
La tan esperada fecha desde hace seis años, principio del fin de la ocupación estadounidense, ya ha empezado entre alegría y dignidad nacional recién recobrada, pero también ansiedad y miedo ante el porvenir. Con desfiles y paradas de las Fuerzas Armadas, vehículos militares engalanados y palabras del primer ministro Al Maliki proclamando la jornada "Dia de la victoria del pueblo iraquí", ha proseguido el programado repliegue de las tropas estadounidenses de sus 86 acuartelamientos y posiciones en la capital hasta establecerse en su periferia, además de sus restantes posiciones en Mosul, en las restantes localidades de la república.
"Nuestras fuerzas son capaces —dijo en su discurso el jefe del Gobierno— de garantizar la seguridad de la nación, y están preparadas para combatir el terrorismo". Medio millón de policías y doscientos cincuenta mil soldados deben hacerse cargo plenamente del mantenimiento de la precaria seguridad que, durante y en las vísperas de esta retirada, ha vuelto a ser violada con cruentos atentados que provocaron la muerte de doscientos cincuenta iraquíes, sobre todo chiíes, no sólo en el interior de la república sino también en sus fronteras con Siria, por la que se dice que atraviesan yihadistas o combatientes suníes, o con Irán cuya influencia sobre la población chií se ha extendido desde el derrumbamiento del rais Sadam Hussein a raíz de la invasión ordenada por el anterior presidente de los EE.UU.
En algunas zonas como en Mosul, o en Kirkuk , disputada población por kurdos, turcomanos y árabes, el vacío dejado por las tropas expedicionarias puede hacerse más patente. La minoría kurda, con su protegida autonomía en las montañas del norte, ha sido muy favorecida con esta ocupación militar. Pero Kirkuk, a las puertas de este bien organizado territorio semi independiente, con las próximas elecciones provinciales, es un volcán latente en Iraq.
¿Están las Fuerzas Armadas, la policía, preparadas, para asumir esta enorme responsabilidad? Hay iraquíes que dudan que puedan enfrentarse a las escuadras de la muerte, a los agentes de Al Qaeda, a los milicianos de toda calaña.
En su libro sobre la ocupación de Iraq, uno de los mejores hasta ahora publicados acerca del tema, Ali A. Allawi denuncia el "absentismo, la falta de comunicación con los expertos norteamericanos, su doble lealtad institucional" como algunos de los fallos en el entrenamiento y preparación de los policías por los militares del ejercito expedicionario, y se refiere a las infiltraciones sufridas a través de las escuadras de la muerte en las fuerzas locales de seguridad.
Pocos días antes de este repliegue, cuyo final sólo culminará en el año 2011, tal como anunciase el presidente Obama, magistrados y jueces se manifestaron en Mosul contra los abusos de la policía. El repliegue de este contingente de unos 130.000 hombres —que podría volver a ser llamado en caso necesario por el gobierno de Bagdad— no va a resolver por arte de birlibirloque todo el enmarañado conflicto iraquí, aunque hace desaparecer la principal causa del caos y de la desintegración sangrienta de la república baasista, la razón primera de la insurrección nacional.
Es verdad que desde hace dos años, cuando estuvo a punto de precipitarse Iraq en la guerra civil, han mejorado relativamente las condiciones de seguridad de la población. El mando militar estadounidense cambió sus tácticas contra la insurgencia, fueron alistados treinta mil milicianos —los denominados Al Sahwa— que se pasaron a las fuerzas gubernamentales y norteamericanas. Y por otra parte, Moqtada al Sadr, considerado enemigo número uno de EE.UU., ha apaciguado a sus belicosos partidarios chiíes.
Pero Iraq sigue siendo una pluralidad de conflictos entrelazados, que se conectan y, que de forma alternativa, aparecen y se ocultan pero sin extinguirse definitivamente alcanzando niveles de intensidad distinta como si se tratase de vasos comunicantes que uno baja porque el otro sube. Parafraseando al ahorcado Sadam Hussein, "Iraq es la madre de todos los conflictos de Oriente Medio".
Cuenta Allawi que el primer ministro Al Maliki se lamentaba en el año 2006 de que no podía hacer mover una compañía de soldados por las calles de la capital, sin la aprobación del alto mando estadounidense. Ahora serán los militares norteamericanos los que necesitarán la autorización del gobierno de Bagdad para reemprender operaciones de combate.
