Pasados 30 años largos de aquello, la realidad es que el catalán goza de buena salud en las aulas universitarias, aunque la polémica se ha reabierto con una iniciativa de la Generalitat que propone que los nuevos profesores acrediten un nivel alto.Este idioma es, de lejos, la lengua más usada en clase. También la habitual de comunicación oficial entre la comunidad universitaria y en la que se redactan gran parte de las tesis y trabajos académicos. Según datos de la Generalitat, el 47% de las clases se imparten en catalán; el 18% en castellano y el 25% en grupos diferentes de castellano y catalán. El 7,3% en inglés y el resto en otras lenguas.
Pero la exigencia de acreditar el catalán a los nuevos profesores y a los eventuales que renueven sus contratos por más de dos años -aunque puedan dar sus clases en el idioma que quieran- ha levantado ampollas. Tanto, que la medida, aunque prevé excepciones, ya se anuncia que será suavizada. Por parte de los políticos, el PP y UPyD han sido los más críticos. Pero, ¿qué opinan los profesores? Una medida como esa ¿empobrece a la Universidad?
Fuera de Cataluña, numerosos profesores critican que se exija un examen de catalán para dar clases y se defiende una Universidad abierta e internacional que atraiga a los mejores. "Me parece bien incentivar el catalán pero la Universidad debe ser abierta. No debe exigirse, porque crea desigualdades con otras personas del resto del Estado", dice Mariano Fernández Enguita, catedrático de Sociología de la Universidad de Salamanca. "Se pueden dar incentivos, por ejemplo económicos, a quienes tengan un nivel en un idioma, pero sin exigirlo", añade. "La exigencia del catalán me parece un poco cateta", confiesa Antonio Bolívar, catedrático de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Granada. "No veo ninguna justificación para obligar a tener un título de catalán a los profesores universitarios. La Universidad debe ser cosmopolita y no tener fronteras para atraer a los mejores docentes de todo el mundo, sin barreras lingüísticas. Otra cosa es la escuela. Ahí sí que puede tener sentido la obligación de un idioma, porque se trata de socializar al alumno en una cultura, pero nunca en la Universidad", recalca Bolívar.
Javier Elzo, catedrático emérito de Sociología de la Universidad de Deusto, tiene una opinión más matizada: "Lo normal es que alguien que quiera ir a un lugar a hacer su vida de forma estable aprenda el idioma de ese lugar. Pero no hay que obligar. El tema debe dejarse en manos de las universidades para que puedan ejercer su autonomía. Cada universidad sabrá qué tiene que hacer, si exigir o no un determinado idioma a los profesores. Además, no es lo mismo un biólogo molecular que trabaja básicamente en el laboratorio que un sociólogo que está más a pie de aula", recalca Elzo.
Efectivamente, en la línea de autonomía universitaria que marca Elzo, se está rediseñando la polémica medida. En principio, se barajaba pedir a los profesores el equivalente al nivel de suficiencia o nivel C, un requisito alto, ya que la escala va del A al D. Ahora se descarta obligar a pasar un examen a todos los nuevos docentes. Podría bastar con que hagan cursos sin necesidad de examinarse. Y lo más importante: se baraja que sean las universidades quienes decidan la forma de hacerlo, lo que podría dejar en poca cosa la intención inicial, porque muchas universidades no han visto nunca la necesidad de exigir dicho título.
Habrá también excepciones que podrán fijar las universidades. Ya estaba previsto que profesores visitantes y eméritos quedaran exentos del requisito del catalán, hacer cursos o demostrar que dominan la lengua. Son varios los docentes que en Cataluña opinan que exigir un título de una lengua para dar clases choca con el espíritu abierto que por definición se atribuye a la Universidad. Docentes como Xavier Sala i Martin, de la Pompeu Fabra; Ramon Franquesa, de la Universidad de Barcelona; o Ferran Ferrer, de la Autónoma de Barcelona, afirman que ya dan sus clases en catalán, pero están en contra de la exigencia de un título para seguir haciéndolo.
Pero en Cataluña también hay profesores que defienden o bien pedir un examen o bien demostrar que se sabe el idioma. Por ejemplo, Joan Solé, profesor titular de Economía en la Universidad de Girona. "Debe haber algún requisito que demuestre que el profesor sabe catalán. Pero no hay que poner un nivel inalcanzable sino factible. Hay que exigirlo porque la lengua catalana debe preservarse y está en inferioridad respecto al castellano", dice Solé, que ha impartido sus clases en catalán, pero también en castellano e inglés.
Joan B. Culla, profesor titular de Historia en la Autónoma de Barcelona, no se opone a demostrar que se está en condiciones de dar clase en catalán, "pero no a exigir un título. La medida la han planteado mal, a final de la legislatura y sin explicarla bien", reprocha Culla, que recalca que él y muchos compañeros tienen libros en catalán e imparten las clases en esta lengua desde hace décadas.
