En las obras de reparación de los palacios participaron más de 189.000 trabajadores, encargados de reforzar los cimientos, reparar algunas de las pinturas murales y tratar químicamente las estructuras de madera para luchar contra plagas y otros peligros para la cimentación. Pese a las obras de reparación, el Potala, que en su día fue uno de los edificios más altos del mundo (13 pisos), continuará manteniendo el límite diario de turistas, unos mil cada jornada. El palacio, cuya construcción comenzó en el siglo VII, pasó a ser la residencia de los Dalai Lamas, gobernantes políticos y religiosos del Tíbet, en el siglo XVII.
Es considerado la culminación de la arquitectura tibetana, con su característica fachada roja y blanca. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1994, el edificio alberga además un gran número de pinturas y esculturas igualmente consideradas obras maestras en el arte tibetano
Es considerado la culminación de la arquitectura tibetana, con su característica fachada roja y blanca. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1994, el edificio alberga además un gran número de pinturas y esculturas igualmente consideradas obras maestras en el arte tibetano