Un número sorprendente de personas aún continúa creyendo que la organización terrorista Al Qaida no fue la responsable de los ataques lanzados con aviones de línea secuestrados contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono en Washington, que dejaron unos 3.000 muertos.
Las teorías más osadas de complot afirman que elementos dentro de la administración del por entonces presidente estadounidense George W. Bush utilizaron explosivos colocados en forma previa y misiles para volar los edificios del World Trade Center y el Pentágono.
Otra versión más edulcorada argumenta que el gobierno no llevó a cabo los ataques, pero que sabía de antemano que podrían tener lugar y no los impidió.
En ambos casos, el razonamiento es que la administración Bush quería justificar las invasiones de Irak y Afganistán, así como el recorte de las libertades civiles a nivel interno.
Una variante de estas teorías involucra a Israel en la preparación de los atentados con el objetivo de incitar a Estados Unidos a atacar al mundo musulmán.
Si bien pueden aparecer únicamente como producto de la imaginación, lo cierto es que mucha más gente de la que se piensa desconfía de la versión oficial de los hechos.
En 2006, una encuesta de Scripps Howard halló que 36% de los estadounidenses creía en algún tipo de conspiración gubernamental.
La teoría de la conspiración ha logrado mucho apoyo en el mundo árabe, así como en Francia, donde el libro "L'Effroyable imposture" (La gran impostura) vendió 200.000 copias poco después del 11 de septiembre de 2001.
Los expertos afirman que esas cifras probablemente han cambiado poco en Estados Unidos, donde el movimiento que apoya la hipótesis de una conspiración está vivo y coleando.
Grupos como los "Scholars for 9/11 Truth and Justice" (Eruditos para la Verdad y la Justicia sobre el 11 de septiembre) o "Architects and Engineers for 9/11 Truth" (Arquitectos e Ingenieros para la Verdad sobre el 11 de septiembre) se ven a sí mismos como investigadores serios.
Los verdaderos chiflados son aquellos que creen la versión oficial sobre las Torres Gemelas y el Pentágono, dice David Ray Griffin, autor de "The New Pearl Harbor" (El nuevo Pearl Harbor) y "Cognitive Infiltration" (Infiltración Cognoscitiva).
"Si definimos los milagros como una violación de principios científicos, en particular los principios de la física y la química, hay cerca de una docena de milagros en la historia oficial", indicó Griffin a la radio californiana KPFA.
Un inventario de las princpales teorías conspirativas puede encontrarse en "Loose Change", un documental casero visto unas 125 millones de veces en Google vídeos y unas 30 millones de veces en YouTube, según su director Dylan Avery.
El documental incluye nuevos montajes y entrevistas que abarcan todas las leyendas urbanas acerca del 11 de septiembre.
Entre ellas pueden enumerarse: las Torres Gemelas no habrían colapsado sólo por el impacto de los aviones; el sorprendentemente rápido colapso de la torre 7 del World Trade Center, que no fue impactada por ningún avión, tiene todas las marcas de una demolición profesional; un misil estadounidense, y no el vuelo 77 de American Airlines, impactó en el Pentágono.
De hecho, Estados Unidos ha sido históricamente tierra fértil para las teorías conspirativas.
En ese mundo paralelo, John F. Kennedy fue asesinado por la CIA (Agencia Central de Investigaciones) o exiliados cubanos, y las fotos de la llegada del hombre a la Luna fueron tomadas en un estudio.
De todos modos, la gran mayoría de la gente cree que Al Qaeda lanzó un ataque sorpresa el 11 de septiembre.
En ese marco, existe un movimiento opuesto a la tería conspirativa, con sitios internet como www.debunking911.com y www.screwloosechange.blogspot.com, que aseguran rebatir cada una de las afirmaciones incluidas en el documental sobre los complots.
Para Kathy Olmsted, profesora de historia de la Universidad de California Davis, es comprensible que mucha gente no crea en el gobierno.
Despues de todo, la administración Bush utilizó mucha energía promoviendo sus propias falsas teorías conspirativas sobre Saddam Hussein, perjurando que el líder iraquí poseía armas de destrucción masiva e insinuando que estaba vinculado a los ataques del 11 de septiembre.
