Las recientes manifestaciones violentas en Berkeley o en otros campus para impedir conferencias de polémicos ultraconservadores como Milo Yiannopoulos o Ann Coulter pueden dejar pensar que los estudiantes demócratas monopolizan la expresión política en las universidades. Pero no es así.
Aunque siguen siendo minoritarios, "los estudiantes conservadores dudan cada vez menos en expresarse públicamente", estimó Sterling Beard, jefe de redacción del portal Campus Reform, que apoya a los jóvenes conservadores al denunciar el sesgo progresista en las universidades.
La reciente violencia en Berkeley les facilita la tarea, dice, porque muestra cómo sus homólogos progresistas "se han vuelto histéricos".
Nick Fuentes en la Universidad de Boston y William Long en Harvard son dos de estas nuevas voces conservadoras: los dos acaban su año universitario contentos de haber luchado para que sus ideas sean escuchadas por compañeros que en su mayoría están del lado opuesto.
Los dos votaron por Trump, aunque por diferentes razones.
Long, de 20 años, hijo de inmigrantes chinos originario de Oklahoma, en tercer año de una doble licenciatura en informática y política, es republicano en el sentido clásico del término: antiaborto, a favor del espíritu empresarial y menos impuestos, conservador "para conservar las buenas cosas".
Más moderado que Fuentes, Long reconoce que las razones que lo llevaron a votar a Trump son "complejas" y que "tuvo dificultades" al día siguiente de la elección para explicar a sus camaradas, que "trataban de fascistas" a los votantes del multimillonario.
No obstante, aunque "los republicanos activos representan menos de 5%" de los estudiantes de Harvard, estimó, la victoria de Trump "nos dio una suerte de plataforma".
"Mucha gente se preguntó '¿Cómo pudo pasar? ¿Quién votó por él?' (...) Eso nos dio una voz, la gente tenía ganas de escucharnos", dice este estudiante que ahora anima debates regularmente.
Fuentes, de 18 años, estudiante de ciencia política y relaciones internacionales, es más radical.
Se identifica con la "nueva derecha" o "alt-right", quiere detener la inmigración y denuncia "la invasión de lo políticamente correcto" en los campus. Lo "políticamente correcto" también fue denunciado el domingo por el vicepresidente Mike Pence, abucheado por decenas de estudiantes durante una ceremonia de entrega de diplomas en la prestigiosa universidad católica de Notre-Dame.
Fuentes apoya con ardor a Trump y se pasea provocador por las calles de Boston con un gorro de béisbol con el célebre eslogan de la campaña, "Make America Great Again" (Devolvamos la grandeza a EEUU).
Dice que por ello es tratado de "paria", "acosado en las redes sociales", insultado y a veces hasta amenazado de muerte.
Podría haber escogido estudiar en una universidad cristiana conservadora, donde "todo el mundo estaría de acuerdo conmigo". Pero "¿cuál sería el interés?", pregunta este polemista en ciernes.
Desde su pequeño dormitorio estudiantil graba un programa donde combina con brío noticias y referencias históricas, y que es retransmitido por el Right Side Broadcasting Network, un canal conservador en Youtube.
Pero a pesar de sus esfuerzos, Fuentes y Long no piensan que puedan cambiar de manera sustancial el equilibrio entre conservadores y demócratas en los campus.
Incluso Sterling Beard, de Campus Reform, no espera "cambios a corto plazo".
Marie Danziger, profesora desde hace 30 años en la Escuela de Gobierno Kennedy de Harvard, célebre por haber formado a varios dirigentes estadounidenses, estima que aunque estudiantes y profesores conservadores siguen siendo minoritarios, las ideas conservadoras sin duda ganan terreno.
Antes los estudiantes eran más bien "idealistas", dispuestos a perfeccionar su formación para por ejemplo ir a trabajar para una ONG en Africa, y "hoy nuestros estudiantes están bastante más cómodos con lo que llamamos una mentalidad conservadora, pro mundo de negocios", afirma.
Un alza del conservadurismo alentado también por la cifra creciente entre estudiantes de militares y extranjeros venidos de países donde la economía está por delante de los derechos humanos, como China, Rusia o Singapur, dice.
"El otro gran cambio", según esta profesora que enseña el arte de la persuasión, es el reconocimiento de que sus estudiantes son "el 1% no amado de manera universal por muchas de las personas que liderarán en el futuro".
"Eso significa que habrá que poner una sordina a nuestra educación superior o a nuestras inclinaciones izquierdistas", analiza.
Muchos se sintieron impresionados por la manera en que Trump sorprendió a todo el mundo al ganar la elección frente a la demócrata Hillary Clinton. "Entonces mis estudiantes se preguntan: '¿Qué podemos aprender de Trump que podamos utilizar de una manera moralmente y factualmente aceptable?'. ¡Es con este problema que abriré mi primer curso en septiembre!", dice.
