La nueva presidenta, Tsai Ing-wen, primera mandataria taiwanesa con sangre aborigen en sus venas, dirigirá personalmente una comisión de investigación sobre las injusticias en el pasado, dentro de las acciones del gobierno para reducir las tensiones con esta comunidad autóctona.
"Pido disculpas al pueblo indígena en nombre del gobierno y transmito nuestras más profundas disculpas por el sufrimiento y la injusticia que tuvieron que soportar en los últimos 400 años", dijo Tsai en un discurso.
"Tenemos que examinar la historia seriamente y decir la verdad", añadió, señalando que estas disculpas eran "un nuevo paso hacia adelante".
Cientos de indígenas se manifestaron delante del palacio presidencial de Taipéi durante el fin de semana, pidiendo proteger su derecho de caza y exigiendo medidas concretas del gobierno.
La comunidad aborigen, que representa un 2% de los 23 millones de taiwaneses, vio cómo su cultura tradicional se perdía con la llegada de la población china hace varios siglos.
Gran parte de las tierras de los indígenas están catalogadas actualmente como parque natural, un motivo de disputas sobre la caza y la pesca.
Los cazadores aborígenes sólo están autorizados a usar armas de fuego de fabricación casera, algo que consideran peligroso, y sólo pueden cazar los días festivos.
Por otra parte, el desempleo es más alto en esta comunidad y sus salarios son un 40% inferiores a la media nacional, según el consejo de los pueblos indígenas, un organismo público.
La presidenta Tsai prometió durante su campaña electoral que daría más autonomía y derechos a los pueblos aborígenes.
"Pido disculpas al pueblo indígena en nombre del gobierno y transmito nuestras más profundas disculpas por el sufrimiento y la injusticia que tuvieron que soportar en los últimos 400 años", dijo Tsai en un discurso.
"Tenemos que examinar la historia seriamente y decir la verdad", añadió, señalando que estas disculpas eran "un nuevo paso hacia adelante".
Cientos de indígenas se manifestaron delante del palacio presidencial de Taipéi durante el fin de semana, pidiendo proteger su derecho de caza y exigiendo medidas concretas del gobierno.
La comunidad aborigen, que representa un 2% de los 23 millones de taiwaneses, vio cómo su cultura tradicional se perdía con la llegada de la población china hace varios siglos.
Gran parte de las tierras de los indígenas están catalogadas actualmente como parque natural, un motivo de disputas sobre la caza y la pesca.
Los cazadores aborígenes sólo están autorizados a usar armas de fuego de fabricación casera, algo que consideran peligroso, y sólo pueden cazar los días festivos.
Por otra parte, el desempleo es más alto en esta comunidad y sus salarios son un 40% inferiores a la media nacional, según el consejo de los pueblos indígenas, un organismo público.
La presidenta Tsai prometió durante su campaña electoral que daría más autonomía y derechos a los pueblos aborígenes.