Salvador Cardús, decano de Ciencias Políticas y Sociología de la Autónoma de Barcelona, afirma: "El catalán debe potenciarse, pero no hay que obligar, sino dejar que cada universidad decida. Lo lógico, sin embargo, es que el profesorado sepa catalán", añade Cardús.
Otros, sencillamente, se plantean si era necesaria una medida como esta. Una encuesta interna realizada por ocho universidades públicas catalanas a sus alumnos en 2008 revela que al 49% de los estudiantes le da igual la lengua empleada en la docencia, el 42% prefiere el catalán y el 7% el castellano. De forma general, los estudiantes no están descontentos sobre el uso del catalán en clase. Un portavoz del Departamento de Universidades de la Generalitat asegura que ha habido algunas quejas de alumnos porque el profesor no atiende en catalán, aunque no concreta cuántas.
En aquel sondeo de hace dos años se entrevistó a 2.989 estudiantes. El 76% de ellos contestó que el catalán es predominante respecto al castellano. Solo el 14% vio insuficiente el número de clases en catalán y el 74% las consideró "correctas", señala el informe.
La ausencia de problemas lingüísticos en las aulas que recalca dicho informe la esgrime el secretario general de la Federación de Asociaciones de Catedráticos Universitarios (FACU), Jesús Esteban. "La lengua española es oficial en toda España y es un deber y un derecho usarla. Lo son también las lenguas cooficiales en otras comunidades autónomas bilingües. No hay problemas con la lengua y cuando surge un problema donde no lo había hay que pensar qué pretende quien lo alimenta", deja caer Esteban.
La mayoría de las universidades catalanas prefieren guardar silencio hasta que se apruebe la iniciativa. El rector de la Universidad de Lleida, Joan Viñas, está a favor de que se deba acreditar un nivel de catalán para dar clases. El de la Pompeu Fabra, Josep Joan Moreso, está de acuerdo siempre que el requisito del catalán sea posterior a la entrada del docente y que su aplicación sea flexible. En forma similar se expresa la secretaria general de la Universidad Autónoma de Barcelona, Isabel Pont. "Para quien quiere ser profesor permanente, pedir el catalán tiene sentido. Las universidades podremos fijar excepciones y, por eso, creo que podremos captar un buen profesorado".
Ni en el País Vasco ni en Galicia se exige demostrar que se sabe euskera o gallego a todos los docentes universitarios. En las universidades gallegas cada profesor imparte clase en la lengua que estima oportuna. Los cálculos de las propias universidades indican que no más de un 20% de las clases se imparten en gallego. El decreto de plurilingüismo que la Xunta aprobó el pasado junio, que fija el equilibrio entre gallego y castellano, con la entrada progresiva de un tercer idioma, no abarca la enseñanza superior. Pero las universidades gallegas (Vigo, Santiago y A Coruña) firmaron un manifiesto que lo rechaza por restar espacio al gallego en las aulas de enseñanza obligatoria, informa Pablo Linde.
Aunque en Galicia se pueden dar las clases en el idioma que se quiera, para ser profesor de la Universidad de Santiago se requiere el Celga 3, una acreditación de conocimiento de gallego alta. Esto se hace desde hace un año y medio. En las otras universidades gallegas (Vigo y A Coruña), saber gallego cuenta solo como mérito.
En el País Vasco, la Universidad de Deusto cuenta con un 25% de profesores con un dominio de euskera adecuado para la actividad docente e investigadora, informa Ania Elorza. El 15% practica la docencia en vasco. Las cifras son ligeramente inferiores entre los catedráticos, de los que el 20% conoce y utiliza el euskera. El vicerrector de Euskera de la Universidad de Deusto, Roberto San Salvador, explica que en las nuevas contrataciones de profesionales se intenta que estos sean trilingües -conocedores de euskera, castellano e inglés-, pero subraya que "no es un requisito que excluya". Estos criterios se plasmarán en un plan sobre plurilingüismo que prepara esta universidad y que tiene como objetivo que, al menos, el 30% de los créditos académicos de un grado (carrera) puedan realizarse en los tres idiomas.
Precisamente, debido a la juventud de su plantilla y de la propia universidad, la de Mondragon cuenta con un 85% de su personal docente que puede impartir sus clases en euskera. No tienen aún catedráticos, explican, pero sí profesores en buena medida trilingües.