¿Se va a convertir Iraq en protectorado norteamericano? La historia contemporánea de Oriente Medio esta hecha de guerras y de ocupaciones militares extranjeras. Los marines evacuaron el Líbano dos veces, en 1958, y quince años después tras el mortífero atentado contra su acuartelamiento cerca del aeropuerto de Beirut, en el que perecieron 241 soldados, la mayor pérdida del ejército norteamericano desde la catastrófica guerra de Vietnam. Como ha escrito Allawi, "los EE.UU. ganaron la guerra y perdieron la paz en Iraq".
Tomás Alcoverro
"Nuestras fuerzas son capaces —dijo en su discurso el jefe del Gobierno— de garantizar la seguridad de la nación, y están preparadas para combatir el terrorismo". Medio millón de policías y doscientos cincuenta mil soldados deben hacerse cargo plenamente del mantenimiento de la precaria seguridad que, durante y en las vísperas de esta retirada, ha vuelto a ser violada con cruentos atentados que provocaron la muerte de doscientos cincuenta iraquíes, sobre todo chiíes, no sólo en el interior de la república sino también en sus fronteras con Siria, por la que se dice que atraviesan yihadistas o combatientes suníes, o con Irán cuya influencia sobre la población chií se ha extendido desde el derrumbamiento del rais Sadam Hussein a raíz de la invasión ordenada por el anterior presidente de los EE.UU.
En algunas zonas como en Mosul, o en Kirkuk , disputada población por kurdos, turcomanos y árabes, el vacío dejado por las tropas expedicionarias puede hacerse más patente. La minoría kurda, con su protegida autonomía en las montañas del norte, ha sido muy favorecida con esta ocupación militar. Pero Kirkuk, a las puertas de este bien organizado territorio semi independiente, con las próximas elecciones provinciales, es un volcán latente en Iraq.
¿Están las Fuerzas Armadas, la policía, preparadas, para asumir esta enorme responsabilidad? Hay iraquíes que dudan que puedan enfrentarse a las escuadras de la muerte, a los agentes de Al Qaeda, a los milicianos de toda calaña.
En su libro sobre la ocupación de Iraq, uno de los mejores hasta ahora publicados acerca del tema, Ali A. Allawi denuncia el "absentismo, la falta de comunicación con los expertos norteamericanos, su doble lealtad institucional" como algunos de los fallos en el entrenamiento y preparación de los policías por los militares del ejercito expedicionario, y se refiere a las infiltraciones sufridas a través de las escuadras de la muerte en las fuerzas locales de seguridad.
Pocos días antes de este repliegue, cuyo final sólo culminará en el año 2011, tal como anunciase el presidente Obama, magistrados y jueces se manifestaron en Mosul contra los abusos de la policía. El repliegue de este contingente de unos 130.000 hombres —que podría volver a ser llamado en caso necesario por el gobierno de Bagdad— no va a resolver por arte de birlibirloque todo el enmarañado conflicto iraquí, aunque hace desaparecer la principal causa del caos y de la desintegración sangrienta de la república baasista, la razón primera de la insurrección nacional.
Es verdad que desde hace dos años, cuando estuvo a punto de precipitarse Iraq en la guerra civil, han mejorado relativamente las condiciones de seguridad de la población. El mando militar estadounidense cambió sus tácticas contra la insurgencia, fueron alistados treinta mil milicianos —los denominados Al Sahwa— que se pasaron a las fuerzas gubernamentales y norteamericanas. Y por otra parte, Moqtada al Sadr, considerado enemigo número uno de EE.UU., ha apaciguado a sus belicosos partidarios chiíes.
Pero Iraq sigue siendo una pluralidad de conflictos entrelazados, que se conectan y, que de forma alternativa, aparecen y se ocultan pero sin extinguirse definitivamente alcanzando niveles de intensidad distinta como si se tratase de vasos comunicantes que uno baja porque el otro sube. Parafraseando al ahorcado Sadam Hussein, "Iraq es la madre de todos los conflictos de Oriente Medio".
Cuenta Allawi que el primer ministro Al Maliki se lamentaba en el año 2006 de que no podía hacer mover una compañía de soldados por las calles de la capital, sin la aprobación del alto mando estadounidense. Ahora serán los militares norteamericanos los que necesitarán la autorización del gobierno de Bagdad para reemprender operaciones de combate.
¿Se va a convertir Iraq en protectorado norteamericano? La historia contemporánea de Oriente Medio esta hecha de guerras y de ocupaciones militares extranjeras. Los marines evacuaron el Líbano dos veces, en 1958, y quince años después tras el mortífero atentado contra su acuartelamiento cerca del aeropuerto de Beirut, en el que perecieron 241 soldados, la mayor pérdida del ejército norteamericano desde la catastrófica guerra de Vietnam. Como ha escrito Allawi, "los EE.UU. ganaron la guerra y perdieron la paz en Iraq".
Tomás Alcoverro