"La administración Bush tergiversó la verdad, o incluso directamente mintió durante la guerra de Irak. Entonces la gente se pregunta '¿Nos dijeron la verdad sobre el 11 de septiembre?'", explica Olmsted.
Las teorías más osadas de complot afirman que elementos dentro de la administración del por entonces presidente estadounidense George W. Bush utilizaron explosivos colocados en forma previa y misiles para volar los edificios del World Trade Center y el Pentágono.
Otra versión más edulcorada argumenta que el gobierno no llevó a cabo los ataques, pero que sabía de antemano que podrían tener lugar y no los impidió.
En ambos casos, el razonamiento es que la administración Bush quería justificar las invasiones de Irak y Afganistán, así como el recorte de las libertades civiles a nivel interno.
Una variante de estas teorías involucra a Israel en la preparación de los atentados con el objetivo de incitar a Estados Unidos a atacar al mundo musulmán.
Si bien pueden aparecer únicamente como producto de la imaginación, lo cierto es que mucha más gente de la que se piensa desconfía de la versión oficial de los hechos.
En 2006, una encuesta de Scripps Howard halló que 36% de los estadounidenses creía en algún tipo de conspiración gubernamental.
La teoría de la conspiración ha logrado mucho apoyo en el mundo árabe, así como en Francia, donde el libro "L'Effroyable imposture" (La gran impostura) vendió 200.000 copias poco después del 11 de septiembre de 2001.
Los expertos afirman que esas cifras probablemente han cambiado poco en Estados Unidos, donde el movimiento que apoya la hipótesis de una conspiración está vivo y coleando.
Grupos como los "Scholars for 9/11 Truth and Justice" (Eruditos para la Verdad y la Justicia sobre el 11 de septiembre) o "Architects and Engineers for 9/11 Truth" (Arquitectos e Ingenieros para la Verdad sobre el 11 de septiembre) se ven a sí mismos como investigadores serios.
Los verdaderos chiflados son aquellos que creen la versión oficial sobre las Torres Gemelas y el Pentágono, dice David Ray Griffin, autor de "The New Pearl Harbor" (El nuevo Pearl Harbor) y "Cognitive Infiltration" (Infiltración Cognoscitiva).
"Si definimos los milagros como una violación de principios científicos, en particular los principios de la física y la química, hay cerca de una docena de milagros en la historia oficial", indicó Griffin a la radio californiana KPFA.
Un inventario de las princpales teorías conspirativas puede encontrarse en "Loose Change", un documental casero visto unas 125 millones de veces en Google vídeos y unas 30 millones de veces en YouTube, según su director Dylan Avery.
El documental incluye nuevos montajes y entrevistas que abarcan todas las leyendas urbanas acerca del 11 de septiembre.
Entre ellas pueden enumerarse: las Torres Gemelas no habrían colapsado sólo por el impacto de los aviones; el sorprendentemente rápido colapso de la torre 7 del World Trade Center, que no fue impactada por ningún avión, tiene todas las marcas de una demolición profesional; un misil estadounidense, y no el vuelo 77 de American Airlines, impactó en el Pentágono.
De hecho, Estados Unidos ha sido históricamente tierra fértil para las teorías conspirativas.
En ese mundo paralelo, John F. Kennedy fue asesinado por la CIA (Agencia Central de Investigaciones) o exiliados cubanos, y las fotos de la llegada del hombre a la Luna fueron tomadas en un estudio.
De todos modos, la gran mayoría de la gente cree que Al Qaeda lanzó un ataque sorpresa el 11 de septiembre.
En ese marco, existe un movimiento opuesto a la tería conspirativa, con sitios internet como www.debunking911.com y www.screwloosechange.blogspot.com, que aseguran rebatir cada una de las afirmaciones incluidas en el documental sobre los complots.
Para Kathy Olmsted, profesora de historia de la Universidad de California Davis, es comprensible que mucha gente no crea en el gobierno.
Despues de todo, la administración Bush utilizó mucha energía promoviendo sus propias falsas teorías conspirativas sobre Saddam Hussein, perjurando que el líder iraquí poseía armas de destrucción masiva e insinuando que estaba vinculado a los ataques del 11 de septiembre.
"La administración Bush tergiversó la verdad, o incluso directamente mintió durante la guerra de Irak. Entonces la gente se pregunta '¿Nos dijeron la verdad sobre el 11 de septiembre?'", explica Olmsted.