"Quería un buen salario y una buena vida, por eso crucé la frontera", cuenta este joven de 21 años a su regreso a Adís Abeba. "Cuando llegué a Arabia Saudita, primero me fue bien, ahorré mucho dinero. Ahora volví a casa y no volveré más allí", dice.
Abdalá Awele es uno de los al menos 23.000 etíopes residentes en Arabia Saudita de forma ilegal que fueron repatriados a raíz de la expulsión decretada por Riad.
Al comienzo del mes, tres de estos etíopes murieron en enfrentamientos con la policía cuando las autoridades saudíes comenzaban a preparar la vuelta de los trabajadores ilegales después de darles un margen de siete meses para abandonar el país.
"Cuando me llevaron a la policía, tenía 3.500 riales (700 euros), finalmente acabé en la cárcel, me quedé sin equipaje y la policía me arrebató todo el dinero", recuerda el joven.
"La policía incluso me quitó los zapatos", dice descalzo en el aeropuerto de Adís Abeba al que llegó el viernes con otros treinta etíopes.
Abdalá Awele se ocupaba de animales en Arabia Saudita, donde asegura haber estado encarcelado seis meses. El joven, con cicatrices en la nuca, denuncia que la policía lo golpeaba y no le daba comida suficiente en la cárcel.
El problema del desempleo
Ante la falta de oportunidades en Etiopía, muchos etíopes, sobre todo las mujeres, optaron por emigrar a Oriente Medio en los últimos años para encontrar trabajo.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), muchos de ellos, mal pagados, sufren agresiones físicas y psicológicas, así como discriminación.
Y eso hasta tal punto que Adís Abeba prohibió incluso a los etíopes que busquen empleos en casas de particulares en Oriente Medio.
Abdurahman Kamal, que también regresó el viernes, afirma haber sido golpeado antes de ser encarcelado durante 10 días. Su jefe le cortó los víveres y le retiró el apoyo necesario para obtener un visado antes de entregarlo a las autoridades.
"La policía me pidió dinero, pero en aquel momento no lo tenía, entonces me pegó", cuenta este joven de también 21 años que trabajaba como chófer.
Después de pasar tres años en Arabia Saudita, se siente aliviado de haber vuelto a casa. "Voy a ver a mi familia", confiesa este hombre vestido con una camiseta rota que deja entrever cicatrices.
Con una población de 91 millones de habitantes, Etiopía es el segundo país más poblado de África después de Nigeria, pero figura entre los diez últimos del mundo en desarrollo humano.
El índice de desempleo es del 27% para las mujeres y del 13% para los hombres, según la OIT, y esto explica en buena parte la expatriación de los jóvenes.
Ahmed Abduljebar, de 25 años, es otro de estos jóvenes que soñaban con una vida mejor. Primero fue a Yemen, donde trabajaba como camarero. Luego lo detuvieron cuando cruzaba la frontera saudí sin visado.
Y como otros asegura que en los tres meses que estuvo en la cárcel recibió palizas y le robaron. Abduljebar también reprocha a las autoridades etíopes que no hubieran reaccionado lo suficientemente rápido.
"La embajada etíope (...) no protege a los etíopes", lamenta este joven, que dice sentir lástima por los miles de conciudadanos suyos encarcelados en Arabia Saudita, donde espera "no volver" nunca.