MANILA, 29 septiembre 2009 (AFP) - Por otro lado, 374.890 personas se refugiaron en campamentos de evacuación improvisados, agregaron las autoridades. En total, 609.548 personas fueron afectadas por las inundaciones y sus consecuencias.
Manila, una ciudad de 12 millones de habitantes, donde se declaró el estado de catástrofe natural, fue inundada el sábado por las lluvias torrenciales que acompañaron a la tempestad tropical Ketsana.
El lunes, el gobierno de Filipinas pidió la ayuda internacional.
"Hacemos un pedido de ayuda humanitaria internacional" para poder "afrontar las consecuencias de la tormenta tropical Ketsana", declaró el ministro de Defensa filipino, Gilberto Teodoro, en un mensaje transmitido por la televisión estatal.
El gobierno reconoció el lunes que había sido desbordado por las proporciones de la catástrofe, mientras los servicios de socorro, cuyas intervenciones eran dificultadas por el lodo y el agua estancada, se esforzaban por cumplir las tareas más urgentes.
"Nos concentramos en las mayores operaciones de socorro, pero el sistema ha sido sobrepasado, las autoridades locales han sido sobrepasadas", declaró el responsable del centro de coordinación contra desastres, Antonio Golez.
"Teníamos la costumbre de intervenir en una ciudad, en una o dos provincias, pero esta vez una tras otra fueron pidiendo ayuda. Los medios materiales y humanos fueron repartidos de manera insuficiente", agregó.
El sábado, el nivel de las aguas alcanzó hasta seis metros en algunos lugares de la capital.
La desolación reina ahora en varios barrios de la ciudad, cuya superficie fue cubierta en un 80 por ciento por las aguas, según la Cruz Roja.
Dos días después del paso de la tormenta, algunos barrios siguen estando inundados y hay todavía habitantes bloqueados en los pisos altos de las casas, según la televisión local.
Refugiados en campamentos improvisados, los damnificados carecen de alimentos, de agua, de ropa, recalcaron autoridades locales.
"Esperamos la llegada de algo más de ayuda. Tratamos de movilizar nuestros propios medios, pero necesitamos mucho más", dijo a la AFP Armando Enday, intendente del pueblo de Bagong Silangan, donde se refugiaron unas 3.000 personas.
"No tenemos ni dinero ni familia. No sabemos qué hacer. Esperamos ayuda en alimentos", declaró a la AFP Edgar Halog, chófer de autobús cuya casa fue destruida.
El gimnasio donde los refugiados deben sentarse directamente en el suelo, sirve también de depósito de los féretros de once de las víctimas de la inundación.
El caos es agravado por el hecho de que los servicios de electricidad y teléfono siguen estando cortados en buena parte de la ciudad.
Mientras llegan dificilmente las informaciones sobre personas desaparecidas, muchos temen que el balance de víctimas sea aún más grave.
bur.kma.mc/me/Arp
© 1994-2009 Agence France-Presse
Manila, una ciudad de 12 millones de habitantes, donde se declaró el estado de catástrofe natural, fue inundada el sábado por las lluvias torrenciales que acompañaron a la tempestad tropical Ketsana.
El lunes, el gobierno de Filipinas pidió la ayuda internacional.
"Hacemos un pedido de ayuda humanitaria internacional" para poder "afrontar las consecuencias de la tormenta tropical Ketsana", declaró el ministro de Defensa filipino, Gilberto Teodoro, en un mensaje transmitido por la televisión estatal.
El gobierno reconoció el lunes que había sido desbordado por las proporciones de la catástrofe, mientras los servicios de socorro, cuyas intervenciones eran dificultadas por el lodo y el agua estancada, se esforzaban por cumplir las tareas más urgentes.
"Nos concentramos en las mayores operaciones de socorro, pero el sistema ha sido sobrepasado, las autoridades locales han sido sobrepasadas", declaró el responsable del centro de coordinación contra desastres, Antonio Golez.
"Teníamos la costumbre de intervenir en una ciudad, en una o dos provincias, pero esta vez una tras otra fueron pidiendo ayuda. Los medios materiales y humanos fueron repartidos de manera insuficiente", agregó.
El sábado, el nivel de las aguas alcanzó hasta seis metros en algunos lugares de la capital.
La desolación reina ahora en varios barrios de la ciudad, cuya superficie fue cubierta en un 80 por ciento por las aguas, según la Cruz Roja.
Dos días después del paso de la tormenta, algunos barrios siguen estando inundados y hay todavía habitantes bloqueados en los pisos altos de las casas, según la televisión local.
Refugiados en campamentos improvisados, los damnificados carecen de alimentos, de agua, de ropa, recalcaron autoridades locales.
"Esperamos la llegada de algo más de ayuda. Tratamos de movilizar nuestros propios medios, pero necesitamos mucho más", dijo a la AFP Armando Enday, intendente del pueblo de Bagong Silangan, donde se refugiaron unas 3.000 personas.
"No tenemos ni dinero ni familia. No sabemos qué hacer. Esperamos ayuda en alimentos", declaró a la AFP Edgar Halog, chófer de autobús cuya casa fue destruida.
El gimnasio donde los refugiados deben sentarse directamente en el suelo, sirve también de depósito de los féretros de once de las víctimas de la inundación.
El caos es agravado por el hecho de que los servicios de electricidad y teléfono siguen estando cortados en buena parte de la ciudad.
Mientras llegan dificilmente las informaciones sobre personas desaparecidas, muchos temen que el balance de víctimas sea aún más grave.
bur.kma.mc/me/Arp
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