Manifestación por la independencia y contra la visita de Obama, en San Juan, Puerto Rico.
Mientras frente al Capitolio, sede de la Asamblea Legislativa isleña, varios cientos de personas celebraban el día de la bandera estadounidense, una efeméride de poco arraigo popular, en las calles del Viejo San Juan miles de independentistas repudiaban la presencia de Obama enarbolando la enseña puertorriqueña.
"Obama go home" y "Libertad para los prisioneros políticos boricuas en cárceles del imperio", proclamaban algunas de las pancartas de los independentistas, encabezados por el socialdemócrata ex senador Rubén Berríos Martínez, socialistas y comunistas.
La manifestación registró un amago de incidente cuando agentes de la policía puertorriqueña intentaron impedir que una decena de jóvenes colgaran una gigantesca manta reclamando la liberación de los prisioneros políticos Oscar López Rivera y los hermanos Avelino y Norberto González Claudio en las murallas del fuerte San Cristóbal, bastión que data de la época colonial española.
La situación se zanjó cuando un agente federal estadounidense, que portaba una metralleta, permitió el despliegue de la pancarta por varios minutos.
A unos 200 metros de distancia, en el Capitolio, la celebración del día de la bandera de Estados Unidos convocada por el gobernante Partido Nuevo Progresista (PNP) discurrió sin incidentes, luego de que un grupo de universitarios pasara por el lugar a gritos de "Vende patria".
"Estamos orgullosos de nuestra bandera americana", dijo a AFP Ada López, de 63 años, quien llevaba una camiseta con la enseña estadounidense impresa y la frase "our flag" (nuestra bandera).
Muchas de las personas que esperaban ver a Obama ni siquiera se percataron cuando la caravana del presidente transitó por la avenida Baldorioty de Castro, que conecta el aeropuerto internacional con la ciudad antigua, rumbo a la mansión ejecutiva.
"¡Qué decepción, estoy desde temprano aquí y ni siquiera pude verlo", dijo el joven Joel Martínez.
Para algunos puertorriqueños, como la estudiante universitaria Raisa Barreto, la visita de Obama "no cambiará nada".
"Vino para ganarse la simpatía de los latinos en Estados Unidos, pero no tratará nada serio para Puerto Rico, como es la solución del status político", argumentó esta joven de 19 años en referencia a esta primera visita oficial de un presidente norteamericano a la isla desde la efectuada en 1961 por John F. Kennedy.
Más dura aún, Marisa Maldonado, de 53 años, aseguró que Obama "vino a pasar el cepillo", es decir recoger dinero para su campaña.
"Si realmente es inteligente, como lo es, no puede ignorar lo que pasa en Puerto Rico con el colonialismo, la economía, el desempleo y la descomposición social en general", reclamó esta mujer.
La ciudad, al igual que el trayecto que recorrió Obama, estaba adornada con banderolas que rezaban en inglés "Estamos orgullosos de ser parte de la historia: Kennedy 1961-Obama 2011" y "Bienvenido señor Presidente".
Tras terminar sus actividades oficiales junto al gobernante puertorriqueño Luis Fortuño, Obama se dirigió con su comitiva a una recepción con 20 personas que aportaron 35.800 dólares cada una para estrechar su mano y tomarse una fotografía con él.
Su agenda incluía también otro encuentro con un grupo de personas más numeroso que pagó 10.000 dólares cada una para verlo, elevando a cerca de un millón de dólares la cifra recaudada por el presidente durante esta visita.
"Obama go home" y "Libertad para los prisioneros políticos boricuas en cárceles del imperio", proclamaban algunas de las pancartas de los independentistas, encabezados por el socialdemócrata ex senador Rubén Berríos Martínez, socialistas y comunistas.
La manifestación registró un amago de incidente cuando agentes de la policía puertorriqueña intentaron impedir que una decena de jóvenes colgaran una gigantesca manta reclamando la liberación de los prisioneros políticos Oscar López Rivera y los hermanos Avelino y Norberto González Claudio en las murallas del fuerte San Cristóbal, bastión que data de la época colonial española.
La situación se zanjó cuando un agente federal estadounidense, que portaba una metralleta, permitió el despliegue de la pancarta por varios minutos.
A unos 200 metros de distancia, en el Capitolio, la celebración del día de la bandera de Estados Unidos convocada por el gobernante Partido Nuevo Progresista (PNP) discurrió sin incidentes, luego de que un grupo de universitarios pasara por el lugar a gritos de "Vende patria".
"Estamos orgullosos de nuestra bandera americana", dijo a AFP Ada López, de 63 años, quien llevaba una camiseta con la enseña estadounidense impresa y la frase "our flag" (nuestra bandera).
Muchas de las personas que esperaban ver a Obama ni siquiera se percataron cuando la caravana del presidente transitó por la avenida Baldorioty de Castro, que conecta el aeropuerto internacional con la ciudad antigua, rumbo a la mansión ejecutiva.
"¡Qué decepción, estoy desde temprano aquí y ni siquiera pude verlo", dijo el joven Joel Martínez.
Para algunos puertorriqueños, como la estudiante universitaria Raisa Barreto, la visita de Obama "no cambiará nada".
"Vino para ganarse la simpatía de los latinos en Estados Unidos, pero no tratará nada serio para Puerto Rico, como es la solución del status político", argumentó esta joven de 19 años en referencia a esta primera visita oficial de un presidente norteamericano a la isla desde la efectuada en 1961 por John F. Kennedy.
Más dura aún, Marisa Maldonado, de 53 años, aseguró que Obama "vino a pasar el cepillo", es decir recoger dinero para su campaña.
"Si realmente es inteligente, como lo es, no puede ignorar lo que pasa en Puerto Rico con el colonialismo, la economía, el desempleo y la descomposición social en general", reclamó esta mujer.
La ciudad, al igual que el trayecto que recorrió Obama, estaba adornada con banderolas que rezaban en inglés "Estamos orgullosos de ser parte de la historia: Kennedy 1961-Obama 2011" y "Bienvenido señor Presidente".
Tras terminar sus actividades oficiales junto al gobernante puertorriqueño Luis Fortuño, Obama se dirigió con su comitiva a una recepción con 20 personas que aportaron 35.800 dólares cada una para estrechar su mano y tomarse una fotografía con él.
Su agenda incluía también otro encuentro con un grupo de personas más numeroso que pagó 10.000 dólares cada una para verlo, elevando a cerca de un millón de dólares la cifra recaudada por el presidente durante esta visita.