
Convocados por un llamamiento en las redes sociales, los manifestantes se dieron cita en la plaza de Argelia, en el centro de Trípoli, y marcharon hasta los cercanos escombros del mausoleo Al Shaab al Dahmani, destruido el sábado por integristas musulmanes.
Desde el viernes fueron destruidos otros mausoleos de santos musulmanes y sufíes, y sus tumbas profanadas, en Misrata y Zliten, al este de Trípoli.
En la capital, los miembros de los servicios de seguridad, acusados de laxismo e incluso de implicación en el ataque al mausoleo, cerraron la calle a la circulación, e impidieron a la prensa tomar fotografías.
"Esta gente (los extremistas) quiere imponer su ideología a todo el mundo. Es inaceptable. Tiene que haber un diálogo", explica uno de los manifestantes, Adel Aziz, médico de profesión.
"No protestamos contra su ideología. Es su libertad. Protestamos contra la forma en que han sido destruidos esos mausoleos", afirma Sami Zaptia, redactor jefe del diario Libya Herald, que participó también en la manifestación.
Según Abderrazak al Badri, presidente del consejo local de Trípoli, presente en la manifestación, se han tomado medidas de seguridad para evitar que se destruyan otros mausoleos. Además se han cerrado todos los museos y las fuerzas de seguridad han sido prevenidas de los riesgos.
"Hemos hecho la revolución para fundar un Estado de derecho e instituciones, no para instaurar el caos", lamenta.