De hecho, las cien mujeres, muchas de ellas con niños, perdieron a sus maridos en la última ofensiva militar israelí de finales de diciembre a mediados de enero, en la que murieron unos 1.400 palestinos, la mayoría civiles según distintos grupos de derechos humanos. Todos seguidores de Hamás y menores de 25 años, novios y novias contrajeron matrimonio en presencia de familiares e hijos de las viudas, las niñas de blanco y los niños de estricto traje negro.
Según la ley islámica y la de otros pueblos de origen semita, el hermano de un hombre muerto debe cuidar de la familia que deja. Fayoomi no ha eludido su compromiso a pesar de que ello significa mantener a siete vástagos. "Yo soy el que debe cuidar de la esposa de mi hermano y de sus hijos", subraya con orgullo.
El de este joven no es el único caso. De hecho la inmensa mayoría de los cien novios eran hasta ahora cuñados de las novias. Para alentar a los hombres a no dejar a estas mujeres abandonadas de por vida, el movimiento islamista ha pagado a cada uno de ellos el equivalente a 2.800 dólares (unos 2.000 euros), lo que se traduce en que algunos de los novios sean también hombres casados, muchos con hijos, que deciden tener una segunda mujer. La ley islámica permite desde sus inicios que cada hombre puede tener hasta cuatro mujeres.
Un hombre que cuide de una mujer
"Hoy me caso con el hermano de mi marido y estoy segura que él se sentirá feliz en su lugar de reposo porque ahora sabe que su hermano cuidará de mi y de mis hijos", declara una de las novias que pide no ser identificada.
Cubierta de pies a cabeza, según el rito islámico más estricto, sólo los ojos verdes destacan sobre el solemne traje negro que viste. Pero para ella, hoy, todo es felicidad. "Estoy muy contenta por este matrimonio", asegura consciente de que deja una condición que no es común en la conservadora sociedad palestina: la de no tener un hombre que cuide de la mujer.
La mayoría de las viudas, informaron fuentes del movimiento islamista, estaban casadas con milicianos de Hamás por lo que al morir en la ofensiva israelí están considerados por la sociedad palestina como mártires.
"Un acto de beneficiencia, una obligación divina"
"Lo que hacemos es un acto de beneficencia, una obligación divina, independientemente del dinero que te dan las organizaciones de Hamás", coinciden en señalar varios de los novios. Mohamed Taha, de 23 años, se casa también con su cuñada, un año mayor que él, porque "amaba tanto a mi hermano que habiéndose convertido en mártir he decidido cuidar de su mujer y de su hijo".
Un caso más extraño entre los matrimonios arreglados hoy por la llamada Corporación Popular para el Cuidado de la Familia, afiliada a Hamás, es el de Jibril al-Naooq, de 20 años, que se casaba con la mujer de su tío, Asmaa, cinco años mayor que él y madre de dos hijos.
Casado con su cuñada
Ahmed al-Fayoomi, de 22 años, es uno de los novios que ha decidido sacrificarse y contraer hoy matrimonio con una viuda, que no es sino su propia cuñada. "Alá, mi hermano, murió en la guerra de los israelíes contra Gaza y dejó siete hijos", dice Fayoomi antes de la boda con Sabrin, dos años mayor que él.Según la ley islámica y la de otros pueblos de origen semita, el hermano de un hombre muerto debe cuidar de la familia que deja. Fayoomi no ha eludido su compromiso a pesar de que ello significa mantener a siete vástagos. "Yo soy el que debe cuidar de la esposa de mi hermano y de sus hijos", subraya con orgullo.
El de este joven no es el único caso. De hecho la inmensa mayoría de los cien novios eran hasta ahora cuñados de las novias. Para alentar a los hombres a no dejar a estas mujeres abandonadas de por vida, el movimiento islamista ha pagado a cada uno de ellos el equivalente a 2.800 dólares (unos 2.000 euros), lo que se traduce en que algunos de los novios sean también hombres casados, muchos con hijos, que deciden tener una segunda mujer. La ley islámica permite desde sus inicios que cada hombre puede tener hasta cuatro mujeres.
Un hombre que cuide de una mujer
"Hoy me caso con el hermano de mi marido y estoy segura que él se sentirá feliz en su lugar de reposo porque ahora sabe que su hermano cuidará de mi y de mis hijos", declara una de las novias que pide no ser identificada. Cubierta de pies a cabeza, según el rito islámico más estricto, sólo los ojos verdes destacan sobre el solemne traje negro que viste. Pero para ella, hoy, todo es felicidad. "Estoy muy contenta por este matrimonio", asegura consciente de que deja una condición que no es común en la conservadora sociedad palestina: la de no tener un hombre que cuide de la mujer.
La mayoría de las viudas, informaron fuentes del movimiento islamista, estaban casadas con milicianos de Hamás por lo que al morir en la ofensiva israelí están considerados por la sociedad palestina como mártires.
"Un acto de beneficiencia, una obligación divina"
"Lo que hacemos es un acto de beneficencia, una obligación divina, independientemente del dinero que te dan las organizaciones de Hamás", coinciden en señalar varios de los novios. Mohamed Taha, de 23 años, se casa también con su cuñada, un año mayor que él, porque "amaba tanto a mi hermano que habiéndose convertido en mártir he decidido cuidar de su mujer y de su hijo". Un caso más extraño entre los matrimonios arreglados hoy por la llamada Corporación Popular para el Cuidado de la Familia, afiliada a Hamás, es el de Jibril al-Naooq, de 20 años, que se casaba con la mujer de su tío, Asmaa, cinco años mayor que él y madre de dos hijos.