Lecciones de una guerra fracasada

Veteranos de la invasión soviética de Afganistán afirman que EE UU comete sus mismos errores


"¿Qué podía hacer el Ejército soviético contra una guerra de guerrillas en terreno montañoso? Los muyahidin minaban los caminos o ponían tres ametralladoras y las disparaban un minuto contra nuestra caravana militar. El resultado era cuatro o cinco muertos y varios heridos, mientras los atacantes desaparecían de inmediato sin dejar rastro", recuerda Franz Klintsévich, uno de los soldados soviéticos que combatieron en Afganistán en los años ochenta.



Afganistán, 1988
Afganistán, 1988
"Los estadounidenses deberían saber que cualquier grupo armado que llegue a Afganistán está condenado al fracaso, porque tendrá a la población en contra".
Cuando se acaban de cumplir 30 años del inicio de la invasión de Afganistán por parte de la URSS, los rusos ven ahora cómo actúan las fuerzas de la coalición liderada por EE UU y recuerdan su propia experiencia, los errores cometidos y ponen atención en los que hacen los estadounidenses, al tiempo que se plantean el papel que podría desempeñar Rusia en esa lucha.
Hoy en Afganistán se desarrolla otra guerra. Los estadounidenses entraron en el país en 2001 para acabar con los talibanes y con Osama Bin Laden -ex aliados suyos-, pero los éxitos de la operación antiterrorista, en la que participan decenas de países, incluida España, son bastante humildes: el Gobierno de Hamid Karzai controla apenas un tercio del territorio, mientras que los talibanes ganan poder.
Las comparaciones entre ambos conflictos son inevitables. Klintsévich, que ahora es diputado y vicepresidente del grupo del partido gubernamental Rusia Unida en la Duma, mira hacia atrás y trata de evaluar la decisión que los dirigentes soviéticos tomaron en diciembre de 1979: "Se trata de uno de esos casos en los que, hagas lo que hagas, yerras: si envías tropas cometes un error, y si no lo haces también".
Lo mismo sucede ahora. Con respecto a las tropas estadounidenses en Afganistán, Klintsévich constata que la coalición repite algunas equivocaciones cometidas por los soviéticos -e incurre en otras nuevas-, pero "el auténtico error consiste en haber entrado". "Es imposible que un ejército controle a toda la población. La única manera de vencer sería destruir completamente el país. Cualquier otra posibilidad está condenada al fracaso. Por eso hay que retirarse y comprender que sólo se puede ganar trabajando con la población para introducir cambios ideológicos y mejorar la situación económica", añade.
Otro de los errores de los estadounidenses consiste, según Klintsévich, en que "no trabajan con la población local": "Nosotros construimos escuelas, viviendas, caminos, invertíamos mucho dinero en infraestructura, financiábamos al poder legislativo, trabajábamos con la población local, con la oposición y con los que eran más o menos neutrales. Un soldado podía ir al mercado y comprar sin temor alguno. En los lugares de emplazamiento de nuestras tropas, la gente iba y venía, porque había relaciones con la población local. Esto es muy importante. Un norteamericano, un alemán o un español no pueden ir hoy a un mercado afgano y comprar tranquilamente. No hay comunicación; yo tenía muchos amigos entre los afganos".
La ocupación de la URSS comenzó hace 30 años, cuando miembros de los servicios secretos soviéticos tomaron el palacio presidencial de Hazifullah Amín, a quien mataron, y pusieron en su lugar a Babrak Karmal, un marxista que era embajador en Checoslovaquia y que fue llevado urgentemente a Moscú y, de allí, a Kabul. El Ejército soviético había entrado dos días antes, después de que Amín enviara al Kremlin 13 peticiones para que las tropas soviéticas intervinieran en el país con el fin de combatir la sublevación masiva que había provocado su Gobierno dictatorial. Comenzaba así la más larga guerra librada en la historia de la URSS.
El problema para Klintsévich, que es también líder de la principal organización de veteranos de Afganistán, está en la época en que aquello ocurrió. La URSS estaba bajo el Gobierno de Leonid Bréznev, es decir, en pleno estancamiento; la sociedad se hallaba dominada por una ideología "que a veces iba incluso contra el sentido común"; reinaba un patriotismo a ultranza complementado por un "internacionalismo de larga tradición", que, dice Klintsévich, "se nos había inculcado yo diría que desde la guerra civil española". Este sentimiento era tan profundo que hoy es difícil creer que miles de rusos se ofrecieron para ir a combatir como voluntarios al país asiático.
La decisión de invadir Afganistán fue tomada por la URSS de forma consciente, en función de sus intereses geoestratégicos. Así lo explica Klintsévich: después del inesperado golpe de Estado del príncipe Mohammed Daud Khan en 1977, cuando comenzó la república, derrocado a su vez cinco años más tarde por Nur Muhammad Taraki y su Partido Popular-Democrático, los dirigentes soviéticos se dieron cuenta de que "sin grandes gastos, obteníamos seguridad al sur de nuestras fronteras". Y "para un país de 150 millones de habitantes, en el que 50.000 morían al año en accidentes automovilísticos, las pérdidas de unos miles de soldados no parecían importantes", afirma.
Para Vladímir Vshívtsev, comandante de un pelotón de exploración en la guerra afgana, no había alternativa. "Hay que comprender: si no hubiéramos llegado nosotros, nuestro lugar habría sido ocupado sin falta por los norteamericanos". Klintsévich tampoco duda que EE UU habría ocupado el lugar de la URSS si ésta no hubiera enviado a sus tropas. "Afganistán significaba 3.000 kilómetros de fronteras con la Unión Soviética, así es que permitir que Washington lo dominara era una locura. Y lo iba a hacer si Moscú no actuaba", explica el diputado, hoy coronel retirado.
No sólo los servicios secretos soviéticos eran muy activos en Afganistán. También lo eran los estadounidenses. Los que combatían contra los soviéticos recibían toda clase de ayudas. "Debemos reconocer que juntos, la URSS y Occidente, desarrollaron los brotes nacientes de terrorismo, juntos dejamos escapar al genio de lámpara, y ahora juntos cosechamos los frutos de aquellas acciones. El problema es que hoy ya es imposible volver a meterlo en una botella y mantenerlo encerrado. Generaciones enteras de hombres han crecido con la guerra; sólo saben combatir y lo más terrible es que se han acostumbrado y no quieren hacer otra cosa", opina Klintsévich.
"Las tropas de la OTAN tendrán que retirarse, y el Gobierno de Karzai durará mucho menos que el que nosotros dejamos cuando nos retiramos", señala. Klintsévich está seguro de que "los estadounidenses se retirarán sin haber triunfado".En cualquier caso, afirma que "Si no nos ocupamos de los talibanes, ellos se ocuparán de nosotros. Su fundamentalismo infectará al mundo árabe y a Asia central. Y serán una amenaza para todo el mundo".

Martes, 5 de Enero 2010
El País, Madrid, España
           


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