El ministro Jibran Basil, de la corriente patriótica libre, anuncia la dimisión de los ministros opositores
Las dimisiones fueron anunciadas en el mismo momento en que el presidente estadounidense Barack Obama recibía al primer ministro libanés Saad Hariri en la Casa Blanca.
Tras su reunión Obama y Hariri se comprometieron a trabajar por "la estabilidad" de Líbano.
"El presidente y el primer ministro expresaron su determinación de lograr la estabilidad y la justicia en este periodo de incertidumbre gubernamental", indicó la presidencia estadounidense en un comunicado.
Washington atribuyó la renuncia de los ministros del Hezbolá y de sus aliados políticos al "miedo" que siente el movimiento chiita.
La secretaria de Estado norteamericana Hillary Clinton, de gira por el Golfo, entró en contacto de inmediato con dirigentes franceses, sauditas, egipcios y de otros países para destacar la necesidad "de que haya un consenso internacional sobre la necesidad de sostener el Tribunal" especial para el Líbano (TSL), según un responsable.
"El asunto reviste una cierta urgencia actualmente", aun cuando el Hezbolá no parece querer convocar a manifestaciones callejeras, añadió.
"Los diez miembros de la oposición han presentado su renuncia al gobierno; se espera que el presidente de la República (Michel Suleiman) tome rápidamente las medidas necesarias para formar un nuevo gobierno", dijo el ministro de Energía Gebrane Bassil, rodeado de los ministros dimisionarios.
El gobierno de Líbano, que cuenta con 30 ministros, se derrumba si más de una tercera parte de sus ministros se retira (en este caso, 11), según la Constitución libanesa.
Tras la dimisión de los 10 ministros del Hezbolá y sus aliados, un undécimo ministro, Adnan Sayyed Hussein, cercano al presidente Suleiman, presentó después su renuncia, lo que produjo automáticamente la caída del gobierno.
Los diez ministros del Hezbolá y sus aliados presentaron su dimisión debido a la investigación del tribunal de la ONU sobre el asesinato en 2005 de Rafic Hariri.
El Hezbolá, que teme que algunos de sus elementos sean acusados por el Tribunal Especial para el Líbano por el asesinato, había dado un plazo de "algunas horas" al gobierno de Saad Hariri para tomar una decisión sobre este "tribunal que divide al país".
Dicho Tribunal, que divulgará próximamente su acta de acusación en este asesinato, provocaba desde hace meses una dura pugna entre Hariri, que defiende su investigación, y el partido chiita, que acusa a la instancia de "estar a sueldo de Israel y Estados Unidos" y de basarse en "falsos testimonios".
Esta acusación se basa en que los testigos, que declararon que Siria estaba implicada en el asesinato de Hariri, acusaron a cuatro oficiales de las fuerzas de seguridad libanesas, éstos fueron encarcelados desde el 2005 hasta el 2009, cuando fueron liberados por el tribunal internacional por falta de pruebas. Al no haber pruebas de la culpabilidad de esos cuatro oficiales libaneses, o del gobierno sirio, Hezbolá y otros partidos políticos libaneses dijeron entonces que los testigos mintieron, que eran "falsos testigos", y que el tribunal internacional no pretende investigar sino provovar una guerra civil en Líbano. Hezbolá también ha denunciado en varias ocasiones que el tribunal nunca investigó la pista israelí, denunciando que Israel podría haber asesinado a Rafiq Hariri.
"Con esta dimisión se busca paralizar al Estado, y destruir el tribunal internacional (...). Creen que intensificando sus presiones van a conseguir doblegarlo (a Saad Hariri), pero esos intentos van a fracasar", dijo a la AFP Mohamed Rahhal, ministro de Medio Ambiente, y cercano al primer ministro.
La situación actual recuerda a la de 2006, cuando seis ministros del Hezbolá dimitieron del gobierno de Fuad Siniora, cercano a Saad Hariri, en un contexto de crisis política y de divergencias sobre la implementación de un tribunal internacional para juzgar a los asesinos de Rafic Hariri.