"Aquí no se ha obligado a nadie a acreditar un nivel de euskera, pero muchos lo han hecho de forma voluntaria y desde la universidad se les ha incentivado", dice Joan Irazusta, vicerrector de Euskera y Plurilingüismo de la Universidad del País Vasco. "Nosotros tenemos plazas sólo de castellano, plazas bilingües de castellano-euskera y de castellano-inglés, y ahora trilingües. El 40% de nuestro profesorado es bilingüe con castellano y euskera y el 45% de los estudiantes piden clases en lengua vasca", señala Irazusta.
Pero la exigencia de acreditar el catalán a los nuevos profesores y a los eventuales que renueven sus contratos por más de dos años -aunque puedan dar sus clases en el idioma que quieran- ha levantado ampollas. Tanto, que la medida, aunque prevé excepciones, ya se anuncia que será suavizada. Por parte de los políticos, el PP y UPyD han sido los más críticos. Pero, ¿qué opinan los profesores? Una medida como esa ¿empobrece a la Universidad?
Fuera de Cataluña, numerosos profesores critican que se exija un examen de catalán para dar clases y se defiende una Universidad abierta e internacional que atraiga a los mejores. "Me parece bien incentivar el catalán pero la Universidad debe ser abierta. No debe exigirse, porque crea desigualdades con otras personas del resto del Estado", dice Mariano Fernández Enguita, catedrático de Sociología de la Universidad de Salamanca. "Se pueden dar incentivos, por ejemplo económicos, a quienes tengan un nivel en un idioma, pero sin exigirlo", añade. "La exigencia del catalán me parece un poco cateta", confiesa Antonio Bolívar, catedrático de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Granada. "No veo ninguna justificación para obligar a tener un título de catalán a los profesores universitarios. La Universidad debe ser cosmopolita y no tener fronteras para atraer a los mejores docentes de todo el mundo, sin barreras lingüísticas. Otra cosa es la escuela. Ahí sí que puede tener sentido la obligación de un idioma, porque se trata de socializar al alumno en una cultura, pero nunca en la Universidad", recalca Bolívar.
Javier Elzo, catedrático emérito de Sociología de la Universidad de Deusto, tiene una opinión más matizada: "Lo normal es que alguien que quiera ir a un lugar a hacer su vida de forma estable aprenda el idioma de ese lugar. Pero no hay que obligar. El tema debe dejarse en manos de las universidades para que puedan ejercer su autonomía. Cada universidad sabrá qué tiene que hacer, si exigir o no un determinado idioma a los profesores. Además, no es lo mismo un biólogo molecular que trabaja básicamente en el laboratorio que un sociólogo que está más a pie de aula", recalca Elzo.
Efectivamente, en la línea de autonomía universitaria que marca Elzo, se está rediseñando la polémica medida. En principio, se barajaba pedir a los profesores el equivalente al nivel de suficiencia o nivel C, un requisito alto, ya que la escala va del A al D. Ahora se descarta obligar a pasar un examen a todos los nuevos docentes. Podría bastar con que hagan cursos sin necesidad de examinarse. Y lo más importante: se baraja que sean las universidades quienes decidan la forma de hacerlo, lo que podría dejar en poca cosa la intención inicial, porque muchas universidades no han visto nunca la necesidad de exigir dicho título.
Habrá también excepciones que podrán fijar las universidades. Ya estaba previsto que profesores visitantes y eméritos quedaran exentos del requisito del catalán, hacer cursos o demostrar que dominan la lengua. Son varios los docentes que en Cataluña opinan que exigir un título de una lengua para dar clases choca con el espíritu abierto que por definición se atribuye a la Universidad. Docentes como Xavier Sala i Martin, de la Pompeu Fabra; Ramon Franquesa, de la Universidad de Barcelona; o Ferran Ferrer, de la Autónoma de Barcelona, afirman que ya dan sus clases en catalán, pero están en contra de la exigencia de un título para seguir haciéndolo.
Pero en Cataluña también hay profesores que defienden o bien pedir un examen o bien demostrar que se sabe el idioma. Por ejemplo, Joan Solé, profesor titular de Economía en la Universidad de Girona. "Debe haber algún requisito que demuestre que el profesor sabe catalán. Pero no hay que poner un nivel inalcanzable sino factible. Hay que exigirlo porque la lengua catalana debe preservarse y está en inferioridad respecto al castellano", dice Solé, que ha impartido sus clases en catalán, pero también en castellano e inglés.
Joan B. Culla, profesor titular de Historia en la Autónoma de Barcelona, no se opone a demostrar que se está en condiciones de dar clase en catalán, "pero no a exigir un título. La medida la han planteado mal, a final de la legislatura y sin explicarla bien", reprocha Culla, que recalca que él y muchos compañeros tienen libros en catalán e imparten las clases en esta lengua desde hace décadas.
Salvador Cardús, decano de Ciencias Políticas y Sociología de la Autónoma de Barcelona, afirma: "El catalán debe potenciarse, pero no hay que obligar, sino dejar que cada universidad decida. Lo lógico, sin embargo, es que el profesorado sepa catalán", añade Cardús.
