Abdul Malik AlHuzi
SANÁ, (AFP) -
El jefe de los rebeldes afirmó ya en otras ocasiones que cesaría los combates iniciados el 11 de agosto en la región de Saada, fronteriza con Arabia Saudita, pero no había expresado claramente la aceptación de las cinco exigencias del Gobierno.
"El balón está ahora en el campo de la otra parte", agregó el jefe de los rebeldes.
La declaración de Al Huzi fue hecha cinco días después del anuncio de la retirada de sus combatientes del territorio saudí, luego de tres meses de enfrentamientos con el ejército de Arabia Saudita.
Al Huzi afirmó que los rebeldes aceptarían las condiciones del gobierno con el objetivo de "poner fin a la efusión de sangre, al genocidio perpetrado contra los civiles y a la situación catastrófica en el país".
El gobierno exige para poner fin al conflicto "el respeto del cese el fuego y la apertura de las carreteras, la evacuación de los edificios públicos y la restitución de los equipos militares, así como la liberación de los detenidos civiles y militares y el compromiso de respetar la Constitución y las leyes".
El jefe de los rebeldes atacó fuertemente al gobierno de Saná, al afirmar que no ha "cumplido ningún objetivo" desde su ofensiva de agosto contra sus posiciones en la región de Saada, situada 240 km al norte de Sanaa.
Los rebeldes zaiditas, surgidos de una rama del chiismo, muy armados, acusan al poder central de no reconocer su identidad. Saná desmiente y acusa a "sectores iraníes" de apoyar a la rebelión.
Las guerras sucesivas entre el ejército y los rebeldes causaron miles de muertos y el desplazamiento de unas 200.000 personas, según el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR).
El jefe de los rebeldes afirmó ya en otras ocasiones que cesaría los combates iniciados el 11 de agosto en la región de Saada, fronteriza con Arabia Saudita, pero no había expresado claramente la aceptación de las cinco exigencias del Gobierno.
"El balón está ahora en el campo de la otra parte", agregó el jefe de los rebeldes.
La declaración de Al Huzi fue hecha cinco días después del anuncio de la retirada de sus combatientes del territorio saudí, luego de tres meses de enfrentamientos con el ejército de Arabia Saudita.
Al Huzi afirmó que los rebeldes aceptarían las condiciones del gobierno con el objetivo de "poner fin a la efusión de sangre, al genocidio perpetrado contra los civiles y a la situación catastrófica en el país".
El gobierno exige para poner fin al conflicto "el respeto del cese el fuego y la apertura de las carreteras, la evacuación de los edificios públicos y la restitución de los equipos militares, así como la liberación de los detenidos civiles y militares y el compromiso de respetar la Constitución y las leyes".
El jefe de los rebeldes atacó fuertemente al gobierno de Saná, al afirmar que no ha "cumplido ningún objetivo" desde su ofensiva de agosto contra sus posiciones en la región de Saada, situada 240 km al norte de Sanaa.
Los rebeldes zaiditas, surgidos de una rama del chiismo, muy armados, acusan al poder central de no reconocer su identidad. Saná desmiente y acusa a "sectores iraníes" de apoyar a la rebelión.
Las guerras sucesivas entre el ejército y los rebeldes causaron miles de muertos y el desplazamiento de unas 200.000 personas, según el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR).