He aquí dos frases que pueden parecer dictadas por la amistad. Pero que básicamente reflejan la excelencia de un trabajo que acaba de merecer el premio Gaziel de Biografías y Memorias, convocado por la Fundación Conde de Barcelona y RBA Libros. El jurado estuvo integrado por Borja de Riquer, Josep Maria Muñoz, Sergio Vila-Sanjuan, el director de La Vanguardia Màrius Carol y el director de la Fundación RBA Joaquim Palau. El libro estará en la calle antes de Sant Jordi. “Todo empezó –explica Ayén– con un encargo de la editora Anik Lapointe, que hace diez años me propuso documentar la relación entre el boom y Barcelona, poco estudiada más allá de libros como Historia personal del boom de José Donoso. Empecé a investigar y vi que había mucho que contar: el boom no hubiera sido lo que fue sin otras cuatro bes: Barral, Balcells, los barbudos de la revolución cubana y Barcelona”.
Más que una etiqueta
Durante estos diez años, Ayén ha entrevistado a García Márquez en México DF, a Vargas Llosa en Nueva York o Lima, ha analizado correspondencias en el archivo de la agente literaria Carmen Balcells o en los de la Universidad de Princeton y ha revisado papeles en el Archivo General de la Administración en Alcalá de Henares. Ha viajado a Londres, París, Los Ángeles o Buenos Aires, entre otros destinos, para reunir unas trescientas referencias, entre fuentes orales, epistolares, bibliográficas y documentales. El fruto de su pesquisa es un libro de unas 900 páginas, rebosante de información y vertebrado por una convicción: “el boom, cuya existencia muchos niegan todavía, no fue una etiqueta comercial, sino un grupo de escritores que, pese a la diversidad de sus propuestas, compartieron amistad, estrategia, lugares de residencia, intereses, disputas, viajes por España, cruceros y aficiones. No es casual que algunos críticos les calificaran como una mafia”.
El principio
Ayén enmarca el boom en una tradición moderna sudamericana que incluye a abuelos como Borges, Neruda, Rulfo o Carpentier. Pero sitúa su origen en la publicación en 1963 de La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa, en la editorial barcelonesa Seix Barral, y en 1967 de Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, en la bonaerense Sudamericana. “Este último título –dice Ayén– ocasionó un alud de ventas que se contagió a otros, propiciando la globalización de la literatura latinoamericana, hasta entonces segmentada en escuelas nacionales”. Vargas, García Márquez y Donoso, que compartieron estadía barcelonesa, son piezas fundamentales del boom en el trabajo de Ayén, junto a otros autores como Julio Cortázar o Carlos Fuentes.
La capital del boom
“Barcelona tiene una importancia decisiva en el boom –afirma Ayén–. La tiene porque Barral editó muchos de sus títulos: el premio Biblioteca Breve lo ganaron en aquellos años Vargas Llosa, Cabrera Infante, Fuentes… y si García Márquez no lo ganó fue porque no quiso. Y la tiene porque la agente Carmen Balcells logra reunir a algunos de sus principales autores en la ciudad, cohesionando el grupo”. En efecto, García Márquez se afincó al poco de llegar en la calle Caponata de Sarrià en 1967, tras publicar Cien años de soledad y residió allí hasta 1975. Vargas Llosa hizo lo propio en Vía Augusta y después en la calle Osio, también de Sarrià, entre 1970 y 1974. José Donoso vivió en Vallvidrera y Sitges a partir de 1969. Fuentes, Cortázar y otros fueron asiduos visitantes de sus amigos barceloneses. Y en la ciudad se estableció una colonia de unos treinta autores sudamericanos de segundo nivel”.
Objeto del deseo
La Habana pudo haber sido otra gran capital del boom. Desde años antes de la eclosión de este movimiento, el castrismo echó sus redes a los escritores latinoamericanos en busca de valedores, les invitó a congresos, les mimó. Hasta cierto punto: Vargas, que empezó siendo uno de los más castristas del grupo, acabó distanciándose. García Márquez, al principio tibio, se convirtió en buen amigo de Castro y se mantuvo fiel para siempre. “Cuando Estados Unidos se dio cuenta de este capital intelectual latinoamericano que acumulaba Cuba a costa del boom –explica Ayén–, empezó a dotar instituciones y cátedras para atraer a sus miembros”.
La aglutinadora
“Carmen Balcells, rebautizada como Mamá grande por sus autores, es la gran aglutinadora del grupo –asegura Ayén–. Poco a poco fue quedándose con los autores de Barral, creció con ellos y acumuló un poder que le permitió cambiar las reglas legales del juego editorial, favoreciendo los intereses económicos de los escritores, a menudo en detrimento de los de los editores. Balcells es el personaje más shakespeariano de esta obra: alguien imprescindible para los literatos, con los que anudó un lazo más allá de lo profesional, íntimo, indestructible”.
Los secretos de Vargas
La cantidad de información que contiene el trabajo de Ayén hace pensar que quizás queden ya pocos secretos por revelar sobre el boom. Ayén discrepa. “Estando en Princeton con Vargas, el autor limeño le dijo a su esposa Patricia Llosa: ‘Estoy preocupado porque Xavi husmea en los papeles que deposité aquí’. ‘No te preocupes, eso está en otra parte’, le tranquilizó ella’. Se debía referir –especula Ayén– a papeles de Julia Urquidi, inspiradora de La tía Julia y el escribidor y primera esposa del escritor, con el que mantuvo una tormentosa relación tras su separación”.
El final
Los libros del boom siguen reeditándose. Pero el movimiento, como tal, se rompió un día de febrero de 1976 en México DF. Concretamente el 12. “Se ha especulado con que el boom empezó a quebrarse a raíz del caso Padilla, que dividió a sus integrantes en castristas y anticastristas. No es así –sostiene Ayén–. El caso Padilla es de 1971. En el decenio de los 60 y buena parte del siguiente, los autores del boom convivieron y viajaron a La Habana pese a sus discrepancias ideológicas. Lo que partió el boom fue el puñetazo que Vargas Llosa le propinó a su amigo García Márquez en el ojo izquierdo, por un asunto personal. Ambos autores habían sido vecinos, amigos, casi hermanos durante diez años, llegaron a planear una novela a cuatro manos. Vargas incluso bautizó a uno de sus hijos como Gabriel Gonzalo Rodrigo en honor de García Márquez... Pero el boom como grupo quedó partido tras ese puñetazo. Esa fue una causa. Eso, y el hecho que dejaron Barcelona y tomaron caminos distintos”.
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