Rebeldes a bordo de decenas de vehículos, algunos equipados con cañones antiaéreos, atacaron inicialmente un retén en el sudeste de Samarra, matando a miembros de las fuerzas de seguridad, y luego prendieron fuego a los coches, contaron varios testigos.
Posteriormente tomaron el control de varios sectores de la ciudad, situada a 110 km al norte de la capital, añadieron los testigos, que afirman haber visto en las calles cuerpos de efectivos de las fuerzas de seguridad y de insurgentes.
Un periodista de la AFP vio helicópteros disparando contra sectores de la ciudad.
Según un comandante de la policía y un médico, seis agentes murieron en el ataque.
El comandante asegura que hay fuerzas de seguridad desplegadas para defender un céntrico mausoleo chiita que contiene las tumbas de imanes venerados.
Este edificio había sido atacado en febrero de 2006, desatando un conflicto confesional que causó decenas de miles de muertos entre 2006 y 2008.
Por otra parte, las autoridades perdieron desde enero el control de Faluya, una ciudad situada a 60 km al oeste de Bagdad, y de varios sectores de Ramadi, 40 km más al oeste.
Por primera vez desde la invasión estadounidense en 2003, el poder iraquí que sustituyó al gobierno de Sadam Husein ha dejado de controlar ciudades o zonas urbanas de tanta importancia
El ejército iraquí bombardea a Faluya con frecuencia y ha llevado a cabo varias ofensivas en el terreno para intentar recuperarla.
El ejército asegura que los bombardeos van dirigidos contra refugios de rebeldes, pero habitantes y grupos de defensa de los Derechos Humanos afirman que las principales víctimas son los civiles.
Según el CICR (Comité Internacional de la Cruz Roja), que logró entrar por primera vez desde enero en Faluya, "la situación es muy preocupante" en esta ciudad.
"La gente está padeciendo una gran escasez de alimentos, agua y cuidados médicos. Los combates han afectado seriamente a los servicios del hospital, que es el único lugar que aún está en condiciones de brindar atención médica a los heridos y enfermos", declaró este jueves Patricia Guiote, que dirige la subdelegación de la Cruz Roja en Bagdad.
Más de 350 personas han muerto en Faluya desde que los insurgentes tomaron el control de la ciudad a principios de este año, la mayoría de ellos civiles atrapados en el fuego cruzado contra el ejército, según Ahmed Shami, un médico del hospital de la ciudad.
La violencia se ha cobrado más de 4.000 vidas desde principios del año, un nivel similar al registrado en 2008, cuando Irak salía apenas de un sangriento conflicto confesional.
Las autoridades imputan los actos de violencia que afectan al conjunto del país a factores exteriores, entre ellos la guerra en la vecina Siria.
Pero diplomáticos y expertos afirman que estos actos están sobre todo alimentados por el descontento de la minoría sunita, que se considera marginada y maltratada por el gobierno del chiita Nuri al Maliki.