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Política
Jalal Talabani y a la derecha, Nuri Al Maliki
La parálisis de las instituciones durante estos meses se ha considerado a menudo como una de las causas de la violencia.
Maliki, de 60 años, que llegó al poder en 2006, es jefe de la Alianza Nacional, una vasta coalición chiita mayoritaria en el Parlamento. Fue confirmado para un segundo mandato por el presidente Jalal Talabani durante una ceremonia en el palacio presidencial Al Salam, en Bagdad.
El nombramiento de Maliki se retardó al máximo para darle tiempo para lograr un acuerdo sobre el reparto de los ministerios.
Reelegido el 11 de noviembre para un segundo mandato de cuatro años, Talabani disponía, según la Constitución, de 15 días para nombrar a su primer ministro, lo que hizo en el último día.
El 10 de noviembre, después de meses de negociaciones infructuosas, las diferentes listas llegaron a un acuerdo sobre la repartición de los más altos cargos del Estado, lo que consagró su distribución confesional.
La presidencia de la República sigue en manos de un kurdo, la dirección del gobierno en las de un chiita y la minoría sunita conserva la presidencia del Parlamento.
El principal rival de Maliki para el cargo de primer ministro, el chiita Iyad Allawi, que encabezó una lista laica apoyada ampliamente por los sunitas, heredará una instancia dotada de poderes ejecutivos y creada para él.
La participación de los sunitas en el gobierno es considerada crucial para evitar que Irak, cuya economía se levanta a duras penas después de décadas de guerras y sanciones, quede de nuevo sumido en la violencia confesional.
Maliki, de 60 años, que llegó al poder en 2006, es jefe de la Alianza Nacional, una vasta coalición chiita mayoritaria en el Parlamento. Fue confirmado para un segundo mandato por el presidente Jalal Talabani durante una ceremonia en el palacio presidencial Al Salam, en Bagdad.
El nombramiento de Maliki se retardó al máximo para darle tiempo para lograr un acuerdo sobre el reparto de los ministerios.
Reelegido el 11 de noviembre para un segundo mandato de cuatro años, Talabani disponía, según la Constitución, de 15 días para nombrar a su primer ministro, lo que hizo en el último día.
El 10 de noviembre, después de meses de negociaciones infructuosas, las diferentes listas llegaron a un acuerdo sobre la repartición de los más altos cargos del Estado, lo que consagró su distribución confesional.
La presidencia de la República sigue en manos de un kurdo, la dirección del gobierno en las de un chiita y la minoría sunita conserva la presidencia del Parlamento.
El principal rival de Maliki para el cargo de primer ministro, el chiita Iyad Allawi, que encabezó una lista laica apoyada ampliamente por los sunitas, heredará una instancia dotada de poderes ejecutivos y creada para él.
La participación de los sunitas en el gobierno es considerada crucial para evitar que Irak, cuya economía se levanta a duras penas después de décadas de guerras y sanciones, quede de nuevo sumido en la violencia confesional.
