En la provincia de Babilonia, al sur de Bagdad, varios coches bomba explotaron en Hilla y las ciudades de sus alrededores, dejando seis muertos y decenas de heridos más.
En Tikrit (norte), el jefe de la policía de la provincia de Saladino, el general Yuma al Dulami, salió ileso de un atentado con coche bomba contra él, pero murieron tres civiles y dos personas más resultaron heridas.
Además, también en Saladino, un atentado suicida con coche bomba tuvo lugar cerca de un retén de la policía en la ciudad de Samarra, matando a tres policías y dejando heridos a tres más.
Otros dos ataques con coches bomba en esta provincia, donde la mayoría de la población es sunita, y dos más en la de Wasit, donde la mayoría de la población es chiita, dejaron un total de tres muertos y 15 heridos.
En Bagdad, una bomba colocada al borde de una carretera estalló cuando pasaba una patrulla de milicianos anti-Al Qaida, dejando dos muertos, incluyendo a uno de estos combatientes. Dos bombas más mataron a cuatro personas en la capital.
En Mosul (norte), ataques armados dejaron cuatro muertos.
Un total de 27 personas habían fallecido el miércoles en distintos ataques en Irak y se descubrieron los cadáveres de 19 más en la capital, ultimados a balazos.
Unas 6.000 personas murieron por la violencia desde comienzos de año. Se trata de la peor ola de violencia registrada en Irak desde 2008, a pesar del fortalecimiento de las medidas de seguridad y numerosas operaciones contra los rebeldes.
Según un informe publicado en marzo, por lo menos 112.000 civiles murieron en Irak en los 10 años transcurridos desde la invasión de 2003 dirigida por Estados Unidos, que derrocó a Sadam Husein.