Pekín exige que los estafadores detenidos en el extranjero sean extraditados a China y lo ha logrado en muchos casos, en un momento en que sus relaciones con Taipéi se han enfriado ostensiblemente.
Mientras Taiwán califica estas extradiciones de "secuestros", Pekín cree que están justificadas debido a que la mayoría de las víctimas son de China continental.
Desde abril, cerca de 200 taiwaneses sospechosos de fraude han sido expulsados a China en proveniencia de varios países, entre ellos Armenia, Camboya o Kenia, según las autoridades taiwanesas.
El fenómeno se explica en parte por el malestar de la juventud de la isla confrontada a una economía estancada y a la falta de empleo, que empuja a universitarios sin trabajo a entrar en redes de estafa organizada.
Hasta ahora, los sospechosos eran enviados a Taiwán, isla nacionalista separada de China desde 1949, pero considerada por Pekín como parte integrante de su territorio.
Las extradiciones a China continental son percibidas como una forma de presión sobre la presidenta Tsai Ing-gen, elegida en enero e integrante del Partido democrático progresista (PDP), formación hostil a Pekín.
"Antes, Taiwán y China investigaban de forma conjunta sobre los casos de estafas pero esto se está volviendo cada vez más difícil con el cambio de mayoría" en la isla, explica Hsu Shu-hu, diputada del Kuomintang que, cuando estaba en el poder, había practicado una política de acercamiento con Pekín.
Las redes criminales cuentan con miles de personas, esencialmente taiwaneses, pero también chinos.
De enero a octubre se registraron 10.600 casos de estafas telefónicas. En dos años, el número se ha duplicado debido a que los timadores piratearon aplicaciones de mensajería como Line para hacerse pasar por amigos de las víctimas y pedirles, por ejemplo, bonos de compra.
En una versión más clásica, los estafadores llamaban a las víctimas y se hacían pasar por policías para sonsacarles las coordenadas de sus tarjetas de crédito, o por fiscales, exigiendo el acceso a sus cuentas.
Algunas víctimas llegaron a transferir todos sus ahorros a los timadores.
Según la Oficina China de Asuntos Taiwaneses, los daños ascienden a más de 1.500 millones de dólares al año. Desde 2011 han sido detenidos más de 2.000 sospechosos de esa procedencia en 15 países.
Zhang Xue-hai, director de una asociación de ayuda jurídica, se ocupa de los taiwaneses detenidos en Tailandia. Se trata, dice, de jóvenes engañados a los que se les ha requisado el pasaporte y el teléfono.
"Están en la veintena, no lograron encontrar trabajo después de la universidad y se pusieron en contacto a través de amigos (con los reclutadores) y fueron a Tailandia pensando que encontrarían un verdadero trabajo".
Por su parte, la policía explica que los timadores trabajan en pequeños grupos y se reclutan entre ellos a través de conocidos, principalmente jóvenes desempleados.
Uno de los extraditados desde Kenia ha explicado que lo hizo por dar a su hijo "una vida mejor". Liu Tai-ting, de 27 años, aseguró durante la "confesión" difundida por la televisión taiwanesa que ganó 8.000 dólares.
Cuando son detenidos en Taiwan, los autores son condenados con frecuencia a menos de un año de prisión, según los especialistas.
"El juego les merece la pena y lo harán de nuevo una y otra vez", subraya Tsai Tyan-muh, especialista en Criminología en la Universidad de la Policía Central.
La perspectiva de ser enviado a China, donde se arriesgan a condenas de cadena perpetua, podría ser un elemento de disuasión importante.
Mientras Taiwán califica estas extradiciones de "secuestros", Pekín cree que están justificadas debido a que la mayoría de las víctimas son de China continental.
Desde abril, cerca de 200 taiwaneses sospechosos de fraude han sido expulsados a China en proveniencia de varios países, entre ellos Armenia, Camboya o Kenia, según las autoridades taiwanesas.
El fenómeno se explica en parte por el malestar de la juventud de la isla confrontada a una economía estancada y a la falta de empleo, que empuja a universitarios sin trabajo a entrar en redes de estafa organizada.
Hasta ahora, los sospechosos eran enviados a Taiwán, isla nacionalista separada de China desde 1949, pero considerada por Pekín como parte integrante de su territorio.
Las extradiciones a China continental son percibidas como una forma de presión sobre la presidenta Tsai Ing-gen, elegida en enero e integrante del Partido democrático progresista (PDP), formación hostil a Pekín.
"Antes, Taiwán y China investigaban de forma conjunta sobre los casos de estafas pero esto se está volviendo cada vez más difícil con el cambio de mayoría" en la isla, explica Hsu Shu-hu, diputada del Kuomintang que, cuando estaba en el poder, había practicado una política de acercamiento con Pekín.
- Falsos policías al teléfono-
Las redes criminales cuentan con miles de personas, esencialmente taiwaneses, pero también chinos.
De enero a octubre se registraron 10.600 casos de estafas telefónicas. En dos años, el número se ha duplicado debido a que los timadores piratearon aplicaciones de mensajería como Line para hacerse pasar por amigos de las víctimas y pedirles, por ejemplo, bonos de compra.
En una versión más clásica, los estafadores llamaban a las víctimas y se hacían pasar por policías para sonsacarles las coordenadas de sus tarjetas de crédito, o por fiscales, exigiendo el acceso a sus cuentas.
Algunas víctimas llegaron a transferir todos sus ahorros a los timadores.
Según la Oficina China de Asuntos Taiwaneses, los daños ascienden a más de 1.500 millones de dólares al año. Desde 2011 han sido detenidos más de 2.000 sospechosos de esa procedencia en 15 países.
- Búsqueda de una vida mejor -
Zhang Xue-hai, director de una asociación de ayuda jurídica, se ocupa de los taiwaneses detenidos en Tailandia. Se trata, dice, de jóvenes engañados a los que se les ha requisado el pasaporte y el teléfono.
"Están en la veintena, no lograron encontrar trabajo después de la universidad y se pusieron en contacto a través de amigos (con los reclutadores) y fueron a Tailandia pensando que encontrarían un verdadero trabajo".
Por su parte, la policía explica que los timadores trabajan en pequeños grupos y se reclutan entre ellos a través de conocidos, principalmente jóvenes desempleados.
Uno de los extraditados desde Kenia ha explicado que lo hizo por dar a su hijo "una vida mejor". Liu Tai-ting, de 27 años, aseguró durante la "confesión" difundida por la televisión taiwanesa que ganó 8.000 dólares.
Cuando son detenidos en Taiwan, los autores son condenados con frecuencia a menos de un año de prisión, según los especialistas.
"El juego les merece la pena y lo harán de nuevo una y otra vez", subraya Tsai Tyan-muh, especialista en Criminología en la Universidad de la Policía Central.
La perspectiva de ser enviado a China, donde se arriesgan a condenas de cadena perpetua, podría ser un elemento de disuasión importante.