Los dos Estados islámicos de mayoría sunita comparten muchos vínculos religiosos y financieros, desde el preciado apoyo financiero saudí a un Pakistán en dificultades económicas hasta la ayuda militar que Pakistán ofrece a Riad.
Pero la masacre de 150 personas, entre ellas 140 escolares, en una escuela de Peshawar (noroeste de Pakistán) en diciembre ha cambiado las tornas. Esta matanza la perpetró un comando de los talibanes sunitas, cuyos atentados han causado miles de muertos en el país desde 2007.
Afanado por reaccionar, Islamabad anunció tolerancia cero con todos los grupos islamistas violentos y un refuerzo del control de las escuelas coránicas (madrazas), acusadas por algunos de fabricar extremistas en cadena.
Desde entonces, los medios e incluso los ministros han apuntado al papel de los saudíes en la financiación de las madrazas sospechosas y, por ende, de la violencia, lo que ha propiciado por primera vez tensiones entre los dos Estados amigos.
La semana pasada, la embajada saudí en Islamabad publicó un comunicado en el que afirmaba que todas sus donaciones a las madrazas recibían el visto bueno de Islamabad, en respuesta a un ministro paquistaní que había acusado a Riad de alimentar la inestabilidad por todo el mundo musulmán.
Por su parte, el ministerio paquistaní de Relaciones Exteriores anunció que las donaciones privadas "por canales informales" serían igualmente estudiadas con lupa para agotar cualquier vía de financiación de grupos terroristas. Aunque no se mencionaba explícitamente a Arabia Saudí, el comunicado fue interpretado como un reproche velado al país.
Por otro lado, Arabia Saudí saltó a la primera plana de los medios paquistaníes recientemente después de que se supiera que Islamabad había autorizado a un príncipe saudí a acudir al sur del país para cazar miles de ejemplares de una especie de ave en peligro de extinción, lo que desató una fuerte polémica.
Para Badar Alam, editor del mensual pakistaní Herald Magazine, esta oleada de críticas es algo inédito. "Arabia Saudí tiene grandes intereses económicos en Pakistán. Antes, nadie ponía en cuestión este tipo de cosas. Pero ahora, la prensa paquistaní lo hace", apunta.
- Financiación del terrorismo -
En 2009, cables diplomáticos americanos que se filtraron acusaban a los donantes saudíes de ser "la más importante fuente de financiación de grupos terroristas en todo el mundo". Entre los destinatarios, se encontraban varios grupos extremistas sunitas, talibanes de Al Qaida y Lashkar-e-Jhangvi, autor de numerosos atentados contra la minoría chiita de Pakistán.
Arabia Saudí, una potencia sunita rigorista, es acusada a menudo de financiar a grupos que luchan contra la influencia de su rival iraní, primera potencia chiita.
El pasado año, el gobierno del primer ministro paquistaní, Nawaz Sharif, anunció haber recibido un "donativo" de 1.500 millones de dólares (1.300 millones de euros) de un país musulmán amigo, que los expertos interpretaron como un préstamo saudí.
Najmuddin Sheikh, antiguo embajador paquistaní, asegura que "existe un fuerte sentimiento de que una gran parte del terrorismo" que desangra al país "está financiado por estados extranjeros" como Arabia Saudí, Kuwait, Emiratos Árabes Unidos y Catar.
"Pakistán tiene que romper cualquier vínculo con los grupos armados extremistas que viene utilizando para contrarrestar la influencia de su rival indio en Cachemira y en Afganistán", añade Sheikh.
"Hemos sido nosotros quienes hemos alimentado nuestra propia radicalización", opina un responsable gubernamental paquistaní que prefiere quedar en el anonimato.
Pero aunque el clima actual sea el de la crítica contra los saudíes, destaca él, la relación entre los dos países sigue siendo demasiado importante y beneficiosa para Pakistán como para que éste la ponga en duda.
"Tanto el gobierno de Sharif como el ejército siguen siendo muy cercanos a los saudíes, y deberían seguir siéndolo", agrega.