El coste humano de este conflicto, que se intensificó desde hace dos años, es más importante que los daños materiales, señaló Naciones Unidas.
"Toda una generación corre el riesgo de ver su futuro comprometido", previno la portavoz del Alto Comisionado para los Refugiados (ACNUR) para Yemen, Shabia Mantoo.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) señala, en un informe reciente, que "la desescolarización creará otra generación que perpetuará el ciclo de violencia"
El conflicto en este país de la península arábiga se acentuó con la intervención el 26 de marzo de 2015 de una coalición militar árabe dirigida por Arabia Saudita, en apoyo a las fuerzas del expresidente Hadi-huido en Arabia Saudí- frente a la alianza de los hutíes y los partidarios del expresidente Saleh, que conquistaron grandes zonas del país desde 2014, como la capital Saná.
Desde entonces, según la ONU, los combates dejaron unos 7.700 muertos, de los cuales al menos 1.546 eran niños, en un país donde cerca del 50% de los 27 millones de habitantes tienen menos de 18 años.
La guerra dejó inutilizadas a 1.640 escuelas, o sea un 10% de los establecimientos con los que cuenta el país. De este total 1.470 fueron destruidas o dañadas, mientras que las demás sirven de cuartel o de refugio para los desplazados, indica Unicef.
También, la guerra dejó sin enseñanza a 1,84 millones de alumnos, a los que se suman los 1,6 millones de niños no escolarizados antes del conflicto, según Rajat Madhok, de Unicef.
Frente a la violencia, la familia huyó de Taez. Rua y los suyos recorrieron a pie 10 km, atravesando el valle de Sala, hasta la salida de la ciudad desde donde un coche les condujo a Saná.
En la capital, Rua intentó inscribirse en una escuela, pero "las clases están abarrotadas". "Mi educación se ha detenido a causa de la guerra", añade, desolada.
Los niños desescolarizados, abandonados, buscan pequeños empleos, mendigan o son reclutados por las partes en conflicto como los 1.500 niños soldado censados por ACNUR.
Incluso en las regiones donde hay menos combates y donde los colegios están abiertos, las clases están también abarrotadas y los profesores a menudo están en huelga para protestar contra los impagos.
Los niños sin escolarizar son igualmente una presa fácil para los grupos islamistas radicales que se han aprovechado del conflicto para reforzar sus filas en Yemen.
Para compensar la escuela, estos jóvenes "se orientan hacia los centros coránicos o hacia los ciclos de formación en las mezquitas", un medio ideal para radicalizarlos, señala Ibrahim Nagi, un profesor en Taez.
Mientras, Rua sigue soñando con retomar su educación. "El recuerdo de mis profesores y de mis compañeros, me hace llorar. Quiero recuperar una vida tranquila", dice.
"Toda una generación corre el riesgo de ver su futuro comprometido", previno la portavoz del Alto Comisionado para los Refugiados (ACNUR) para Yemen, Shabia Mantoo.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) señala, en un informe reciente, que "la desescolarización creará otra generación que perpetuará el ciclo de violencia"
El conflicto en este país de la península arábiga se acentuó con la intervención el 26 de marzo de 2015 de una coalición militar árabe dirigida por Arabia Saudita, en apoyo a las fuerzas del expresidente Hadi-huido en Arabia Saudí- frente a la alianza de los hutíes y los partidarios del expresidente Saleh, que conquistaron grandes zonas del país desde 2014, como la capital Saná.
Desde entonces, según la ONU, los combates dejaron unos 7.700 muertos, de los cuales al menos 1.546 eran niños, en un país donde cerca del 50% de los 27 millones de habitantes tienen menos de 18 años.
La guerra dejó inutilizadas a 1.640 escuelas, o sea un 10% de los establecimientos con los que cuenta el país. De este total 1.470 fueron destruidas o dañadas, mientras que las demás sirven de cuartel o de refugio para los desplazados, indica Unicef.
También, la guerra dejó sin enseñanza a 1,84 millones de alumnos, a los que se suman los 1,6 millones de niños no escolarizados antes del conflicto, según Rajat Madhok, de Unicef.
- El sueño roto de Rua -
Tras el bombardeo en septiembre de su escuela en Taez (suroeste), Rua Ahmed, de 12 años, que soñaba con convertirse en maestra, decidió continuar sus estudios en una mezquita de su barrio. Una alternativa rápidamente abandonada por los combates.Frente a la violencia, la familia huyó de Taez. Rua y los suyos recorrieron a pie 10 km, atravesando el valle de Sala, hasta la salida de la ciudad desde donde un coche les condujo a Saná.
En la capital, Rua intentó inscribirse en una escuela, pero "las clases están abarrotadas". "Mi educación se ha detenido a causa de la guerra", añade, desolada.
Los niños desescolarizados, abandonados, buscan pequeños empleos, mendigan o son reclutados por las partes en conflicto como los 1.500 niños soldado censados por ACNUR.
Incluso en las regiones donde hay menos combates y donde los colegios están abiertos, las clases están también abarrotadas y los profesores a menudo están en huelga para protestar contra los impagos.
Los niños sin escolarizar son igualmente una presa fácil para los grupos islamistas radicales que se han aprovechado del conflicto para reforzar sus filas en Yemen.
Para compensar la escuela, estos jóvenes "se orientan hacia los centros coránicos o hacia los ciclos de formación en las mezquitas", un medio ideal para radicalizarlos, señala Ibrahim Nagi, un profesor en Taez.
Mientras, Rua sigue soñando con retomar su educación. "El recuerdo de mis profesores y de mis compañeros, me hace llorar. Quiero recuperar una vida tranquila", dice.