Aunque siguen siendo minoritarios, "los estudiantes conservadores dudan cada vez menos en expresarse públicamente", estimó Sterling Beard, jefe de redacción del portal Campus Reform, que apoya a los jóvenes conservadores al denunciar el sesgo progresista en las universidades.
La reciente violencia en Berkeley les facilita la tarea, dice, porque muestra cómo sus homólogos progresistas "se han vuelto histéricos".
Nick Fuentes en la Universidad de Boston y William Long en Harvard son dos de estas nuevas voces conservadoras: los dos acaban su año universitario contentos de haber luchado para que sus ideas sean escuchadas por compañeros que en su mayoría están del lado opuesto.
Los dos votaron por Trump, aunque por diferentes razones.
Long, de 20 años, hijo de inmigrantes chinos originario de Oklahoma, en tercer año de una doble licenciatura en informática y política, es republicano en el sentido clásico del término: antiaborto, a favor del espíritu empresarial y menos impuestos, conservador "para conservar las buenas cosas".
- "Fascista", "paria" -
Más moderado que Fuentes, Long reconoce que las razones que lo llevaron a votar a Trump son "complejas" y que "tuvo dificultades" al día siguiente de la elección para explicar a sus camaradas, que "trataban de fascistas" a los votantes del multimillonario.
No obstante, aunque "los republicanos activos representan menos de 5%" de los estudiantes de Harvard, estimó, la victoria de Trump "nos dio una suerte de plataforma".
"Mucha gente se preguntó '¿Cómo pudo pasar? ¿Quién votó por él?' (...) Eso nos dio una voz, la gente tenía ganas de escucharnos", dice este estudiante que ahora anima debates regularmente.
Fuentes, de 18 años, estudiante de ciencia política y relaciones internacionales, es más radical.
Se identifica con la "nueva derecha" o "alt-right", quiere detener la inmigración y denuncia "la invasión de lo políticamente correcto" en los campus. Lo "políticamente correcto" también fue denunciado el domingo por el vicepresidente Mike Pence, abucheado por decenas de estudiantes durante una ceremonia de entrega de diplomas en la prestigiosa universidad católica de Notre-Dame.
Fuentes apoya con ardor a Trump y se pasea provocador por las calles de Boston con un gorro de béisbol con el célebre eslogan de la campaña, "Make America Great Again" (Devolvamos la grandeza a EEUU).
Dice que por ello es tratado de "paria", "acosado en las redes sociales", insultado y a veces hasta amenazado de muerte.
Podría haber escogido estudiar en una universidad cristiana conservadora, donde "todo el mundo estaría de acuerdo conmigo". Pero "¿cuál sería el interés?", pregunta este polemista en ciernes.
Desde su pequeño dormitorio estudiantil graba un programa donde combina con brío noticias y referencias históricas, y que es retransmitido por el Right Side Broadcasting Network, un canal conservador en Youtube.
Pero a pesar de sus esfuerzos, Fuentes y Long no piensan que puedan cambiar de manera sustancial el equilibrio entre conservadores y demócratas en los campus.
Incluso Sterling Beard, de Campus Reform, no espera "cambios a corto plazo".
- "Aprender" de la victoria de Trump -
Marie Danziger, profesora desde hace 30 años en la Escuela de Gobierno Kennedy de Harvard, célebre por haber formado a varios dirigentes estadounidenses, estima que aunque estudiantes y profesores conservadores siguen siendo minoritarios, las ideas conservadoras sin duda ganan terreno.
Antes los estudiantes eran más bien "idealistas", dispuestos a perfeccionar su formación para por ejemplo ir a trabajar para una ONG en Africa, y "hoy nuestros estudiantes están bastante más cómodos con lo que llamamos una mentalidad conservadora, pro mundo de negocios", afirma.
Un alza del conservadurismo alentado también por la cifra creciente entre estudiantes de militares y extranjeros venidos de países donde la economía está por delante de los derechos humanos, como China, Rusia o Singapur, dice.
"El otro gran cambio", según esta profesora que enseña el arte de la persuasión, es el reconocimiento de que sus estudiantes son "el 1% no amado de manera universal por muchas de las personas que liderarán en el futuro".
"Eso significa que habrá que poner una sordina a nuestra educación superior o a nuestras inclinaciones izquierdistas", analiza.
Muchos se sintieron impresionados por la manera en que Trump sorprendió a todo el mundo al ganar la elección frente a la demócrata Hillary Clinton. "Entonces mis estudiantes se preguntan: '¿Qué podemos aprender de Trump que podamos utilizar de una manera moralmente y factualmente aceptable?'. ¡Es con este problema que abriré mi primer curso en septiembre!", dice.