"Jamás había vivido un momento tan dinámico. Miles de personas trabajan al mismo tiempo. Tenemos 35 obras en marcha", cuenta con entusiasmo Massimo Osanna, superintendente especial para Pompeya, Herculano y Stabia en una entrevista a la AFP.
Designado hace dos años en medio de la polémica por las condiciones en que se encontraba el inmenso parque arqueológico --con derrumbes, robos y hasta saqueos de la Camorra, la mafia napolitana-- , Osanna, arqueólogo de formación, maneja un generoso presupuesto de al menos 130 millones de euros, de los cuales 96 millones aportados por la Unión Europea.
"Aceptamos la sugerencia de la Unesco de no parar en el 2015 el llamado Proyecto Gran Pompeya. Tendremos recursos, seguiremos trabajando", explicó satisfecho.
Los inspectores de la Unesco reconocieron en marzo mejoras tangibles en la conservación y descartaron la exclusión de Pompeya de la lista del Patrimonio de la Humanidad, de la que forma parte desde 1997.
Las célebres ruinas, el segundo lugar más visitado de Italia después del Coliseo de Roma con 2,7 millones de turistas el año pasado, son una metáfora de Italia: bella por su inmenso patrimonio artístico, e imposible, por las dificultades para manejarlo y valorizarlo.
"Soplan nuevos vientos en Pompeya y los resultados se ven", aseguró por su parte el ministro de Cultura, Dario Franceschini, durante la inauguración, el martes, tras siete años de restauración del "Gimnasio Grande", la enorme área delimitada por columnas donde los jóvenes romanos hacían deporte hasta la erupción del Vesubio en el fatídico año 79.
"Aquí estamos especializados en temas específicos: piedra, yeso, frescos, mosaicos. Fuimos seleccionados por concurso y trabajamos por plazos de unos seis meses", explicó la restauradora Paola Zoroaster, quien trabaja a pocos metros del Ágora, la espectacular plaza central con vista a la Pompeya nueva.
Al nuevo impulso de Pompeya ha contribuido una exposición con los primeros yesos de las víctimas del volcán, una joya arqueológica única, que impacta porque presenta la expresión de los rostros de una veintena de personas, congelados en el momento de su muerte por una nube de gas a más de 300 grados originada por la erupción.
Instalados bajo una moderna pirámide de madera construida en el Anfiteatro, los habitantes de la zona de Herculano constituyen el documento más tangible del hombre de la antigüedad y transmiten el horror de la muerte en directo hace dos mil años.
Las expresiones de sus cuerpos, los trozos de tela que aún se reconocen, la madre con su hijo en el regazo, la boca abierta con sus dientes, revelan la sorpresa y la angustia de lo que les está ocurriendo y de su final inmediato.
Una serie de visitas nocturnas han sido organizadas del 5 agosto al 27 de septiembre, una invitación para descubrir la magia de un yacimiento excepcional, con lecturas, videos y conferencias, con el objetivo de multiplicar la llegada de turistas cualificados.
La vida cotidiana de los antiguos romanos, la elegancia de sus habitaciones, sus villas, teatros y jardines con sus frescos de color terracota, decoraciones florales, que narran costumbres ya desaparecidas, suntuosas joyas, bodas y también escenas de sexo y amor, siguen fascinando tanto a estudiosos como a profanos.
"Pompeya es un lugar muy complejo, no sólo por los problemas de conservación, sino por el contexto en que está ubicada", reconoce Osanna, al ser interrogado justamente sobre la economía de esa región, entre las más pobres de la península.
"Existe un plan estratégico, pero se necesita la colaboración de los administradores de todos los municipios. El gobernador se comprometió a mejorar las comunicaciones, queremos un tren rápido que llegue directamente al parque de Pompeya. Que la zona de alrededor sea tan bella como la que hay dentro", explica Osanna.
Un optimismo que choca con las huelgas del personal, cerca de 120 empleados, que hace dos semanas suscitaron polémica por impedir la entrada de turistas.
