PESHAWAR, Lejaz Ali, (AFP) - El doble atentado se produjo en el campo de Kacha Pukha, cerca de la localidad de Kohat, un centro de acogida para las personas que huyen de los enfrentamientos entre los talibanes y el ejército paquistaní, cerca de la frontera con Afganistán.
Los ataques confirman la persistente amenaza que representan los insurgentes islamistas, pese a las ofensivas del ejército paquistaní y los crecientes ataques de aviones teleguiados estadounidenses contra dirigentes talibanes.
"Al menos 41 personas murieron. Más de 64 están heridas. El balance puede agravarse", declaró el jefe de la policía de Kohat, Dilawar Khan Bangash, en conversación telefónica con la AFP.
"Se trató de dos atentados suicidas. Parte de los cadáveres de los suicidas han sido recuperados. Las explosiones se produjeron en el momento de la distribución de ayuda a los refugiados", añadió.
Pakistán está sumido en una ola de violencia y atentados, especialmente desde que sus autoridades se aliaron a Estados Unidos en su 'guerra contra el terrorismo'.
Los talibanes aliados de Al Qaida son los principales responsables de una ola de atentados, en su mayor parte suicidas, que en los últimos tres años provocó la muerte de unas 3.200 personas en Pakistán.
El noroeste de Pakistán es la región donde se produce mayor número de desplazados, debido a las ofensivas militares y a la violencia de los talibanes. Según Naciones Unidas, habría actualmente cerca de 1,3 millones de personas desplazadas.
El viernes, aviones teleguiados estadounidenses bombardearon un vehículo y un edificio que presuntamente servía de guarida a comandos islamistas en las zonas tribales de Pakistán, matando a por lo menos cuatro insurgentes.
El ataque se llevó a cabo en la aldea de Toljel, en los suburbios de Miranshah, principal localidad del distrito de Waziristán del Norte, limítrofe con Afganistán.
Las zonas tribales son consideradas por Washington como un bastión de los talibanes paquistaníes, un santuario de la red Al Qaida y una base de retaguardia de los talibanes afganos.
La CIA y el ejército estadounidense dispararon desde agosto de 2008 al menos 90 salvas de misiles contra esas zonas, matando a por lo menos 870 personas. Los ataques se multiplicaron desde que el año pasado el presidente Barack Obama colocó a Pakistán en el centro de su estrategia contra Al Qaida.
Los ataques confirman la persistente amenaza que representan los insurgentes islamistas, pese a las ofensivas del ejército paquistaní y los crecientes ataques de aviones teleguiados estadounidenses contra dirigentes talibanes.
"Al menos 41 personas murieron. Más de 64 están heridas. El balance puede agravarse", declaró el jefe de la policía de Kohat, Dilawar Khan Bangash, en conversación telefónica con la AFP.
"Se trató de dos atentados suicidas. Parte de los cadáveres de los suicidas han sido recuperados. Las explosiones se produjeron en el momento de la distribución de ayuda a los refugiados", añadió.
Pakistán está sumido en una ola de violencia y atentados, especialmente desde que sus autoridades se aliaron a Estados Unidos en su 'guerra contra el terrorismo'.
Los talibanes aliados de Al Qaida son los principales responsables de una ola de atentados, en su mayor parte suicidas, que en los últimos tres años provocó la muerte de unas 3.200 personas en Pakistán.
El noroeste de Pakistán es la región donde se produce mayor número de desplazados, debido a las ofensivas militares y a la violencia de los talibanes. Según Naciones Unidas, habría actualmente cerca de 1,3 millones de personas desplazadas.
El viernes, aviones teleguiados estadounidenses bombardearon un vehículo y un edificio que presuntamente servía de guarida a comandos islamistas en las zonas tribales de Pakistán, matando a por lo menos cuatro insurgentes.
El ataque se llevó a cabo en la aldea de Toljel, en los suburbios de Miranshah, principal localidad del distrito de Waziristán del Norte, limítrofe con Afganistán.
Las zonas tribales son consideradas por Washington como un bastión de los talibanes paquistaníes, un santuario de la red Al Qaida y una base de retaguardia de los talibanes afganos.
La CIA y el ejército estadounidense dispararon desde agosto de 2008 al menos 90 salvas de misiles contra esas zonas, matando a por lo menos 870 personas. Los ataques se multiplicaron desde que el año pasado el presidente Barack Obama colocó a Pakistán en el centro de su estrategia contra Al Qaida.