En una rueda de prensa en Nueva York, Paul Romer alertó que “hoy es un problema que la gente piense que proteger el medioambiente será tan costoso y tan difícil que querrá ignorar el problema y pretender que no existe”. “Pero los seres humanos son capaces de lograr logros asombrosos si nos lo proponemos”, abundó Romer, rodeado de sus compañeros profesores de la Universidad de Nueva York.
El Nobel de Economía premió ayer a Nordhaus y Romer por construir modelos que explican las interacciones de la economía de mercado con la naturaleza y el conocimiento.
La Real Academia de las Ciencias Sueca resaltó en su fallo sus contribuciones metodológicas, que proporcionan “percepciones básicas de causas y consecuencias de la innovación tecnológica y el cambio climático”, y suponen un avance en la respuesta a cómo lograr crecimiento sostenido y sostenible en una economía de mercado.
En relación con la negativa de algunos Gobiernos de aceptar la importancia del cambio climático, como EE. UU., Romer afirmó que “la gente tiene derecho a tener sus propias opiniones, pero no a sus propios hechos”, y se mostró preocupado por que “parece que la gente está perdiendo su compromiso por los hechos”.
“La ciencia es lo que nos ha facilitado poder hacer declaraciones sobre hechos. Es lo más importante que ha inventado la gente”, aseveró Romer, que advirtió del peligro que supone mirar hacia otro lado cuando se detectan fraudes académicos.
Por su parte, Nordhaus, que trabaja en la Universidad de Yale, afirmó sentirse honrado de haber recibido el Premio Nobel de Economía, por su trabajo en economía ambiental, un asunto que describió como uno de los mayores problemas a los que se enfrenta la humanidad.
“Estoy agradecido por el ambiente intelectual en Yale que me ha enseñado como estudiante y nutrido como profesor y académico, y que me ha dado la libertad para dedicar mi vida a uno de los problemas más críticos a los que se enfrenta la humanidad”, dijo Nordhaus en una rueda de prensa.
La creciente preocupación de la comunidad científica sobre la influencia de los combustibles fósiles en el calentamiento global hizo que Nordhaus comenzara a estudiar en la década de 1970 los ciclos de retroalimentación entre la actividad humana y el clima.
Combinando teorías básicas y datos empíricos de física, química y economía, fue dos décadas más tarde el primero en diseñar modelos cuantitativos simples sobre cómo interactúan economía y clima, los modelos de evaluación integrada (IAM, por sus siglas en inglés).
El Nobel de Economía premió ayer a Nordhaus y Romer por construir modelos que explican las interacciones de la economía de mercado con la naturaleza y el conocimiento.
La Real Academia de las Ciencias Sueca resaltó en su fallo sus contribuciones metodológicas, que proporcionan “percepciones básicas de causas y consecuencias de la innovación tecnológica y el cambio climático”, y suponen un avance en la respuesta a cómo lograr crecimiento sostenido y sostenible en una economía de mercado.
En relación con la negativa de algunos Gobiernos de aceptar la importancia del cambio climático, como EE. UU., Romer afirmó que “la gente tiene derecho a tener sus propias opiniones, pero no a sus propios hechos”, y se mostró preocupado por que “parece que la gente está perdiendo su compromiso por los hechos”.
“La ciencia es lo que nos ha facilitado poder hacer declaraciones sobre hechos. Es lo más importante que ha inventado la gente”, aseveró Romer, que advirtió del peligro que supone mirar hacia otro lado cuando se detectan fraudes académicos.
Por su parte, Nordhaus, que trabaja en la Universidad de Yale, afirmó sentirse honrado de haber recibido el Premio Nobel de Economía, por su trabajo en economía ambiental, un asunto que describió como uno de los mayores problemas a los que se enfrenta la humanidad.
“Estoy agradecido por el ambiente intelectual en Yale que me ha enseñado como estudiante y nutrido como profesor y académico, y que me ha dado la libertad para dedicar mi vida a uno de los problemas más críticos a los que se enfrenta la humanidad”, dijo Nordhaus en una rueda de prensa.
La creciente preocupación de la comunidad científica sobre la influencia de los combustibles fósiles en el calentamiento global hizo que Nordhaus comenzara a estudiar en la década de 1970 los ciclos de retroalimentación entre la actividad humana y el clima.
Combinando teorías básicas y datos empíricos de física, química y economía, fue dos décadas más tarde el primero en diseñar modelos cuantitativos simples sobre cómo interactúan economía y clima, los modelos de evaluación integrada (IAM, por sus siglas en inglés).