Esta dimisión provocó una crisis de dos años y colocó al país al borde de una nueva guerra civil en mayo de 2008, con enfrentamientos entre partidarios de Hariri y del Hezbolá, que dejaron unos 100 muertos.
Tras su reunión Obama y Hariri se comprometieron a trabajar por "la estabilidad" de Líbano.
"El presidente y el primer ministro expresaron su determinación de lograr la estabilidad y la justicia en este periodo de incertidumbre gubernamental", indicó la presidencia estadounidense en un comunicado.
Washington atribuyó la renuncia de los ministros del Hezbolá y de sus aliados políticos al "miedo" que siente el movimiento chiita.
La secretaria de Estado norteamericana Hillary Clinton, de gira por el Golfo, entró en contacto de inmediato con dirigentes franceses, sauditas, egipcios y de otros países para destacar la necesidad "de que haya un consenso internacional sobre la necesidad de sostener el Tribunal" especial para el Líbano (TSL), según un responsable.
"El asunto reviste una cierta urgencia actualmente", aun cuando el Hezbolá no parece querer convocar a manifestaciones callejeras, añadió.
"Los diez miembros de la oposición han presentado su renuncia al gobierno; se espera que el presidente de la República (Michel Suleiman) tome rápidamente las medidas necesarias para formar un nuevo gobierno", dijo el ministro de Energía Gebrane Bassil, rodeado de los ministros dimisionarios.
El gobierno de Líbano, que cuenta con 30 ministros, se derrumba si más de una tercera parte de sus ministros se retira (en este caso, 11), según la Constitución libanesa.
Tras la dimisión de los 10 ministros del Hezbolá y sus aliados, un undécimo ministro, Adnan Sayyed Hussein, cercano al presidente Suleiman, presentó después su renuncia, lo que produjo automáticamente la caída del gobierno.
Los diez ministros del Hezbolá y sus aliados presentaron su dimisión debido a la investigación del tribunal de la ONU sobre el asesinato en 2005 de Rafic Hariri.
El Hezbolá, que teme que algunos de sus elementos sean acusados por el Tribunal Especial para el Líbano por el asesinato, había dado un plazo de "algunas horas" al gobierno de Saad Hariri para tomar una decisión sobre este "tribunal que divide al país".
Dicho Tribunal, que divulgará próximamente su acta de acusación en este asesinato, provocaba desde hace meses una dura pugna entre Hariri, que defiende su investigación, y el partido chiita, que acusa a la instancia de "estar a sueldo de Israel y Estados Unidos" y de basarse en "falsos testimonios".
Esta acusación se basa en que los testigos, que declararon que Siria estaba implicada en el asesinato de Hariri, acusaron a cuatro oficiales de las fuerzas de seguridad libanesas, éstos fueron encarcelados desde el 2005 hasta el 2009, cuando fueron liberados por el tribunal internacional por falta de pruebas. Al no haber pruebas de la culpabilidad de esos cuatro oficiales libaneses, o del gobierno sirio, Hezbolá y otros partidos políticos libaneses dijeron entonces que los testigos mintieron, que eran "falsos testigos", y que el tribunal internacional no pretende investigar sino provovar una guerra civil en Líbano. Hezbolá también ha denunciado en varias ocasiones que el tribunal nunca investigó la pista israelí, denunciando que Israel podría haber asesinado a Rafiq Hariri.
"Con esta dimisión se busca paralizar al Estado, y destruir el tribunal internacional (...). Creen que intensificando sus presiones van a conseguir doblegarlo (a Saad Hariri), pero esos intentos van a fracasar", dijo a la AFP Mohamed Rahhal, ministro de Medio Ambiente, y cercano al primer ministro.
La situación actual recuerda a la de 2006, cuando seis ministros del Hezbolá dimitieron del gobierno de Fuad Siniora, cercano a Saad Hariri, en un contexto de crisis política y de divergencias sobre la implementación de un tribunal internacional para juzgar a los asesinos de Rafic Hariri.
Esta dimisión provocó una crisis de dos años y colocó al país al borde de una nueva guerra civil en mayo de 2008, con enfrentamientos entre partidarios de Hariri y del Hezbolá, que dejaron unos 100 muertos.