Viktor Bout
Llamado el "mercader de la muerte", Bout, que habría inspirado la película "El señor de la guerra", está acusado por los norteamericanos de "terrorismo" y de haber utilizado su flotilla de aviones de carga para suministrar armas en África, América del Sur y Oriente Medio.
Fue detenido en marzo de 2008 después de haber conocido a unos agentes norteamericanos que se hacían pasar por responsables de la guerrilla colombiana de las FARC.
Rusia hace una descripción muy diferente de su ciudadano, ex piloto de las fuerzas aéreas soviéticas, lo presenta como un simple hombre de negocios víctima de acoso judicial, y reclama a gritos su "retorno al país".
Cuando la justicia tailandesa decidió en agosto pasado su extradición a Estados Unidos, el titular de la diplomacia, Serguei Lavrov, denunció una "decisión ilegítima y política".
La extradición de Viktor Bout, que habla seis idiomas y ha utilizado al menos siete identidades, se ha visto atrasada luego por las actuaciones legales.
Para Tatiana Stanovaia, del Centro de Tecnologías Políticas de Moscú, el gobierno teme ante todo que Bout revele detalles comprometedores sobre la implicación rusa en conflictos y en el tráfico internacional de armas.
"Bout ejercía funciones informales para una parte de la élite rusa, para ciertas personas del gobierno", dice sin citar nombres.
"Puede suceder que el Estado no deba tener relaciones explícitas con países parias o bien organizaciones con una reputación no muy buena. En ese caso, se utiliza gente como él, en la frontera de la legalidad", prosigue Stanovaia.
Además, si el interesado es, como sostiene Washington, "uno de los traficantes de armas más prolíficos del mundo", ha tenido que contar con complicidades para poderse aprovisionar.
Según el periodista norteamericano Douglas Farah, coautor del libro de investigación "Merchant of Death", Bout inició esta carrera recuperando aviones soviéticos que cargaba de armas "guardadas por soldados a los que nadie pagaba".
Vadim Koziulin, profesor de la Academia de Ciencias Militares rusa, asegura que Viktor Bout ne tiene secretos que puedan perjudicar seriamente al Gobierno actual, aunque sí pueda resultar molesto.
El experto considera que Moscú busca más que nada preservar su reputación y la de personas influyentes que se enriquecieron al lado de Bout durante los años noventa, cuando las armas se volatilizaban en todas las repúblicas de la difunta Unión Soviética.
"En los años noventa, todo era posible, el país estaba descompuesto (...) no había control sobre el material militar", señala.
"Y entre aquellos que lo aprovecharon muchos son ahora gente importante. Estarían muy preocupados si alguien contara cómo ganaron sus primeros millones", agrega Koziulin. "La diplomacia rusa sabe que Bout deberá cooperar si lo mandan a Estados Unidos", añadió.
Sin embargo, Moscú, según ambos expertos, "no tiene maneras reales de presionar a Tailandia" para proteger estos secretos.
Fue detenido en marzo de 2008 después de haber conocido a unos agentes norteamericanos que se hacían pasar por responsables de la guerrilla colombiana de las FARC.
Rusia hace una descripción muy diferente de su ciudadano, ex piloto de las fuerzas aéreas soviéticas, lo presenta como un simple hombre de negocios víctima de acoso judicial, y reclama a gritos su "retorno al país".
Cuando la justicia tailandesa decidió en agosto pasado su extradición a Estados Unidos, el titular de la diplomacia, Serguei Lavrov, denunció una "decisión ilegítima y política".
La extradición de Viktor Bout, que habla seis idiomas y ha utilizado al menos siete identidades, se ha visto atrasada luego por las actuaciones legales.
Para Tatiana Stanovaia, del Centro de Tecnologías Políticas de Moscú, el gobierno teme ante todo que Bout revele detalles comprometedores sobre la implicación rusa en conflictos y en el tráfico internacional de armas.
"Bout ejercía funciones informales para una parte de la élite rusa, para ciertas personas del gobierno", dice sin citar nombres.
"Puede suceder que el Estado no deba tener relaciones explícitas con países parias o bien organizaciones con una reputación no muy buena. En ese caso, se utiliza gente como él, en la frontera de la legalidad", prosigue Stanovaia.
Además, si el interesado es, como sostiene Washington, "uno de los traficantes de armas más prolíficos del mundo", ha tenido que contar con complicidades para poderse aprovisionar.
Según el periodista norteamericano Douglas Farah, coautor del libro de investigación "Merchant of Death", Bout inició esta carrera recuperando aviones soviéticos que cargaba de armas "guardadas por soldados a los que nadie pagaba".
Vadim Koziulin, profesor de la Academia de Ciencias Militares rusa, asegura que Viktor Bout ne tiene secretos que puedan perjudicar seriamente al Gobierno actual, aunque sí pueda resultar molesto.
El experto considera que Moscú busca más que nada preservar su reputación y la de personas influyentes que se enriquecieron al lado de Bout durante los años noventa, cuando las armas se volatilizaban en todas las repúblicas de la difunta Unión Soviética.
"En los años noventa, todo era posible, el país estaba descompuesto (...) no había control sobre el material militar", señala.
"Y entre aquellos que lo aprovecharon muchos son ahora gente importante. Estarían muy preocupados si alguien contara cómo ganaron sus primeros millones", agrega Koziulin. "La diplomacia rusa sabe que Bout deberá cooperar si lo mandan a Estados Unidos", añadió.
Sin embargo, Moscú, según ambos expertos, "no tiene maneras reales de presionar a Tailandia" para proteger estos secretos.