El general Musharraf llegó al poder mediante un golpe de Estado en 1999 y fue un aliado clave de Washington hasta que la presión popular le obligó a dejar su cargo en 2008.
El exmandatario asegura que tomó una buena decisión, al apoyar la "guerra contra el terrorismo" estadounidense, pero afirma que la coalición occidental "fracasó" a la hora de transformar la "victoria militar" contra los talibanes en "victoria política" en Afganistán, ya que concentró el poder en manos de los tayikos, la etnia mayoritaria en el norte del país, en detrimento de los pashtunes, mayoritarios en el sur y el este.
Para él, uno de los mayores errores de Washington fue la decisión de excluir a los pashtunes, la etnia a la que pertenecen los talibanes, de la reconstrucción del ejército afgano, lo que, a su juicio, provocó el regreso de los talibanes.
Pakistán fue uno de los tres únicos países que reconocieron al régimen fundamentalista de los talibanes antes de que los occidentales los expulsaran a finales de 2001.
"En 2000, el presidente [estadounidense Bill] Clinton vino a Pakistán para preguntarme por qué teníamos relaciones con los talibanes", cuenta Musharraf. "Le contesté que él también debería tenerlas".
Musharraf cree que, reconociendo a los talibanes, los occidentales habrían podido "moderarlos".