Otros, sencillamente, se plantean si era necesaria una medida como esta. Una encuesta interna realizada por ocho universidades públicas catalanas a sus alumnos en 2008 revela que al 49% de los estudiantes le da igual la lengua empleada en la docencia, el 42% prefiere el catalán y el 7% el castellano. De forma general, los estudiantes no están descontentos sobre el uso del catalán en clase. Un portavoz del Departamento de Universidades de la Generalitat asegura que ha habido algunas quejas de alumnos porque el profesor no atiende en catalán, aunque no concreta cuántas.
En aquel sondeo de hace dos años se entrevistó a 2.989 estudiantes. El 76% de ellos contestó que el catalán es predominante respecto al castellano. Solo el 14% vio insuficiente el número de clases en catalán y el 74% las consideró "correctas", señala el informe.
La ausencia de problemas lingüísticos en las aulas que recalca dicho informe la esgrime el secretario general de la Federación de Asociaciones de Catedráticos Universitarios (FACU), Jesús Esteban. "La lengua española es oficial en toda España y es un deber y un derecho usarla. Lo son también las lenguas cooficiales en otras comunidades autónomas bilingües. No hay problemas con la lengua y cuando surge un problema donde no lo había hay que pensar qué pretende quien lo alimenta", deja caer Esteban.
La mayoría de las universidades catalanas prefieren guardar silencio hasta que se apruebe la iniciativa. El rector de la Universidad de Lleida, Joan Viñas, está a favor de que se deba acreditar un nivel de catalán para dar clases. El de la Pompeu Fabra, Josep Joan Moreso, está de acuerdo siempre que el requisito del catalán sea posterior a la entrada del docente y que su aplicación sea flexible. En forma similar se expresa la secretaria general de la Universidad Autónoma de Barcelona, Isabel Pont. "Para quien quiere ser profesor permanente, pedir el catalán tiene sentido. Las universidades podremos fijar excepciones y, por eso, creo que podremos captar un buen profesorado".
Ni en el País Vasco ni en Galicia se exige demostrar que se sabe euskera o gallego a todos los docentes universitarios. En las universidades gallegas cada profesor imparte clase en la lengua que estima oportuna. Los cálculos de las propias universidades indican que no más de un 20% de las clases se imparten en gallego. El decreto de plurilingüismo que la Xunta aprobó el pasado junio, que fija el equilibrio entre gallego y castellano, con la entrada progresiva de un tercer idioma, no abarca la enseñanza superior. Pero las universidades gallegas (Vigo, Santiago y A Coruña) firmaron un manifiesto que lo rechaza por restar espacio al gallego en las aulas de enseñanza obligatoria, informa Pablo Linde.
Aunque en Galicia se pueden dar las clases en el idioma que se quiera, para ser profesor de la Universidad de Santiago se requiere el Celga 3, una acreditación de conocimiento de gallego alta. Esto se hace desde hace un año y medio. En las otras universidades gallegas (Vigo y A Coruña), saber gallego cuenta solo como mérito.
En el País Vasco, la Universidad de Deusto cuenta con un 25% de profesores con un dominio de euskera adecuado para la actividad docente e investigadora, informa Ania Elorza. El 15% practica la docencia en vasco. Las cifras son ligeramente inferiores entre los catedráticos, de los que el 20% conoce y utiliza el euskera. El vicerrector de Euskera de la Universidad de Deusto, Roberto San Salvador, explica que en las nuevas contrataciones de profesionales se intenta que estos sean trilingües -conocedores de euskera, castellano e inglés-, pero subraya que "no es un requisito que excluya". Estos criterios se plasmarán en un plan sobre plurilingüismo que prepara esta universidad y que tiene como objetivo que, al menos, el 30% de los créditos académicos de un grado (carrera) puedan realizarse en los tres idiomas.
Precisamente, debido a la juventud de su plantilla y de la propia universidad, la de Mondragon cuenta con un 85% de su personal docente que puede impartir sus clases en euskera. No tienen aún catedráticos, explican, pero sí profesores en buena medida trilingües.
"Aquí no se ha obligado a nadie a acreditar un nivel de euskera, pero muchos lo han hecho de forma voluntaria y desde la universidad se les ha incentivado", dice Joan Irazusta, vicerrector de Euskera y Plurilingüismo de la Universidad del País Vasco. "Nosotros tenemos plazas sólo de castellano, plazas bilingües de castellano-euskera y de castellano-inglés, y ahora trilingües. El 40% de nuestro profesorado es bilingüe con castellano y euskera y el 45% de los estudiantes piden clases en lengua vasca", señala Irazusta.