Las universidades latinoamericanas suelen estar saturadas, reciben poca financiación, numerosos profesores no cuentan con títulos de doctorado y son muy numerosos los estudiantes que terminan abandonando la carrera.
No obstante, en las últimas dos décadas se ha incrementado la inversión en instituciones universitarias, el número de inscripciones se duplicó y la cantidad de trabajos científicos generados en centros latinoamericanos se sextuplicó, llegando al 4,3% del total de estudios publicados en el mundo.
"La mala noticia es que la cantidad no ha venido acompañada de calidad", opina Jorge Balan, sociólogo argentino y especialista en educación universitaria en la Universidad de Columbia en Nueva York.
"Tenemos más científicos que en el pasado, más facultades universitarias a tiempo completo, facultades que están mejor preparadas y su producción ha aumentado, pero la calidad de investigación no es tan buena en términos internacionales".
Las universidades de América Latina están mayormente ausentes de los rankings mundiales, y aquellas que destacan están lejos del nivel que tienen las mejores universidades del mundo.
En el último ranking publicado por Times Higher Education, ninguna universidad latinoamericana figuraba entre las 200 más destacadas.
La mejor valorada es la Universidad de Sao Paulo, en Brasil, que ocupó el puesto 225, pero aparece por detrás de instituciones de mercados emergentes como Rusia, Sudáfrica y Turquía.
Y pocos investigadores latinoamericanos alcanzan un reconocimiento internacional en niveles elevados.
Los latinoamericanos han ganado premios Nobel de la paz y de literatura 14 veces, pero sólo siete en campos como física, química, medicina y economía, una sequía que se ha perpetuado en los premios de este año.
La fuga de cerebros también es un problema para las universidades, con sus mejores talentos migrando a Europa y Estados Unidos.
"En gran parte de América Latina la profesión académica no es una profesión a tiempo completo. Muchos de los docentes son empleados a media jornada y se les paga muy poco por lo cual deben contar con otros empleos para vivir", subraya Philip Altbach, director del Centro Internacional para la Educación Superior en el College de Boston.
"No puedes construir una buena universidad dependiendo de profesores a tiempo parcial. Es una ley que no puedes saltarte".
- Sistema darwiniano -
Los estudiantes también enfrentan grandes problemas a la hora de completar sus carreras.
En países como Argentina y México la educación terciaria se construye en torno a universidades públicas que pretenden proporcionar educación gratuita o a bajo costo a cualquiera que cumpla con unos requisitos básicos.
La Universidad de Buenos Aires y la Universidad Nacional Autónoma de México son grandes instituciones con cientos de miles de estudiantes, de los cuales muchos no llegan a graduarse, un sistema que Albach tilda de "darwiniano".
Tan sólo el 25% de los estudiantes admitidos se gradúan en Argentina. En México la cifra es del 30%.
"Se ha hecho una inversión masiva en mejorar la educación superior, pero la prioridad ha sido enfocarse en el acceso, construir más instituciones, crear más acceso para más gente", dijo.
En un momento en que la región lucha por revertir desigualdades intrínsecas, lo que se necesita, dice la experta, es diversificar el sistema con más instituciones privadas, entrenamiento técnico e instituciones educativas en comunidades para aquellos estudiantes que no quieren o no necesitan títulos universitarios tradicionales.
También se requeriría más fondos para la investigación, particularmente desde el sector privado.
- Cambio de foco -
No obstante, hay aspectos positivos en la educación universitaria de América Latina.
En el estado de Sao Paulo, el más rico de Brasil, un 1% de los impuestos aplicados a los ingresos van directamente a una fundación que apoya la investigación universitaria, lo que permite financiar programas científicos de primer nivel.
Río de Janeiro también tiene instituciones muy bien consideradas, incluyendo el Instituto Nacional de Matemáticas puras y aplicadas.
Uno de sus investigadores, Artur Ávila, de 35 años, se convirtió el pasado mes en el primer latinoamericano en ganar la Fields Medal, el premio más prestigioso en matemáticas.
Esto es una "buena señal" para las universidades brasileñas, dice Marcelo Knobel, profesor en la Universidad Estatal de Campinas, quien ha escrito ampliamente sobre educación universitaria.
El problema ahora, apuntó, es asegurarse de que los niños de clase media y baja de Brasil reciben una mejor educación en las escuelas primarias y secundarias.
"Tendríamos que enfocarnos en la educación básica", estimó.