"Hemos sido instrumentalizados", comentó uno de ellos, sin dar su nombre, consciente de que Pompeya se juega su resurrección.
Designado hace dos años en medio de la polémica por las condiciones en que se encontraba el inmenso parque arqueológico --con derrumbes, robos y hasta saqueos de la Camorra, la mafia napolitana-- , Osanna, arqueólogo de formación, maneja un generoso presupuesto de al menos 130 millones de euros, de los cuales 96 millones aportados por la Unión Europea.
"Aceptamos la sugerencia de la Unesco de no parar en el 2015 el llamado Proyecto Gran Pompeya. Tendremos recursos, seguiremos trabajando", explicó satisfecho.
Los inspectores de la Unesco reconocieron en marzo mejoras tangibles en la conservación y descartaron la exclusión de Pompeya de la lista del Patrimonio de la Humanidad, de la que forma parte desde 1997.
Las célebres ruinas, el segundo lugar más visitado de Italia después del Coliseo de Roma con 2,7 millones de turistas el año pasado, son una metáfora de Italia: bella por su inmenso patrimonio artístico, e imposible, por las dificultades para manejarlo y valorizarlo.
- Vientos nuevos -
"Soplan nuevos vientos en Pompeya y los resultados se ven", aseguró por su parte el ministro de Cultura, Dario Franceschini, durante la inauguración, el martes, tras siete años de restauración del "Gimnasio Grande", la enorme área delimitada por columnas donde los jóvenes romanos hacían deporte hasta la erupción del Vesubio en el fatídico año 79.
"Aquí estamos especializados en temas específicos: piedra, yeso, frescos, mosaicos. Fuimos seleccionados por concurso y trabajamos por plazos de unos seis meses", explicó la restauradora Paola Zoroaster, quien trabaja a pocos metros del Ágora, la espectacular plaza central con vista a la Pompeya nueva.
Al nuevo impulso de Pompeya ha contribuido una exposición con los primeros yesos de las víctimas del volcán, una joya arqueológica única, que impacta porque presenta la expresión de los rostros de una veintena de personas, congelados en el momento de su muerte por una nube de gas a más de 300 grados originada por la erupción.
Instalados bajo una moderna pirámide de madera construida en el Anfiteatro, los habitantes de la zona de Herculano constituyen el documento más tangible del hombre de la antigüedad y transmiten el horror de la muerte en directo hace dos mil años.
Las expresiones de sus cuerpos, los trozos de tela que aún se reconocen, la madre con su hijo en el regazo, la boca abierta con sus dientes, revelan la sorpresa y la angustia de lo que les está ocurriendo y de su final inmediato.
Una serie de visitas nocturnas han sido organizadas del 5 agosto al 27 de septiembre, una invitación para descubrir la magia de un yacimiento excepcional, con lecturas, videos y conferencias, con el objetivo de multiplicar la llegada de turistas cualificados.
La vida cotidiana de los antiguos romanos, la elegancia de sus habitaciones, sus villas, teatros y jardines con sus frescos de color terracota, decoraciones florales, que narran costumbres ya desaparecidas, suntuosas joyas, bodas y también escenas de sexo y amor, siguen fascinando tanto a estudiosos como a profanos.
- Un proyecto para toda la región -
"Pompeya es un lugar muy complejo, no sólo por los problemas de conservación, sino por el contexto en que está ubicada", reconoce Osanna, al ser interrogado justamente sobre la economía de esa región, entre las más pobres de la península.
"Existe un plan estratégico, pero se necesita la colaboración de los administradores de todos los municipios. El gobernador se comprometió a mejorar las comunicaciones, queremos un tren rápido que llegue directamente al parque de Pompeya. Que la zona de alrededor sea tan bella como la que hay dentro", explica Osanna.
Un optimismo que choca con las huelgas del personal, cerca de 120 empleados, que hace dos semanas suscitaron polémica por impedir la entrada de turistas.
"Hemos sido instrumentalizados", comentó uno de ellos, sin dar su nombre, consciente de que Pompeya se juega su resurrección.