El primer ministro de Qatar, Hamad Bin Jassim Bin Jaber AzZani, cuyo país financió la construcción, y uno de los hijos de la reina Isabel II, el príncipe Andrés, encabezaron la ceremonia oficial organizada cuando la capital británica concentra toda la atención mundial a tres semanas de la apertura de los Juegos Olímpicos (27 de julio-12 de agosto).
Ambos asistieron también por la noche al espectáculo de láser amenizado por la Orquesta Filarmónica de Londres que iluminó los principales monumentos de la capital, ante miles de personas congregadas en la orillas del Támesis.
Situada cerca del emblemático London Bridge, esta torre afilada de forma piramidal que tardó 12 años en concretarse y costó al menos 450 millones de libras (700 millones de dólares, 565 millones de euros) domina con su imponente presencia la orilla sur del río, con sus 95 pisos, 72 de los cuales ocupables.
Su creador la presenta como la "primera ciudad vertical" de Londres, que albergará a medio plazo a 12.000 personas, con un hotel de cinco estrellas de 18 pisos, restaurantes, tiendas y unos 56.000 metros cuadrados de oficinas que según la prensa británica del jueves aún no han encontrado ningún inquilino.
Una plataforma de observación con una vista panorámica de 360º abrirá en febrero próximo a los turistas en el piso 69 a un precio nada despreciable de 24,95 libras (39 dólares, 31 euros) para los adultos, pero 17.500 personas ya se han preinscrito en la web oficial del rascacielos.
Un puñado de privilegiados podrán disfrutar de las mismas vistas espectaculares en forma permanente en alguna de las 10 viviendas exclusivas que se construirán entre los pisos 53 y 65, y que según informaciones de prensa se venderán a precios que oscilarán entre los 30 y los 50 millones de libras (46-77 millones de dólares, 37-62 millones de euros).
Aunque este elitismo suscitó numerosas críticas, lo que más se le reprocha al Shard --esquirla en inglés-- es su gigantismo y el impacto negativo que tiene sobre las vistas de Londres.
Algunos defensores del patrimonio como la asociación English Heritage lamentan, por ejemplo, que aplaste a la catedral de San Pablo, símbolo de Londres desde hace tres siglos, cuya vista está protegida desde varios puntos culminantes de la ciudad.
La UNESCO estimó por su parte que perjudica "la integridad visual" de la Torre de Londres, inscrita en su lista de patrimonio mundial.
Pero el exalcalde de Londres, Ken Livingstone, se declaró convencido en la radio BBC de que el nuevo edificio "definirá Londres y será nuestro equivalente del Empire State", de Nueva York.
Y el propio Renzo Piano, que hace unos meses dijo a la AFP que "los nuevos edificios siempre tienen dificultades para ser aceptados", estimó este lunes en la prensa que los londinenses terminarán por adoptarlo porque será un edificio "lleno de vida".