Combatientes del Estado Islámico en Irak y en el Levante (EIIL, vinculado a Al Qaida) tomaron el control la semana pasada de Faluya, y de varios barrios de Ramadi, en la provincia de Al Anbar a 60 y 100 km al oeste de la capital.
Era la primera vez que hombres armados tomaban tan abiertamente el control de zonas urbanas desde la insurrección que siguió a la invasión estadounidense de 2003.
El viernes, los miembros de varias tribus y de la policía local lograron tomarse los barrios de Malaab y Fursan en Ramadi, indicó a la AFP un comandante de una milicia tribal, Mohamed Jamis Abu Risha.
"Hemos combatido contra EIIL al lado de nuestros hijos de las fuerzas de policía locales que han podido regresar a su comisaría", añadió, precisando que los combatientes de EIIL "controlan únicamente 10% de Ramadi".
Los enfrentamientos entre las tropas iraquíes y los insurgentes que proclamaron la fundación de un "Estado islámico" cerca de Bagdad entraron este viernes en su segunda semana.
La ONU y organizaciones no gubernamentales advirtieron que los civiles carecen de acceso a los suministros vitales debido al bloqueo gubernamental.
Y Washington aumentó la presión sobre Irak para que centre sus esfuerzos en la reconciliación política y las operaciones militares para resolver esta situación.
La crisis de Al Anbar y el aumento de la violencia a nivel nacional son algunas de las mayores amenazas que ha enfrentado el primer ministro Nuri al Maliki desde que asumió el cargo, cuando faltan pocos meses para la primera elección general en cuatro años.
La organización de defensa de derechos humanos Human Rights Watch condenó los abusos de todas las partes en Al Anbar, criticando a las fuerzas gubernamentales por haber lanzado obuses de mortero en forma indiscriminada contra urbanizaciones civiles, y a los milicianos por desplegarse y atacar en zonas habitadas.
"Aparentemente, métodos ilegales de lucha de todas las partes causaron víctimas civiles y graves daños a las propiedades", denunció este grupo, cuya sede se encuentra en Nueva York.
La organización Estado Islámico de Irak y el Levante ha tenido activa participación en los combates en Al Anbar, al igual que las tribus antigubernamentales.
Al mismo tiempo, las fuerzas de seguridad reclutaron a sus propios aliados tribales en los combates que arreciaron en Al Anbar durante más de diez días.
La Media Luna Roja indicó que había suministrado asistencia humanitaria a más de 8.000 familias en Al Anbar, y que unas 13.000 familias habían huido del lugar.
El vicepresidente norteamericano Joe Biden pidió a Maliki que "continúe los esfuerzos del gobierno para acercarse a los líderes locales, tribales y nacionales", después de la pérdida de Faluya, según un comunicado de la Casa Blanca.
Un alto responsable estadounidense advirtió que resolver la crisis podría tomar varias semanas.
"Estamos alentando un enfoque paciente y deliberado", dijo ese funcionario, que pidió el anonimato. "Creo que sería prudente pensar en semanas", agregó.
Un portavoz militar iraquí dijo que estaba evitando atacar a Faluya por miedo a víctimas civiles.