
De acuerdo con informaciones de la televisión oficial siria, un "kamikaze terrorista" hizo estallar un automóvil cargado con una tonelada de explosivos. Autoridades dijeron a la misma red de televisión que un grupo de observadores de la ONU ya realizó una inspección en el lugar.
"Inmuebles residenciales e instalaciones públicas y privadas en el lugar del atentado terrorista sufrieron importantes daños" en el barrio de Massaken Ghazi Ayyach, informó la televisión, que mostró imágenes de edificios semidestruidos, vehículos calcinados, un enorme cráter y manchas de sangre sobre la calle.
Diversos atentados ya sacudieron a Damasco y Alepo (la segunda mayor ciudad del país) en los últimos meses. El 19 de mayo, un doble atentado había provocado la muerte de 55 personas en la capital, Damasco.
La mayoría de esos ataques fue reivindicado por grupos prácticamente desconocidos, como el Frente Al Nusra.
En Idlib, en tanto, insurgentes destruyeron con cohetes un transporte de tropas dejando cinco muertos entre los soldados regulares. En esa misma región se habrían registrado combates nocturnos entre el ejército y rebeldes en las proximidades de la frontera turca.
Los enfrentamientos violentos continúan a pesar de la presencia de unos 260 observadores de la ONU encargados de verificar el respeto a la tregua instaurada el 12 de abril como parte de un plan de paz elaborado por el emisario internacional Kofi Annan.
El propio Annan debería llegar "pronto" a Siria, de acuerdo con su portavoz.
En este escenario, la tarea de los observadores internacionales se tornó más difícil por la multiplicación de los atentados.
El portavoz del Secretario General de la ONU, Martin Nesirky, dijo que Ban Ki-moon no poseía una "prueba fehaciente" de que la red Al Qaida esté ligada a los atentados, como lo había sugerido el jueves.
El último factor que complica el hallazgo de una solución es el surgimiento de evidentes resquebrajamientos en la unidad de la oposición, en particular con los severos cuestionamientos públicos de militantes a la conducción del CNS.
"Inmuebles residenciales e instalaciones públicas y privadas en el lugar del atentado terrorista sufrieron importantes daños" en el barrio de Massaken Ghazi Ayyach, informó la televisión, que mostró imágenes de edificios semidestruidos, vehículos calcinados, un enorme cráter y manchas de sangre sobre la calle.
Diversos atentados ya sacudieron a Damasco y Alepo (la segunda mayor ciudad del país) en los últimos meses. El 19 de mayo, un doble atentado había provocado la muerte de 55 personas en la capital, Damasco.
La mayoría de esos ataques fue reivindicado por grupos prácticamente desconocidos, como el Frente Al Nusra.
En Idlib, en tanto, insurgentes destruyeron con cohetes un transporte de tropas dejando cinco muertos entre los soldados regulares. En esa misma región se habrían registrado combates nocturnos entre el ejército y rebeldes en las proximidades de la frontera turca.
Los enfrentamientos violentos continúan a pesar de la presencia de unos 260 observadores de la ONU encargados de verificar el respeto a la tregua instaurada el 12 de abril como parte de un plan de paz elaborado por el emisario internacional Kofi Annan.
El propio Annan debería llegar "pronto" a Siria, de acuerdo con su portavoz.
En este escenario, la tarea de los observadores internacionales se tornó más difícil por la multiplicación de los atentados.
El portavoz del Secretario General de la ONU, Martin Nesirky, dijo que Ban Ki-moon no poseía una "prueba fehaciente" de que la red Al Qaida esté ligada a los atentados, como lo había sugerido el jueves.
El último factor que complica el hallazgo de una solución es el surgimiento de evidentes resquebrajamientos en la unidad de la oposición, en particular con los severos cuestionamientos públicos de militantes a la conducción del CNS.