Si para sus compatriotas Peres encarnaba la historia y la continuidad del Estado de Israel, los palestinos interrogados por la AFP no dudaban en calificarlo de "criminal de guerra".
En el centro de Tel Aviv, con lágrimas en los ojos, Liora Levy, una israelí que rondaba la cincuentena, dijo ir al trabajo con tristeza. "Era uno de los mejores. Es un día terrible, un día de pena, un día de duelo", murmuró.
Pero este duelo, los israelíes lo vivían sin muestras de dolor excesivas, sin velas ni concentraciones de militantes políticos, contrariamente a cuando Yitzhak Rabin fue asesinado en 1995. Se habían preparado -cuentan- con las "falsas alertas" de cada una de sus hospitalizaciones de este año.
La radio y la televisión interrumpieron su programación habitual para difundir en alternancia boletines especiales de noticias e imágenes de archivo de los años 1950, acompañadas de música compuesta en los kibutzs o por los "pioneros" llegados con la creación del Estado de Israel en 1948.
Los israelíes se volvieron a sumir así en su historia, un pilar de la cual desaparece con la muerte del último fundador que quedaba del Estado Hebreo.
"Estoy muy muy mal. Era alguien que nos habían enviado del cielo, un gran hombre que nos hacía sentir grandes a nosotros también", dijo Kalman Belhassan, un octogenario, mientras cruzaba la plaza Rabin en Tel Aviv.
En esta misma explanada, una maestra improvisa ante sus alumnos una clase sobre Shimon Peres: ministro de Relaciones Exteriores, primer ministro, premio Nobel de la Paz, presidente y jubilado muy activo, aficionado a la tecnología y que había estrenado hace poco una cuenta Instagram.
Su recorrido hizo de él "un ejemplo de vida", afirmó Chemi Weber. "En la vida tengo dos ejemplos: mi padre y Shimon Peres, era un héroe", explicó a la AFP este profesor de yoga que tiene intención de ir el lunes a Jerusalén, donde se instalará la capilla ardiente en el parlamento.
Nadie en Israel tenía ganas de decir este miércoles algo malo de Peres, que como Rabin, era objeto de un fuerte resentimiento de parte de la derecha nacionalista por los acuerdos de Oslo que firmó con los palestinos.
"Vengo de una familia de derecha, por tanto de un partido completamente diferente del suyo, pero lo respetaba. Fue alguien que hizo mucho por Israel, una personalidad fuera de lo común", afirmó Emmanuel Kipnisch, residente en Tel Aviv.
En los Territorios Palestinos, en Ramala o Gaza, nadie tenía en cambio ganas de decir nada bueno. Para Hossam Qiblaui, un comerciante de 52 años, Peres, como otros, era un "un criminal, un carnicero".
"Dejó su huella en numerosas masacres, dejó mujeres viudas, niños huérfanos", señaló por su parte Tamer Daraghmeh, de 47 años, delante de un restaurante en Ramala, la ciudad donde tiene su sede la Autoridad Palestina nacida de los acuerdos de Oslo.
Saber Farraj no puede creer que Peres sea presentado como "un hombre de paz". "¿Cómo podría un hombre de paz matar niños? ¿Cómo se dotaría un hombre de paz del arma nuclear? Porque fue él quien la trajo a Israel", agrega en un café de Ramala.
"Tuvo el premio Nobel de la Paz pero no es un hombre de paz", señaló Abdesalam al Hau, que vive en la franja de Gaza. "¡Qué se vaya al infierno!", dijo Hosam al Hajuj, desde este pequeño enclave costero arrasado por tres ofensivas israelíes desde 2008.
En el centro de Tel Aviv, con lágrimas en los ojos, Liora Levy, una israelí que rondaba la cincuentena, dijo ir al trabajo con tristeza. "Era uno de los mejores. Es un día terrible, un día de pena, un día de duelo", murmuró.
Pero este duelo, los israelíes lo vivían sin muestras de dolor excesivas, sin velas ni concentraciones de militantes políticos, contrariamente a cuando Yitzhak Rabin fue asesinado en 1995. Se habían preparado -cuentan- con las "falsas alertas" de cada una de sus hospitalizaciones de este año.
La radio y la televisión interrumpieron su programación habitual para difundir en alternancia boletines especiales de noticias e imágenes de archivo de los años 1950, acompañadas de música compuesta en los kibutzs o por los "pioneros" llegados con la creación del Estado de Israel en 1948.
Los israelíes se volvieron a sumir así en su historia, un pilar de la cual desaparece con la muerte del último fundador que quedaba del Estado Hebreo.
- 'Enviado del cielo' -
"Estoy muy muy mal. Era alguien que nos habían enviado del cielo, un gran hombre que nos hacía sentir grandes a nosotros también", dijo Kalman Belhassan, un octogenario, mientras cruzaba la plaza Rabin en Tel Aviv.
En esta misma explanada, una maestra improvisa ante sus alumnos una clase sobre Shimon Peres: ministro de Relaciones Exteriores, primer ministro, premio Nobel de la Paz, presidente y jubilado muy activo, aficionado a la tecnología y que había estrenado hace poco una cuenta Instagram.
Su recorrido hizo de él "un ejemplo de vida", afirmó Chemi Weber. "En la vida tengo dos ejemplos: mi padre y Shimon Peres, era un héroe", explicó a la AFP este profesor de yoga que tiene intención de ir el lunes a Jerusalén, donde se instalará la capilla ardiente en el parlamento.
Nadie en Israel tenía ganas de decir este miércoles algo malo de Peres, que como Rabin, era objeto de un fuerte resentimiento de parte de la derecha nacionalista por los acuerdos de Oslo que firmó con los palestinos.
"Vengo de una familia de derecha, por tanto de un partido completamente diferente del suyo, pero lo respetaba. Fue alguien que hizo mucho por Israel, una personalidad fuera de lo común", afirmó Emmanuel Kipnisch, residente en Tel Aviv.
- 'No era un hombre de paz' -
En los Territorios Palestinos, en Ramala o Gaza, nadie tenía en cambio ganas de decir nada bueno. Para Hossam Qiblaui, un comerciante de 52 años, Peres, como otros, era un "un criminal, un carnicero".
"Dejó su huella en numerosas masacres, dejó mujeres viudas, niños huérfanos", señaló por su parte Tamer Daraghmeh, de 47 años, delante de un restaurante en Ramala, la ciudad donde tiene su sede la Autoridad Palestina nacida de los acuerdos de Oslo.
Saber Farraj no puede creer que Peres sea presentado como "un hombre de paz". "¿Cómo podría un hombre de paz matar niños? ¿Cómo se dotaría un hombre de paz del arma nuclear? Porque fue él quien la trajo a Israel", agrega en un café de Ramala.
"Tuvo el premio Nobel de la Paz pero no es un hombre de paz", señaló Abdesalam al Hau, que vive en la franja de Gaza. "¡Qué se vaya al infierno!", dijo Hosam al Hajuj, desde este pequeño enclave costero arrasado por tres ofensivas israelíes desde 2008.