Juan Luis Cipriani
"La única manera de lograr la paz plena que la Universidad y los obispos peruanos desean, es que el cardenal Juan Luis Cipriani deje de ser el interlocutor entre la jerarquía de la Iglesia y las autoridades de la universidad", dice el rector Marcial Rubio en la carta enviada al cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado de la Santa Sede.
La PUCP y el Vaticano mantienen desde 2007 una pugna por los temores del rector Rubio a que Cipriani ponga fin a la imagen plural de la que goza la universidad, versión que el prelado niega.
Para Cipriani y el Vaticano se trata de hacer valer el derecho canónico, como lo señaló un visitador apostólico que envió este año el papa Benedicto XVI en busca de una solución.
El Vaticano concedió el 8 de abril una prórroga al ultimátum fijado para esa fecha, en la que la PUCP debía reformar el estatuto de ese centro de estudios para adecuarlo a la ley canónica.
La PUCP sostiene que la reforma del estatuto acarrearía aceptar, entre otros puntos, "reformar la elección del rector, (lo que) es incompatible con la ley peruana porque afectaría nuestra autonomía universitaria".
El cardenal peruano "muestra una reiterada voluntad personal de conflicto y de ventilarlo públicamente, agraviando a la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP)", asegura Rubio en la carta publicada en internet y en la prensa local.
El rector responsabiliza a Cipriani, arzobispo de Lima y figura del Opus Dei, de la ruptura del diálogo por negarse a "un acuerdo de pacificación integral de las relaciones institucionales" que contemple adecuar los estatutos de la PUCP con el derecho canónico y cesar los juicios contra la universidad.
El impasse coloca en un virtual despeñadero las conversaciones entre la universidad y la iglesia, representada siempre por Cipriani. Los tratos estaban "congelados" desde hace más de dos semanas cuando el cardenal hizo pública su negativa a ceder en los juicios.
Está en juego, entonces, el futuro académico de los 22.000 alumnos de la PUCP, una de las universidades más progresistas de Perú y cuna de la Teología de la Liberación, que impulsó el sacerdote Gustavo Gutiérrez en esa casa de estudios en la década de 1960, de la cual Cipriani es su más feroz crítico.
El rector le escribió al número dos del Vaticano, quien hizo pública la misiva, "porque estamos siendo agraviados públicamente por los voceros del arzobispado de Lima". La carta, fechada el 9 de mayo, fue entregada a la Nunciatura en Lima y enviada al correo electrónico de Bertone, dice Rubio.
Fundada en 1917 por un sacerdote francés y un grupo de laicos, la PUCP quiere conservar su carácter pluralista, tolerante y no confesional, y entiende el título de "pontificia" como honorífico.
La PUCP y el Vaticano mantienen desde 2007 una pugna por los temores del rector Rubio a que Cipriani ponga fin a la imagen plural de la que goza la universidad, versión que el prelado niega.
Para Cipriani y el Vaticano se trata de hacer valer el derecho canónico, como lo señaló un visitador apostólico que envió este año el papa Benedicto XVI en busca de una solución.
El Vaticano concedió el 8 de abril una prórroga al ultimátum fijado para esa fecha, en la que la PUCP debía reformar el estatuto de ese centro de estudios para adecuarlo a la ley canónica.
La PUCP sostiene que la reforma del estatuto acarrearía aceptar, entre otros puntos, "reformar la elección del rector, (lo que) es incompatible con la ley peruana porque afectaría nuestra autonomía universitaria".
El cardenal peruano "muestra una reiterada voluntad personal de conflicto y de ventilarlo públicamente, agraviando a la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP)", asegura Rubio en la carta publicada en internet y en la prensa local.
El rector responsabiliza a Cipriani, arzobispo de Lima y figura del Opus Dei, de la ruptura del diálogo por negarse a "un acuerdo de pacificación integral de las relaciones institucionales" que contemple adecuar los estatutos de la PUCP con el derecho canónico y cesar los juicios contra la universidad.
El impasse coloca en un virtual despeñadero las conversaciones entre la universidad y la iglesia, representada siempre por Cipriani. Los tratos estaban "congelados" desde hace más de dos semanas cuando el cardenal hizo pública su negativa a ceder en los juicios.
Está en juego, entonces, el futuro académico de los 22.000 alumnos de la PUCP, una de las universidades más progresistas de Perú y cuna de la Teología de la Liberación, que impulsó el sacerdote Gustavo Gutiérrez en esa casa de estudios en la década de 1960, de la cual Cipriani es su más feroz crítico.
El rector le escribió al número dos del Vaticano, quien hizo pública la misiva, "porque estamos siendo agraviados públicamente por los voceros del arzobispado de Lima". La carta, fechada el 9 de mayo, fue entregada a la Nunciatura en Lima y enviada al correo electrónico de Bertone, dice Rubio.
Fundada en 1917 por un sacerdote francés y un grupo de laicos, la PUCP quiere conservar su carácter pluralista, tolerante y no confesional, y entiende el título de "pontificia" como honorífico.