Los males subsidiados en El Salvador


Por Néstor Martínez
Editor del Suplemento Eco-Lógico

En El Salvador el gobierno pagará en 2008 a los buseros y microbuseros 83.4 millones de dólares anuales (el año pasado pagaba 40 millones de dólares) en subsidio.





Aunque el gobierno alega que es para no aumentar la tarifa y que de esta manera beneficia al pueblo, la verdad es que es un derroche de dinero que tiene un serio impacto ambiental.

La flota de buses en El Salvador es vieja. La mayoría de buses tienen más de 15 años de servicio y otros, incluso, son reconstrucciones con mezcla de camiones viejos con carrocería de buses.

Muchos de estos buses al arrancar el motor deben mantenerlo en marcha, o cuando arrancan lo mantienen varios minutos acelerado, por lo general esta actividad se hace en los puntos de buses, que en su mayoría están dentro de colonias densamente pobladas, afectando directamente a la población.

No es raro ver en circulación a buses que van dejando una estela de humo negro rociado directamente sobre los transeúntes y pasajeros.

En el interior de los buses los pasajeros deben ser cuidadosos de no llenarse las manos de óxido, aceites o grasas. De igual manera, los propietarios han instalado una máquina para contar a los pasajeros que entran, sin considerar que esta máquina obliga a los niños a arrastrarse, impide la entrada a los que usan sillas de ruedas o aparatos para caminar, además del peligro que bloquea una puerta de salida en caso de emergencia.

Los puntos de buses son zonas muy contaminadas con desperdicios de aceites y grasas, volumen del sonido, motores encendidos, bocinas, etc.

Otro problema mucho más grave, por ser contaminación que afecta directamente, es el alto volumen que algunas unidades llevan, a pesar de que allí se conducen ancianos, ancianas, niños, niñas (algunos en lactancia), enfermos, trabajadores y trabajadoras cansadas, otros desvelados, otros tienen con graves problemas emocionales, problemas en la casa, y un largo etc.

El volumen afecta directamente el corazón, los nervios, y los oídos, de esta manera altera la conducta, la circulación de la sangre, provoca crisis nerviosas y causa sordera, entre otros males. Motivos suficientes para prohibir el sonido dentro del transporte colectivo.

Si usted le pide a chófer que apague el motor o el volumen, lo más seguro es que recibirá una ofensa o la consabida frase “cómprese un carro”.

A este sonido interno se le agrega el sonido externo: la mayoría han instalado fuertes trompetas que lanzan un agudo sonido que causa dolor en los oídos. Los rótulos de “Silencio”, alrededor de los hospitales son ignorados, incluso en las cercanías del los hospitales donde nacen los niños de las trabajadoras (Unidad 1ro de Mayo y Hospital de Maternidad), son las zonas más contaminadas por el transporte en la ciudad.

Otros agregan a esta contaminación el ruido de los motores viejos o malas instalaciones de los escapes.

Toda esa contaminación es subsidiada abiertamente y generosamente por el gobierno utilizando el dinero de nuestros bolsillos. Como si esto fuera poco, los diputados en años anteriores, han perdonado las millonarias multas al transporte colectivo, que se caracteriza en El Salvador por ser el principal violador de las leyes de tránsito vehicular.

El transporte público es el principal responsable del caso vehicular. Los conductores estacionan en cualquier lugar y crean puntos de control en donde se les antoja.

El mismo gobierno acepta que no supervisa el subsidio lo deja la puerta abierta, como algunos medios lo han denunciado, para la corrupción. Asimismo se ha denunciado que los transportistas colectivos, no tiene buses sino que cobran el subsidio por tener solo las placas registradas.

A esta contaminación y corrupción, se agrega la malcriadeza de los chóferes, su evidente falta de cultura, el desconocimiento total del Reglamento de Tránsito, el poco respeto para usuarios y peatones, las incontrolables velocidades a la que conducen.

Este maltrato se refleja en que, por lo general, los conductores mantienen acelerado el vehículo urgiendo a los pasajeros a bajar o subir, lo que ha causado no pocas caídas de los usuarios y a veces golpes de consideración, hasta la muerte.

Si el subsidio fue aumentado debido a los altos precios internacionales del petróleo, usted debería de preguntarse ¿por qué no se reduce o ajusta cuando bajan los precios? Esto es debido a que el subsidio se paga sin ningún tipo de control.

Este subsidio debió ser dado a aquellos que cumplieran con requisitos de calidad, o mejor aún, con esos 83.4 millones de dólares se puede modernizar el sistema de transporte, del cual existen varios estudios. Uno de ellos propone eliminar todas las rutas individuales y crear los ejes, para que las principales ciudades sean atravesadas por pocas líneas de buses con largos recorridos, y dejar el transporte individual para alimentar estos ejes desde las colonias.

Asimismo, deberían de habilitarse o crear alternativas al transporte colectivo, como el tren o el metro.

Pero un sistema de gobierno corrupto especializado en derrochar o robar los millones de dólares que pasan por sus manos, está poco interesado en la organización de la sociedad, y dejará de lado los ordenamientos necesarios y urgentes.

Un transporte colectivo organizado administrado por el gobierno, (por cierto la Constitución de la República declara este servicio de interés público, y en otros países el transporte colectivo es propiedad del gobierno) no solo ahorraría dinero y tiempo a la ciudadanía y al gobierno, sino que evitaría la contaminación y llevaría bienestar a la población.
Lunes, 15 de Diciembre 2008
Diario CoLatino, El Salvador
           


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