Tres o cuatro hombres a bordo de un coche dispararon a la luz del día contra el vehículo de Shabaz Bhati en un barrio acomodado de la capital, cuando salía de la casa de su madre, informó el jefe de la policía de Islamabad, Wajid Durrani. Los atacantes lograron escapar.
"Llegó muerto al hospital", declaró a la AFP por teléfono el doctor Azmatulá Qureshi, portavoz de Shifah, uno de los mayores hospitales de Islamabad.
En el lugar del crimen, se halló una carta atribuida a los partidarios de Al Qaida y a los talibanes paquistaníes que reivindica el asesinato, afirmó la policía.
Según el jefe de la policía, Bhatti había pedido a su escolta habitual que lo esperase en su oficina, en lugar de ir a buscarlo a casa de su madre, a la que solía ir sin guardaespaldas.
El asesinato fue cometido en plena controversia en este país musulmán sobre unas propuestas para enmendar una ley que prevé la pena de muerte en caso de blasfemia y dos meses después del asesinato de un gobernador que defendió a una cristiana condenada a la pena capital por haber "insultado" al profeta Mahoma.
El ministro Bhati, que defendía una enmienda de la ley contra la blasfemia e hizo varias declaraciones sobre la violencia y los frecuentes actos de intimidación contra la minoría cristiana había afirmado recibir frecuentes amenazas.
El asesinato de Bahti provocó una oleada de reacciones de indignación. La ONU llamó a reformar la ley sobre la blasfemia y la Unión Europea denunció "el clima de intolerancia y de violencia" en Pakistán. El Vaticano condenó un "acto de violencia incalificable" y Estados Unidos, Francia e Italia expresaron su repulsión por lo ocurrido.
Dos meses antes, el 4 de enero, en pleno día y frente a un complejo comercial de Islamabad, Salman Taseer, el gobernador de Punyab, la provincia más habitada de Pakistán, fue acribillado a balazos por un policía del comando de élite encargado de su protección.
El asesino alegó en su defensa que Taseer defendía a Asia Bibi, una cristiana condenada a muerte por haber "insultado" al profeta Mahoma, y porque el gobernador era partidario de una enmienda a la ley contra la blasfemia, convirtiéndose en un "héroe" para una parte de la población de la República Islámica de Pakistán.
Hace dos meses que se registran manifestaciones de apoyo a ese policía y contra cualquier cambio de la ley. Ante la presión popular, el gobierno repite incansablemente que no tiene ninguna intención de apoyar la enmienda presentada por algunos legisladores.
Varios imanes, uno de los cuales aparentemente "inspiró" a ese policía, según él, y dirigentes de movimientos fundamentalistas han reiterado públicamente que el islam recompensa a los asesinos de apóstatas o a quienes los defienden.
La pena de muerte jamás se ha aplicado en un caso de blasfemia desde que la ley lo previó en los años 80, pero varias personas --cristianas, musulmanas e hindúes-- condenadas por haber profanado al islam y al Corán fueron asesinadas, ya sea en prisión, por policías o guardianes, o en la calle una vez liberadas.
"Llegó muerto al hospital", declaró a la AFP por teléfono el doctor Azmatulá Qureshi, portavoz de Shifah, uno de los mayores hospitales de Islamabad.
En el lugar del crimen, se halló una carta atribuida a los partidarios de Al Qaida y a los talibanes paquistaníes que reivindica el asesinato, afirmó la policía.
Según el jefe de la policía, Bhatti había pedido a su escolta habitual que lo esperase en su oficina, en lugar de ir a buscarlo a casa de su madre, a la que solía ir sin guardaespaldas.
El asesinato fue cometido en plena controversia en este país musulmán sobre unas propuestas para enmendar una ley que prevé la pena de muerte en caso de blasfemia y dos meses después del asesinato de un gobernador que defendió a una cristiana condenada a la pena capital por haber "insultado" al profeta Mahoma.
El ministro Bhati, que defendía una enmienda de la ley contra la blasfemia e hizo varias declaraciones sobre la violencia y los frecuentes actos de intimidación contra la minoría cristiana había afirmado recibir frecuentes amenazas.
El asesinato de Bahti provocó una oleada de reacciones de indignación. La ONU llamó a reformar la ley sobre la blasfemia y la Unión Europea denunció "el clima de intolerancia y de violencia" en Pakistán. El Vaticano condenó un "acto de violencia incalificable" y Estados Unidos, Francia e Italia expresaron su repulsión por lo ocurrido.
Dos meses antes, el 4 de enero, en pleno día y frente a un complejo comercial de Islamabad, Salman Taseer, el gobernador de Punyab, la provincia más habitada de Pakistán, fue acribillado a balazos por un policía del comando de élite encargado de su protección.
El asesino alegó en su defensa que Taseer defendía a Asia Bibi, una cristiana condenada a muerte por haber "insultado" al profeta Mahoma, y porque el gobernador era partidario de una enmienda a la ley contra la blasfemia, convirtiéndose en un "héroe" para una parte de la población de la República Islámica de Pakistán.
Hace dos meses que se registran manifestaciones de apoyo a ese policía y contra cualquier cambio de la ley. Ante la presión popular, el gobierno repite incansablemente que no tiene ninguna intención de apoyar la enmienda presentada por algunos legisladores.
Varios imanes, uno de los cuales aparentemente "inspiró" a ese policía, según él, y dirigentes de movimientos fundamentalistas han reiterado públicamente que el islam recompensa a los asesinos de apóstatas o a quienes los defienden.
La pena de muerte jamás se ha aplicado en un caso de blasfemia desde que la ley lo previó en los años 80, pero varias personas --cristianas, musulmanas e hindúes-- condenadas por haber profanado al islam y al Corán fueron asesinadas, ya sea en prisión, por policías o guardianes, o en la calle una vez liberadas.