ISLAMABAD, 11 enero 2010 (AFP) -
Incapaz de actuar en Pakistán con la libertad de que goza en Afganistán -donde tiene a más de 70.000 soldados- Estados Unidos ha optado en los últimos años por esta estrategia indirecta, que no reconoce oficialmente.
Los primeros disparos desde los aviones teledirigidos contra las zonas tribales fronterizas con Afganistán -refugio de los talibanes y de sus aliados de Al Qaida- datan de 2004, pero esta campaña se intensificó a partir de agosto de 2008.
Desde esa fecha se han registrado más de 70 de esos bombardeos, que han causado cerca de 700 muertos, y su ritmo se aceleró en las últimas semanas.
Esos misiles mataron a 15 presuntos altos responsables de Al Qaida y de sus aliados, entre ellos el muy temido líder del Movimiento de los Talibanes de Pakistán (TTP), Baitulá Mehsud, en agosto pasado. También ha matado a 16 mandos intermedios desde enero de 2008, según el Long War Journal, una página web estadounidense especializada en cuestiones de inteligencia.
Pero el TTP, que juró vengar la muerte de su líder, intensificó desde entonces su campaña de atentados suicidas, mantando a más gente que nunca.
"No creo que el TTP se haya visto debilitado en absoluto" por los disparos de los aviones teledirigidos, considera Ben Venzke, director de IntelCenter, un instituto de estudios privado que trabaja con los servicios de inteligencia estadounidenses y europeos.
Estos disparos atizan por otra parte el sentimiento antiestadounidense, ya muy extendido entre la población, y la voluntad de venganza de las tribus atacadas.
Además parecen contribuir a estrechar los lazos entre los islamistas de ambos lados de esta permeable frontera, como lo demuestra la participación del TTP -que hasta ahora sólo había reivindicado atentados en Pakistán- en el ataque suicida contra la CIA del 30 de diciembre en Jost (sureste de Afganistán).
Tanto Al Qaida como el kamikaze, el jordano Humam Jalil Abu Mulal al Balawi, afirmaron querer vengar así la muerte de Baitulá Mehsud.
En Waziristán del Norte, feudo rebelde blanco de 22 de los últimos 24 bombardeos, las familias viven con el miedo a un repentino disparo de misil sobre su casa, explicó por teléfono a la AFP Noor Mohammad, comerciante de la localidad de Mir Ali.
Estados Unidos "multiplica los ataques contra los rebeldes locales, que todavía no son una amenaza contra Norteamérica pero podrían serlo en el futuro", considera el analista paquistaní Rahimulá Yusufzai, especialista de las zonas tribales.
Lisa Curtis, investigadora del muy conservador instituto de estudios estadounidense Heritage Foundation, considera incluso que la estrategia de los aviones teledirigidos "alimenta a largo plazo el antinorteamericanismo en Pakistán".
Samina Ahmed, analista de International Crisis Group, subraya sin embargo que los ataques con aviones teledirigidos no han provocado ninguna movilización popular de masas. Aunque "si hubiese ataques contra centros urbanos, con numerosas víctimas civiles, habría protestas populares y sería un grave problema para el gobierno y el ejército de Pakistán", agrega.
Incapaz de actuar en Pakistán con la libertad de que goza en Afganistán -donde tiene a más de 70.000 soldados- Estados Unidos ha optado en los últimos años por esta estrategia indirecta, que no reconoce oficialmente.
Los primeros disparos desde los aviones teledirigidos contra las zonas tribales fronterizas con Afganistán -refugio de los talibanes y de sus aliados de Al Qaida- datan de 2004, pero esta campaña se intensificó a partir de agosto de 2008.
Desde esa fecha se han registrado más de 70 de esos bombardeos, que han causado cerca de 700 muertos, y su ritmo se aceleró en las últimas semanas.
Esos misiles mataron a 15 presuntos altos responsables de Al Qaida y de sus aliados, entre ellos el muy temido líder del Movimiento de los Talibanes de Pakistán (TTP), Baitulá Mehsud, en agosto pasado. También ha matado a 16 mandos intermedios desde enero de 2008, según el Long War Journal, una página web estadounidense especializada en cuestiones de inteligencia.
Pero el TTP, que juró vengar la muerte de su líder, intensificó desde entonces su campaña de atentados suicidas, mantando a más gente que nunca.
"No creo que el TTP se haya visto debilitado en absoluto" por los disparos de los aviones teledirigidos, considera Ben Venzke, director de IntelCenter, un instituto de estudios privado que trabaja con los servicios de inteligencia estadounidenses y europeos.
Estos disparos atizan por otra parte el sentimiento antiestadounidense, ya muy extendido entre la población, y la voluntad de venganza de las tribus atacadas.
Además parecen contribuir a estrechar los lazos entre los islamistas de ambos lados de esta permeable frontera, como lo demuestra la participación del TTP -que hasta ahora sólo había reivindicado atentados en Pakistán- en el ataque suicida contra la CIA del 30 de diciembre en Jost (sureste de Afganistán).
Tanto Al Qaida como el kamikaze, el jordano Humam Jalil Abu Mulal al Balawi, afirmaron querer vengar así la muerte de Baitulá Mehsud.
En Waziristán del Norte, feudo rebelde blanco de 22 de los últimos 24 bombardeos, las familias viven con el miedo a un repentino disparo de misil sobre su casa, explicó por teléfono a la AFP Noor Mohammad, comerciante de la localidad de Mir Ali.
Estados Unidos "multiplica los ataques contra los rebeldes locales, que todavía no son una amenaza contra Norteamérica pero podrían serlo en el futuro", considera el analista paquistaní Rahimulá Yusufzai, especialista de las zonas tribales.
Lisa Curtis, investigadora del muy conservador instituto de estudios estadounidense Heritage Foundation, considera incluso que la estrategia de los aviones teledirigidos "alimenta a largo plazo el antinorteamericanismo en Pakistán".
Samina Ahmed, analista de International Crisis Group, subraya sin embargo que los ataques con aviones teledirigidos no han provocado ninguna movilización popular de masas. Aunque "si hubiese ataques contra centros urbanos, con numerosas víctimas civiles, habría protestas populares y sería un grave problema para el gobierno y el ejército de Pakistán", agrega.