Obama, en West Point, escuchando el himno nacional
Los discursos de Obama en esta temporada de graduación universitaria están ayudando a definir su ideología tanto como su gestión de gobierno. Ya se pronunció antes contra el sectarismo partidista y alertó sobre el riesgo de trivialización que traen los nuevos medios de comunicación. En su intervención de ayer en la ceremonia de clausura de curso en la Academia Militar de West Point, el presidente intentó rescatar para el pensamiento progresista valores, como los que rigen en las Fuerzas Armadas, que tradicionalmente se vinculan a la derecha.
"Una parte fundamental de nuestra estrategia", dijo, "es el apoyo de EE UU a los derechos universales que constituyen el credo de nuestra fundación, la búsqueda de oportunidades, la lucha contra la injusticia, la fidelidad al imperio de la ley y de nuestra Constitución. Pero esos logros no serían posibles sin la larga línea gris (el color del uniforme de los cadetes del Ejército) que se ha sacrificado por deber, por honor y por su país".
Ese sacrificio, recordó Obama, sirvió para derrotar al fascismo y para marginar al comunismo. Sirvió, según él, para conseguir "un Irak que no da cobijo a los terroristas, que es democrático, soberano, estable y autosuficiente". Y servirá también, añadió, para triunfar en Afganistán y derrotar a Al Qaeda, a la que definió como "unos hombrecillos situados en el lado equivocado de la historia".
Son guerras necesarias, sostuvo el presidente, guerras que EE UU no ha buscado pero que está dispuesto a librar porque en ellas se juega la suerte de la democracia y la libertad de los seres humanos, no solo en este país.
"Estados Unidos", afirmó, "no combate por el gusto de combatir. Aborrecemos la guerra. Combatimos para dar seguridad a nuestras familias y a nuestras comunidades. Combatimos por la seguridad de nuestros aliados, porque Estados Unidos cree que estaremos más seguros cuando nuestros amigos lo estén y que seremos más fuertes cuando el mundo sea más justo".
Sin embargo, Estados Unidos no va a ser medido históricamente como nación, advirtió, solo por su decisión en las guerras. "Mientras combatimos tenemos que mirar al horizonte, porque a diferencia de los terroristas, cuyo objetivo es destruir, nuestro futuro se va a definir por lo que seamos capaces de construir", manifestó.
Eso exige, añadió Obama, la apertura de Estados Unidos al mundo con una voluntad de cooperación, no de imposición. "Seremos firmes en la consolidación de las viejas alianzas que nos han servido tanto, pero en la medida en que otros países empiezan a ser influyentes, tenemos que construir nuevas alianzas y diseñar instituciones internacionales más robustas".
El esfuerzo político y militar debe siempre ir acompañado, dijo Obama, de la ambición de cada ciudadano -"la innovación norteamericana es la base del poder norteamericano"- y de su orgullo colectivo como nación: "No podemos reducir nuestras libertades porque los extremistas las exploten, no podemos caer en la división porque otros nos empujen. Somos los Estados Unidos de América".
"Una parte fundamental de nuestra estrategia", dijo, "es el apoyo de EE UU a los derechos universales que constituyen el credo de nuestra fundación, la búsqueda de oportunidades, la lucha contra la injusticia, la fidelidad al imperio de la ley y de nuestra Constitución. Pero esos logros no serían posibles sin la larga línea gris (el color del uniforme de los cadetes del Ejército) que se ha sacrificado por deber, por honor y por su país".
Ese sacrificio, recordó Obama, sirvió para derrotar al fascismo y para marginar al comunismo. Sirvió, según él, para conseguir "un Irak que no da cobijo a los terroristas, que es democrático, soberano, estable y autosuficiente". Y servirá también, añadió, para triunfar en Afganistán y derrotar a Al Qaeda, a la que definió como "unos hombrecillos situados en el lado equivocado de la historia".
Son guerras necesarias, sostuvo el presidente, guerras que EE UU no ha buscado pero que está dispuesto a librar porque en ellas se juega la suerte de la democracia y la libertad de los seres humanos, no solo en este país.
"Estados Unidos", afirmó, "no combate por el gusto de combatir. Aborrecemos la guerra. Combatimos para dar seguridad a nuestras familias y a nuestras comunidades. Combatimos por la seguridad de nuestros aliados, porque Estados Unidos cree que estaremos más seguros cuando nuestros amigos lo estén y que seremos más fuertes cuando el mundo sea más justo".
Sin embargo, Estados Unidos no va a ser medido históricamente como nación, advirtió, solo por su decisión en las guerras. "Mientras combatimos tenemos que mirar al horizonte, porque a diferencia de los terroristas, cuyo objetivo es destruir, nuestro futuro se va a definir por lo que seamos capaces de construir", manifestó.
Eso exige, añadió Obama, la apertura de Estados Unidos al mundo con una voluntad de cooperación, no de imposición. "Seremos firmes en la consolidación de las viejas alianzas que nos han servido tanto, pero en la medida en que otros países empiezan a ser influyentes, tenemos que construir nuevas alianzas y diseñar instituciones internacionales más robustas".
El esfuerzo político y militar debe siempre ir acompañado, dijo Obama, de la ambición de cada ciudadano -"la innovación norteamericana es la base del poder norteamericano"- y de su orgullo colectivo como nación: "No podemos reducir nuestras libertades porque los extremistas las exploten, no podemos caer en la división porque otros nos empujen. Somos los Estados Unidos de América".