Un inhabitual silencio reinaba el miércoles por la mañana en Donetsk, feudo de los insurgentes, según constataron periodistas de la AFP.
Varias personas, interrogadas por estos reporteros, confirmaron que la tregua era globalmente respetada.
En Piski, localidad controlada por el ejército ucraniano y ubicada cerca del aeropuerto de Donetsk, los rebeldes disparaban de forma esporádica con armas ligeras pero "muy rara vez con armas pesadas", según testimonio de Maxim, voluntario del grupo paramilitar radical Pravy Sektor.
No lejos de ahí, en Tonenké, "ha reinado la calma en las últimas 24 horas" según Myjailo, comandante de una unidad de tanques ucranianos.
En la vecina localidad separatista de Lugansk, las armas callan desde hace 24 horas en las localidades de Stanista Luganska y Shastia, escenario de intensos combates estas últimas semanas, según dos responsables locales interrogados por la AFP.
Se trata de la cuarta tregua en ocho meses que --si es respetada-- podría desembocar en una retirada de armas pesadas de la línea del frente, para crear una zona tapón de un ancho de 30 kms.
Su entrada en vigor, el martes, debía coincidir con las negociaciones de paz en Minsk. Pero estas primeras conversaciones en tres meses han sido postergadas, posiblemente hasta el viernes, según una fuente separatista, aunque prosiguen las negociaciones sobre la fecha y el lugar donde tendrán lugar.
- Cambio en la posición rebelde -
Según un responsable separatista, Denis Puchilin, los insurgentes exigen en las negociaciones que se "levante el bloqueo económico" de la zona bajo control rebelde, cuya financiación ha sido cortada por el gobierno de Kiev.
Otras demandas rebeldes se refieren al intercambio de prisioneros así como la aplicación de dos leyes ucranianas que prevén la amnistía para algunos combatientes rebeldes, y otorgan más autonomía a los territorios que éstos controlan.
Este último punto refleja un cambio en la posición de los insurgentes, que en septiembre habían rechazado esta propuesta legal de Kiev al estimar que la legislación ucraniana no se aplicaba en las dos repúblicas autoproclamadas por ellos en el Este del país.
Ello podría ser producto asimismo de una nueva política de Rusia, cuyo apoyo abierto a los rebeldes ha generado una crisis sin precedentes en sus relaciones con Occidente, y le ha valido graves sanciones económicas.
Incluso Alemania, uno de los países más proclives a mantener el diálogo con Moscú, ha cambiado de tono. La canciller Angela Merkel acusó el martes a Rusia de persistir en infringir "el derecho internacional", aunque indicó que una "solución diplomática" a la crisis seguía siendo posible.
Duramente golpeada por las sanciones económicas occidentales, Rusia "empieza lentamente a darse cuenta de que las cosas no han funcionado como previó", según Kadri Liik, experta del Instituto European Council on Foreign Relations en Bruselas.
Según el diario de oposición ruso Novaïa Gazeta, el Kremlin ha cambiado su postura sobre las regiones separatistas, y acepta ahora que permanezcan bajo soberanía de Kiev aunque con "una cierta autonomía".