Para enfrentar esta "crisis del agua", el gobierno canadiense debe asumir sus responsabilidades, reclamó la ONG estadounidense de defensa de los derechos humanos en un informe.
Los problemas arraigados de agua potable afectan a decenas de reservas de aborígenes en Canadá, y agrava las condiciones de higiene y salud para sus poblaciones.
En 89 de las 600 reservas autóctonas, el agua de la canilla no es potable y es imperativo hervirla para su consumo. Desde hace 20 años, hay diversas advertencias en ese sentido en varias de esas comunidades, la mayoría de ellas ubicadas en la provincia de Ontario (este).
La organización destaca la paradoja de una crisis que golpea a los nativos de un país con inmensas reservas de agua dulce.
Entre las causas, HRW menciona la falta de reglamentación sobre la calidad del agua en las reservas, que es responsabilidad del Estado federal.
"La crisis del agua es el resultado de años de discriminación", enfatizó Amanda Klasing, autora del informe, en el que insta al gobierno canadiense a abordar este asunto tanto por sus síntomas como en sus causas más profundas.
HRW llama la atención sobre los deberes del gobierno canadiense, que financia y supervisa la construcción de plantas de tratamiento de aguas, y cuyos resultados han sido algunas veces los de infraestructuras que no cumplen con las normas mínimas de calidad que rigen para el resto del país.
La organización deploró también el esporádico e insuficiente financiamiento gubernamental, las infraestructuras defectuosas o mediocres, y las fuentes de agua degradadas o contaminadas por bacterias como la E.coli, o incluso uranio.
Para este informe, HRW visitó cinco reservas en Ontario, encuestó a unos cien hogares de nativos y recabó datos del gobierno sobre 191 sistemas de tratamiento de aguas en 137 comunidades.
Los problemas de salud vinculados al consumo de agua no potable mencionados en los hogares fueron, según el informe, infecciones cutáneas, eczemas, y soriasis. Los padres evitan que sus hijos pasen mucho rato en la bañera o bajo la ducha, por miedo a un contagio.
HRW saludó el compromiso anunciado por el primer ministro, Justin Trudeau, de invertir 9.240 millones de dólares en infraestructura, centrado en equipos de tratamiento de aguas residuales, además vivienda social y educación.
Los problemas arraigados de agua potable afectan a decenas de reservas de aborígenes en Canadá, y agrava las condiciones de higiene y salud para sus poblaciones.
En 89 de las 600 reservas autóctonas, el agua de la canilla no es potable y es imperativo hervirla para su consumo. Desde hace 20 años, hay diversas advertencias en ese sentido en varias de esas comunidades, la mayoría de ellas ubicadas en la provincia de Ontario (este).
La organización destaca la paradoja de una crisis que golpea a los nativos de un país con inmensas reservas de agua dulce.
Entre las causas, HRW menciona la falta de reglamentación sobre la calidad del agua en las reservas, que es responsabilidad del Estado federal.
"La crisis del agua es el resultado de años de discriminación", enfatizó Amanda Klasing, autora del informe, en el que insta al gobierno canadiense a abordar este asunto tanto por sus síntomas como en sus causas más profundas.
HRW llama la atención sobre los deberes del gobierno canadiense, que financia y supervisa la construcción de plantas de tratamiento de aguas, y cuyos resultados han sido algunas veces los de infraestructuras que no cumplen con las normas mínimas de calidad que rigen para el resto del país.
La organización deploró también el esporádico e insuficiente financiamiento gubernamental, las infraestructuras defectuosas o mediocres, y las fuentes de agua degradadas o contaminadas por bacterias como la E.coli, o incluso uranio.
Para este informe, HRW visitó cinco reservas en Ontario, encuestó a unos cien hogares de nativos y recabó datos del gobierno sobre 191 sistemas de tratamiento de aguas en 137 comunidades.
Los problemas de salud vinculados al consumo de agua no potable mencionados en los hogares fueron, según el informe, infecciones cutáneas, eczemas, y soriasis. Los padres evitan que sus hijos pasen mucho rato en la bañera o bajo la ducha, por miedo a un contagio.
HRW saludó el compromiso anunciado por el primer ministro, Justin Trudeau, de invertir 9.240 millones de dólares en infraestructura, centrado en equipos de tratamiento de aguas residuales, además vivienda social y educación.