tío, cabeza de una pintoresca familia, oscuro ex policía, cree compartir el destino de Napoleón. Y atribuye todos los males de su país a los ingleses. Hoy, tío Napoleón es el nombre popular que se da –una costumbre tampoco exclusiva de Irán– a quien culpa a otros de los males propios.

La Segunda Guerra Mundial y la historia de Irán se inmiscuyen en las aventuras, a veces vodevilescas –cada puerta que se abre relanza la acción– de una gran familia muy mediterránea, entre dos mundos en transición, el de los notables y funcionarios que dejarán paso a los burgueses; y el de la sensualidad oriental, amordazada hoy por el pañuelo islámico. Como la realidad invita al arte, Pezeshkzad vive pocos metros de los bulevares que rodean París, llamados popularmente los mariscales, porque evocan a los de Napoleón. Octogenario alerta, este retorno a esos años 70 en los que se convirtió en el escritor más popular de su país lo distrae –"agradablemente", subraya– de la redacción de sus memorias.

"Mi novela la leyeron desde el sha y los religiosos hasta el pueblo llano –explica–, los intelectuales y niños de 11 y 12 años me la comentaban. Y, clandestina u oficial, nunca dejó de circular. En las librerías iraníes de Estados Unidos encontré hasta cuatro ediciones piratas diferentes; por lo general, junto a vídeos de los telefilmes".

Paradojas del éxito, este hombre es un experto en derechos de autor vulnerados. "Por ejemplo –apunta–, al margen de la edición griega y la norteamericana, que precedieron a la española, supe de dos ediciones pirata por lo menos, en la URSS primero y en la Federación Rusa después. Unos 200.000 ejemplares en total, por los que no recibí un céntimo. Tengo dos ejemplares porque me los trajeron amigos".

El lector de Mi tío Napoleón es atrapado rápidamente por un mundo al que accede sin dificultad. El narrador de 14 años se enamoró de su prima "un caluroso día de verano, para ser preciso un viernes 13 de agosto, aproximadamente a las tres menos cuarto de la tarde" y, años más tarde, se preguntará si de haberse enamorado "el doce o el catorce las cosas hubieran acabado de forma distinta". El chico no tiene nombre. Tampoco hay descripciones físicas ni del entorno. "Hay que dejarle al lector la libertad de imaginar. Me parece importante que el personaje se revele por sus acciones, no por sus rasgos".

Pezeshkzad escribió una historia de Francia. Y Napoleón es un personaje, por alusión, de la novela. Pero no hay pretensión ni tono pedagógico, lo que, a su juicio, "explica el éxito inmediato y a todos los niveles que tuvo Mi tío Napoleón en Irán: desde el sha hasta los religiosos, de los intelectuales al hombre de la calle, todos se lo apropiaron. Por eso, fue víctima de un auto de fe", cuando él ya se había exiliado, ya que "después de casi 30 años como diplomático, había vuelto a Teherán como responsable de asuntos culturales. Y, claro, Jomeini no tenía la cultura entre sus objetivos. Así, en 1980 me vine a París, donde había estudiado de joven".

El autor se considera, ante todo, novelista satírico. "La sátira –apunta– es un género de la poesía iraní desde hace por lo menos un milenio. Pero nadie la había utilizado en el cuento. Y menos aún en la novela. Me pareció la forma sutil y al mismo tiempo directa de mostrar las contradicciones del pueblo, de los religiosos, de los políticos".

Pezeshkzad nunca regresó a Irán "pero sí mis libros. Hubo un paréntesis de apertura entre 1997 y el 2005, con la presidencia de Mohamed Jatami. Publiqué una novela. Y fue reeditado legalmente Mi tío Napoleón: una edición de 10.000 y otra de 20.000 ejemplares. Luego, el presidente conservador Mahmud Ahmadineyad cerró el aire. Y hasta ahora".

En París, fue, durante diez años, redactor jefe de un periódico de oposición. "A diferencia de sirios y de libaneses, el pueblo iraní nunca fue emigrante –cuenta–. Hoy, sin embargo, hay más de tres millones de exiliados".

Sobre su literatura, dice que es "siempre en persa, y a mano, porque ni siquiera he llegado a la máquina, escribí varios ensayos políticos. Y uno sobre Sa'di, poeta iraní del siglo XIII. Además de la novela publicada bajo Jatami". En sus venideras memorias, vuelve sobre sus "estudios en Francia, cinco años como juez de lo penal en Teherán, treinta años de diplomático en Austria, Checoslovaquia, Suiza y Argelia y otros treinta de exilio. Y en medio, más de medio siglo como escritor, en los que alterné libros de historia, ensayos, cuentos, teatro, una novela para jóvenes..."
Sábado, 3 de Abril 2010
La Vanguardia, Barcelona, España
           


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