La decisión fue adoptada en una reunión del Comité Intergubernamental de la Unesco reunido en Bakú, Azerbaiyán, que inscribió los conocimientos, técnicas y rituales vinculados a la renovación del puente en su listado de patrimonio inmaterial.
"Cuatro comunidades campesinas quechuas se agrupan cada año para restaurarlo con técnicas y materiales incaicos", precisó la Unesco, al subrayar que durante tres días "las familias trenzan paja para fabricar sogas y anudarlas hasta formar el puente".
Esta práctica estructura la vida de las comunidades participantes, estrecha los lazos seculares que mantienen entre ellas y reafirma su identidad cultural; una vez acabado el puente, las comunidades celebran su finalización con una fiesta", añadió.
El puente Q'eswachaka, elaborado con fibra vegetal que se renueva anualmente, "es un ejemplo palpable de la continuidad de una tradición cultural existente desde tiempos prehispánicos", señaló un comunicado del ministerio peruano.
Está ubicado en el distrito de Quehue, sobre el caudaloso río Apurímac, a 3.700 metros de altitud, en la provincia de Canas, de la región Cusco.
El puente Q'eswachaka "es un ícono histórico del antiguo Perú y su reconocimiento por la Unesco es un homenaje a las comunidades originarias quechuas que durante siglos lo preservan y mantienen en uso", opinó a la AFP el antropólogo Luis Guillermo Lumbreras, exdirector del Instituto Nacional de Cultura.
"Es una obra del pueblo, es una obra que ha sido admirada a lo largo de los siglos y es un ejemplo de lo que puede hacer la capacidad humana para resolver sus problemas de comunicación", añadió.
La conservación del puente colgante se realiza anualmente en junio mediante un trabajo comunal, conocido como "minka", que se transmite por generaciones y que concluye con una fiesta popular.
Los campesinos trabajan la fibra vegetal denominada "ichu" que trenzan en sogas, utilizadas para la restauración total de la obra, que tiene 28 metros de largo y poco más de un metro de ancho.
El Q'eswachaca es el último puente en su género que aún sobrevive a la modernidad y que ha mantenido su estado original, de generación en generación, por más de cinco siglos.