Lugo y la decepción ciudadana en Paraguay


El 20 de abril significó la caída de un partido que enriqueció a unos pocos y dejó en las ruinas a una gran mayoría de los paraguayos. Simbolizó el inicio de una nueva era política en el Paraguay por la que la gente apostó con gran expectativa.



Fernando Lugo, presidente de Paraguay
Fernando Lugo, presidente de Paraguay
Nilza Ferreira. - A casi dos años de aquella histórica victoria, las esperanzas se diluyen y la decepción ciudadana aumenta hacia este gobierno del cambio. Una vez más se repite la historia: los dirigentes políticos de turno en el usufructo del poder están metidos en una jauría incontrolable, pelean por cuantos cupos y se sacan sus trapos sucios al aire.

Discusiones estériles y lluvia de improperios acaparan la atención de nuestras autoridades del poder Legislativo y Ejecutivo, que siguen apabullándose porque hasta ahora no encontraron el hilo conductor para el diálogo como gente civilizada.

La irracional posición de no abrirse a un diálogo sincero acrecienta la inestabilidad en el país. La inmadurez política o el capricho del presidente Fernando Lugo y las desatinadas expresiones de ataque al Congreso, por parte de sus colaboradores inmediatos, no hacen otra cosa que tirar más leña al fuego. Y antes que un acercamiento alientan un verdadero ambiente de guerra.

Mientras el presidente del Congreso, Miguel Carrizosa, acusó que con “maletines” enviados desde Venezuela buscan romper la institucionalidad, desde el Ejecutivo surgió un contraataque del secretario general de la Presidencia, Miguel López Perito, quien calificó de “adefesio” (disparate) el documento del pacto democrático que el año pasado el poder Legislativo planteó al Ejecutivo, en un intento por garantizar un trabajo conjunto en pos del desarrollo del país.

Lo cierto y concreto es que durante los dos años se ha perdido mucho tiempo en tentativas de conversaciones, hoy existe una ferviente animadversión entre los representantes de estos dos poderes del Estado.

Si bien los “aliancistas” hoy divididos en varias facciones preparan con pomposidad los festejos del 20 abril, para el común de la gente será el día de la decepción. El pueblo no tiene nada que festejar ante un creciente abandono y orfandad de sus autoridades. Hasta el momento la gestión gubernamental no pasó de ser puro papelerío, tiene planes trazados con proyección al 2020, pero nulos proyectos inmediatos. Y a este ritmo, dudo que Lugo sea capaz de realizar todas las obras de gobierno en los dos últimos años de mandato.

En menos de lo que canta un gallo, el gobierno del presidente Lugo se ha transformado en una máquina procesadora de mentiras. Todos se han aprendido el libreto de la “transparencia y la honestidad”, pero lo cotidiano es que cada uno juega su propio partido buscando clasificar con fortuna y así sustentar algún proyecto político con miras al 2013.

Si las autoridades nacionales no deciden poner paños fríos a esta lamentable historia de puja inmisericorde por los zoquetes, el país continuará sin posibilidades de revertir las condiciones socio-económicas de la clase humilde, diezmada por las necesidades. Y por ende, aumentará la delincuencia y el caos en la nación. Urge que tanto los legisladores como el presidente Lugo y su entorno antepongan los intereses del país antes que los personales y políticos y lleguen a la conciliación, antes de que sea tarde.
Sábado, 3 de Abril 2010
La Nación, Paraguay
           


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